Oscuros Secretos

Capítulo III

7 años más tarde   

7 años más tarde

-Cassandra, levántate vamos a llegar tarde- grito mi hermana desde algún lugar de la habitación- ¿Cómo puedes dormir tanto? - me dijo arrebatándome las amadas y cálidas mantas.

-Por el amor a Dios cállate y déjame dormir- dije frustrada, era nuestro segundo día en esta casa y ella parecía como si hubiera vivido toda su vida en este lugar, no había un rastro de cansancio en su cuerpo- ¿Por qué coños tienes tantas ganas de llegar rápido?

-Si no te levantas llamaré a papá- me amenazo la muy condenada, ella sabía que mi padre no me levantaría de la mejor forma- tienes 5 segundos antes de que se despierte y venga a hacer lo mismo contigo- 5...- contó mi hermana -4...- siguió y sabía que el Parker mayor vendría a joderme la vida-3...- me estaba levantando como un zombie- 2... y 1...

-Johanna y Cassandra Parker muevan sus lindos culos hasta acá- grito nuestro "padre", desde me imagino la cocina de la nueva casa, ¿Cómo demonios podían acoplarse tan rápido hasta para los horarios?

-Ya vamos- grité devuelta, metiéndome nuevamente en la cobijas- en mil años Parker-susurre, sabía que no me iba a escuchar, solo quería dormir un poco más.

-Muévanse chicas es su primer día de universidad y su padre está ansioso por llevarlas - dijo nuestra madre desde el marco de mi puerta, se acercó a mí y me dio un beso en la frente brindándome un café cargado como tanto me gustaba- anda cariño levántate no querrás llegar tarde a tus nuevas clases-  acaricio mi cabello y se alejó.

-¿Ves?- le dije a mi hermana- esa si es una buena forma de despertar a una persona- ella sonrió y saco su lengua yéndose totalmente arreglada de mi habitación, seguía sin entender cómo lograba estar perfecta a estas horas de la mañana; entre al baño, dejando mi café en el neceser, odiaba levantarme temprano y más en esta ciudad, hacia un frío de los mil demonios; odiaba haberme mudado a este lugar, lo único que era agradable era mi larga ducha caliente, y que jamás tendría que separarme de mis padres nuevamente; me vestí con unos pantalones negros ajustados, una blusa gris, mis vans blancas y mi amada cazadora de cuero; maquillé muy leve mi rostro, cogí mi mochila y salí corriendo por las escaleras- aquí viene la alegría de la casa- grite saltando por las escaleras, en medio de todo tenía que ser agradecida con mis padres habían hecho lo imposible por vivir en Canadá un tiempo.

-Joder nena te vas a terminar quebrándote algo si sigues bajando así- me regaño y a la vez me celebro mi padre, él me había enseñado a bajar las escaleras así, cuando cumplí mis 17 años.

-Oh, cállate papá que tú le enseñaste eso- dijo Johanna mientras yo le daba un beso en la frente a mi madre y un abrazo a mi padre.

- ¿Ansiosas? - preguntó mi madre, poniendo un enorme plato lleno de un delicioso desayuno, ella no era muy vieja solo tenía 28 años y mi padre 30; se preguntarán ¿por qué tenemos padres tan jóvenes? la respuesta es simple, somos adoptadas. Ellos lucían como muchachos de 20, se mantenían conservados los condenados, no había visto un solo cambio en estos años.

-Neh- dije con desgana- no sé cómo me dejé convencer del traslado de universidad solo me un semestre- dije triste, me recompuse para que no notaran mi molestia al venir a vivir a Londres nuevamente, no era que no me gustara vivir en este lugar, solo que tenía mi vida resuelta en Canadá, lejos de mi pasado, lejos de todo lo que algún día fui.

-Eso fue idea de tu madre- dijo mi padre defendiéndose; levante una ceja ante su respuesta- está bien fue de los dos- dijo este y mi madre golpeo su cabeza-  joder, si lo admito fue mi puta idea ya dejen de mirarme así, que dan miedo si no fueran adoptadas creería que son clones de su madre- las tres soltamos una carcajada, continuamos desayunando y gastándonos malas bromas, además de soltar improperios y recibir collejas de nuestra madre.

- ¿Por qué nos metiste a esa universidad? - dijo Johanna curiosa, papá estaba más que emocionado en mudarnos a Londres y que entráramos a la universidad en donde él había estudiado, nos insistió en querer pagarla, decidimos que solo entraríamos si resultábamos becadas, de lo contrario buscaríamos más opciones, éramos conscientes que nuestros padres tenían suficiente dinero para pagarnos tres carreras si eso quisiéramos, sin embargo, nos gustaba ganarnos las cosas por nuestros propios medios.

- Hija tu hermana es problemática- dijo mi madre observándome, bufe rodando mis ojos- y tú no te quedas atrás- le dijo ella en una mirada divertida- no queremos que las expulsen,  su padre y yo estudiamos en ese lugar- dijo mirando a su esposo- si nos llaman porque han incendiado un salón estamos solo a unas cuadras, es una de las mejores universidades, ustedes queridas niñas están becadas y ustedes pusieron esa condición para estar en esa universidad- hablo bastante rápido, igual que Johanna, mamá hablaba como un loro y no había poder humano que pudiera callarla cuando lo hacía.

-Yo creo que es más por la tercera- dijo papá y chocamos las cinco, yo era una de las más problemáticas en mis antiguas escuelas, mamá siempre me regañaba por ello;  sin que mamá se diera cuenta, papá me daba las ideas para gastarle bromas a los maestros.

-Yo creo que me da igual- dijo Johanna desinteresada, todo lo que vivimos permitió que mi hermana se convirtiera en una mujer totalmente diferente a la niña que yo conocí cuando tenía 15 años, era más segura y no había una pisca de timidez en ella, por el contrario, se había convertido en toda una señorita, digna hija de Trisha Parker, elegante, hermosa, segura, decidida y más parlanchina de lo normal.




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