Otoño Azul

Otoño Azul

Todo era demasiado obscuro ahí. Un aire gélido congelo hasta mi aliento y de pronto una sensación extraña recorrió todo mi cuerpo, un calor en mi interior chocaba con el frío de afuera. Comencé a sentir como mi pecho y costillas se abrían, mis manos les pasaba algo extraño así como a mi mandibula... la alarma. El sonido de la alarma en el fondo hizo que despertara de aquella horrible pesadilla. 

     Mi respiración aún era irregular y solo quería olvidarme de ese estúpido sueño. Cada vez se hacía más recurrente y no entendía nada. Salí de la cama y al bajar las escaleras el olor a panqueques hizo que dejara todo atrás. 

-Mamá, no sabes cuanto me alegra oler esto...- Dándole un gran respiro a aquella aroma dulce y de mantequilla.

Mi mamá me dio una sonrisa y luego de poner los últimos panqueques en el plato se sentó. -Dena tengo algo delicado que decirte...

El frío en su voz no me gustaba, así que no me hice esperar. -¿Que sucede mamá? Lo que sea dilo... 

-Sabes que tu padre y yo nos divorsiamos hace ya varios años, pero... lo hicimos con una cláusula en donde acordamos que cuando cumplieran 18 irías a vivir con él, al menos por dos años.... 

-¿Que?... Es una broma, ¿Verdad?...

-No. Cuando conocí a tu padre, me enamoré y no pude ser ni un solo poco racional, me case con él aun sabiendo que no era un hombre del todo normal... 

-No entiendo mamá... 

-Tu padre proviene de una manada de hombres lobo...

-Es un chiste... no vas a decirme que tu crees en eso. 

-¡Dena! Es real, ¡Yo estuve casada con él por 8 años!, quisas no lo recuerdes, pero era demasiado peligroso para las dos continuar viviendo con la manada... 

     Las palabras de mi madre no sonaban tan descabelladas luego de asociarlo con los sueños que de un tiempo corto para acá eran frecuentes. 

-Un chico o chica lobo comienza con su transformación luego de cumplir los 18, por eso tienes que regresar, para poder dominar y controlar esa parte de ti...

     Faltaban dos semanas para mi cumpleaños, como se suponía que reaccionará a eso. Estaba en un co trato, y esos sueños me atormentaban cada vez más. La sensación de mis huesos moverse y cambiar me causaban calosfrios, yo no sabía como manejar lo y mi madre tampoco. No tenía alternativa. No es que odiara a mi padre, pero hacia 10 años que no lo veía, recibí algunas cartas y regalos pero no existía una cercanía. 

     Con maletas en la puerta esperaba el sábado, cuando la bosina de un auto sono afuera, mamá se negó a salir, así que no tuve más que ir yo. Abordo de una camioneta negra esperaba un hombre blanco con el cabello un tanto largo y alborotado, al ver que no me movía de la puerta él bajo con una caja entre las manos, se acercó a mi y ahora en persona comprobava por qué mamá se había enamorado de él. 

-Feliz... cumpleaños Dena...- Me ofreció la caja y no podía articular palabras. -Eres igual que tu madre, con esos ojos claros y el cabello dorado... no se bien que es lo que te guste pero te traje algo que te servirá cuando llegues a casa... 

     En silencio abrí la caja y saque de ella una chaqueta negra con borrega, de seguro sería un lugar frío. 

-Gracias... papá...- Era demasiado raro, el hombre era un desconocido para mi e incluso Lucía joven. 

Al llamarlo así reacciono de manera nerviosa y comenzó a frotarse las manos y a moverse por todos lados. -De seguro tu madre no quiere saber nada de mi, así que... ¿Tienes cosas que llevar...? Voy a abrir el auto... 

     Mi madre lloraba detrás de la pared de la cocina, quizás más por escuchar a la persona que amo y no por que me iría. Saque las maletas y me despedí de ella, no era definitivo, pero si por un tiempo. 

     Viajamos en silencio y eso fue suficiente para arrullarme, junto al movimiento del auto. Luego de un tiempo un frío particular hizo que me despertara, me recordaba a aquellos sueños tan poco agradables, al abrir los ojos vi que estábamos rodeados de árboles y un poco de neblina que hacía el ambiente más frío. 

-Ya estamos cerca, por nuestra condición las montañas son lo más cómodo y seguro. Somos una manada grande, estoy seguro que en la ciudad no te faltara nada...

En ese momento llegó a mi mente el hecho de qué me encontraría al llegar a la casa de un hombre guapo, que se ejercitaba y tenía un aspecto joven. -¿Te volviste a casar...? 

-¡¿Qué...?! No...- Su tono admirado y despreocupado me sorprendió. -Ser un lobo es complicado, será mejor que comience a decirte, aaah... nosotros nos regimos por un mead, es decir que existe una única persona que puede equilibrar nuestro lado humano y el lobo interior, si la encontramos... -Dijo un poco decepcionado. -Somos de ellos hasta la muerte. Claro, también hay casos en donde no encuentran a su madre o renuncian a ellos...

-¿Mi madre fue tu mead?... 

-Me enamoré de ella... generalmente los mead se dan entre lobos...- No supe que responder, era algo complicado. - Llegamos...

     Luego de árboles por ambos lados, comenzó a esclarecerse y nos acercamos a la entrada que era resguardada por dos parejas de abitantes, seguramente, con aspectos rudos y fuertes, hombres bastante grandes y musculosos, y chicas con la mirada fría. Al pasar saludaron a mi padre muy formalmente, creo.



#18512 en Novela romántica
#9068 en Fantasía

En el texto hay: lobos, hermanos gemelos, lobos mate

Editado: 21.05.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.