La envidia hacia mí no te deja dormir, en cambio tu envidia alimenta mi ego, hablas de mí, funcionas por mí, no salgo de ti ni por solo un momento.
No voy a dejar que me hundas jamás, si me quiero hundir, yo me hundiré solo, tu esfuerzo no sirve pero yo te entiendo que lo haces por ocio y me haces famoso.
Mira todo el bien que me has hecho, me quieres desviar pero sigo derecho, la gente que ocupo la tengo conmigo, no haces daño.
Zona rural - Japón.
12:40 de la noche.
En el tiempo actual, una enorme agitación se encontraba reflejada en ese momento en la expresión del médico conocido en el gigantesco hospital como Gorō Amamiya, misma agitación que a su vez se podía visualizar ocasionando que el corazón de aquél hombre se contemplará palpitando de una forma sumamente descontrolada, acontecimiento que no estaba haciendo otra cosa más que incomodar a más no poder al individuo encargado de mantener oculto el gran secreto de Ai Hoshino.
Notable agitación que además se debía al hecho de que aquél pelinegro de ojos amarillos se apreciaba movilizándose lo más rápido que podía a través del bosque, oscurecida zona boscosa que actualmente continuaba repleta de unas enormes cantidades de espesa bruma, mistisismo, pesadez y de un ambiente un tanto frío, hecho que al parecer, sólamente estaba logrando que el recorrido que estaba protagonizando el joven ojiamarillo fuera mucho más difícil de lo que se aparentaba.
Frenético recorrido a través del bosque que a su vez sería iniciado debido a los enormes deseos de Gorō por alcanzar al misterioso individuo de lentes negros, mismo individuo que para el flamante médico de solo treinta años de edad, sólamente estaba logrando introducirse más y más en lo profundo del gran bosque.
Frondoso bosque que en poco tiempo, presenciaría la lamentable caída del hombre que durante nueve meses, estuvo a cargo de la Idol de largo cabello morado.
Gorō: Maldición, jamás me pasó por la mente que podría tratarse de un acosador.
Comentó con una notable frustración en sus palabras debido al hecho de no haber logrado descubrir las posibles intenciones de aquél individuo desde un principio, terrible descuido que actualmente lo mantenía corriendo a toda velocidad con la esperanza de al menos lograr alcanzar al chico de larga gabardina de color gris.
Hecho que para la mala suerte del hombre de intenso cabello negro azabache, parecía estar siendo casi imposible a causa de la bruma que invadía la zona.
Gorō: Tengo que atraparlo, de lo contrario, Ai y Naruto podrían ser descubiertos.
Habló con una enorme agitación en su tono de voz mientras que a su vez continuaba desplazándose rápidamente, aunque esto al mismo tiempo que Gorō trataba de no tropezarse con cualquier obstáculo que se le cruzará en el camino, ya que esto significaría perder aún más terreno en contra del hombre que había preguntado por la linda Idol Ai Hoshino.
Gorō: No puedo permitir eso.
Decía con determinación al momento de estar tratando de correr más rápido de lo que sus dos piernas se lo permitían, acontecimiento que en poco tiempo, simplemente terminaría pasandole factura al hombre de intensos ojos amarillentos, ya que al no estar acostumbrado a dicho esfuerzo físico, el cansancio no dudaría en apoderarse de todo su esbelto cuerpo.
Gorō: No puedo dejar que sus vidas sean arruinadas por un posible acosador.
Dijo seriamente al estar evadiendo de una forma sumamente constante el claro pensamiento de cansancio que inundaba su mente desde hace unos minutos atrás, acción que al menos estaba logrando que el médico de cabello negro logrará obtener las fuerzas necesarias para seguir con su movilización a través del bosque.
Zona boscosa que únicamente se encontraba siendo iluminada por las millones de estrellas que se ubicaban en ese preciso instante en el cielo nocturno.
Gorō: Lo detendré a como dé lugar.
Exclamó con una enorme decisión en sus palabras mientras la imagen de Ai Hoshino y Naruto Uzumaki pasaba velozmente frente a sus ojos amarillentos, siendo un hecho que al parecer estaba otorgándole la fuerza física necesaria al pelinegro para que este mismo logrará seguir su recorrido por la zona boscosa.
Gorō: Maldición, casi no veo nada.
Mencionó con muchísima molestia al momento de estar forzando su vista para lograr ver a través de la espesa bruma, intensa bruma que no parecía estar teniendo ni la más mínima intención de despejarse durante las siguientes horas, aunque a su vez, tratándose de un acontecimiento que no sería visto por el hombre de lentes de montura cuadrada.
El cuál, continuaría movilizándose sin importarle en lo más mínimo lo que pudiera sucederle a su integridad en aquélla zona llena de completa vegetación.
O al menos, así sería hasta cierto punto en específico, ya que de un momento a otro, Gorō Amamiya decidiría pausar de una forma sumamente abrupta su rápido recorrido, hecho que sólamente dejaría respirando de una manera agitada y con el corazón palpitando desenfrenadamente a aquél mismo individuo de cabello negro.
Repentina pausa que a su vez se había debido al simple hecho de que a tan solo unos cuantos centímetros de distancia del hombre encargado de supervisar a la Idol, se podía contemplar lo que parecía ser un profundo barranco repleto de un notable número de vegetación y de una tremenda cantidad de lúgubre oscuridad nocturna, terrorífico escenario que no haría más que provocarle intensos escalofríos corporales al médico que sabía el secreto de la mujer más popular del medio músical de Japón.
Individuo que durante los siguientes segundos transcurridos, sólamente trataría de tranquilizar al menos un poco su muy frenética y agitada respiración, aunque esto al mismo tiempo que también se podía visualizar enfocando su expresión hacia lo profundo del barranco que se ubicaba casi justo enfrente de él.
Gorō: En...en donde...donde esta?.
Se preguntó con una inmensa agitación reflejada en su tono de voz al estar contemplando de una forma observatoria aquél barranco perteneciente al bosque, mismo barranco que en ese momento no se encontraba mostrando ninguna sola señal de haberse tragado al misterioso individuo de lentes negros como la noche.