Por la noche no teníamos nada demasiado activo planeado. Después de bajar de la montaña, fuimos a la tienda y compramos todo lo necesario para la velada. Los chicos nos habían preguntado con antelación qué nos apetecía. La decisión fue unánime: hacer shashlik, verduras a la parrilla, pan lavash y, por supuesto, relajarnos en el jacuzzi al aire libre.
El día pasó increíblemente rápido; lo pasamos genial preparando la comida en la barbacoa. Escuchábamos música en un altavoz, bromeábamos, cantábamos y bailábamos.
—¡Venga, id al jacuzzi! El agua ya está perfecta —los chicos nos llamaron.
Con cuidado, me quito la bata. Sasha me tiende la mano para ayudarme a pasar el borde. El agua, en verdad, está maravillosa: un contraste increíble con el aire fresco de la montaña. Siento escalofríos por los brazos y la espalda hasta que me sumerjo por completo hasta el cuello.
Entramos todos. Las parejas, acurrucadas, parecen una sola. Sentados con copas de un delicioso vino de mora, reímos mientras cada uno cuenta algo de su vida.
Levanto mi copa y digo que me siento feliz de estar aquí con ellos en este momento. Les cuento toda mi triste historia.
—Pero no me arrepiento de nada. Si no hubiera perdido el trabajo y caído en depresión, nunca habría estado compartiendo publicaciones al azar, y por lo tanto jamás los habría conocido. Creo que nada pasa por casualidad. Lo único que lamento es que solo me queda mañana con ustedes. Por ti, Sash. Para que sigas ardiendo con tus metas, para que nadie pueda apagar ese fuego que llevas dentro —lo miro a los ojos y veo esas llamas de las que hablo.
—Ven aquí —sin decir más, me acerca hacia él hasta que mi espalda se apoya contra su pecho.
Al principio me siento un poco incómoda en esa posición. Pero sus amigos no nos miran con juicio; siguen conversando y sirviendo el resto del vino.
Oleksandr me envuelve con sus fuertes piernas y acaricia mi brazo con los dedos. Al cabo de un rato, me toma del cuello con el brazo y me aprieta un poco más contra sí.
—No estés tan tensa —me susurra al oído, y un escalofrío me recorre entera.
Nos quedamos así hasta que el agua empieza a enfriarse. Luego salimos rápidamente y corremos a nuestras habitaciones.
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