Seraphina
La noche cayó sobre Ravenwick como un manto oscuro y sedoso, y con ella, la ciudad parecía suspirar tras las cicatrices de la guerra. Las calles estaban tranquilas, iluminadas apenas por faroles y algunas calabazas que habían sobrevivido al caos. Por primera vez en semanas, el silencio no era amenazante, sino tentador.
Lucian apareció en la puerta de mi casa, con su habitual elegancia desordenada y esa mirada que podía arrancar secretos hasta de las almas más cerradas.
—Pensé que tal vez… podríamos estar solos —dijo, y no necesitó más palabras.
Sentí que todo en mí respondía a esa invitación. Sabía que no debíamos, que era prohibido, peligroso incluso, pero el lazo que nos unía después de todo lo que habíamos pasado era imposible de ignorar.
Nos encontramos en el jardín, bajo un cielo que parecía demasiado brillante para la ciudad que todavía olía a ceniza y humo. La distancia entre nosotros se acortó lentamente hasta desaparecer.
—Seraphina… —su voz era grave, casi ronca, y sentí cada palabra vibrar en mi pecho—. No sé cuánto tiempo más podré contener esto.
Lo miré, y sin pensar, sin medir consecuencias, lo atraje hacia mí. Sus labios se posaron sobre los míos con un fuego que rivalizaba con cualquier hechizo que hubiera conjurado en mi vida. Fue un beso intenso, lleno de años de tensión, de miedo y deseo acumulados.
Nuestros cuerpos se encontraron con una urgencia que solo quienes han sobrevivido a la muerte conocen. Cada roce, cada caricia, estaba cargada de electricidad; la magia misma parecía danzar alrededor de nosotros, reaccionando a nuestra unión.
Lucian me tomó de la cintura, acercándome más, y sentí el latido de su corazón, fuerte y constante, un ancla en medio de la tormenta de emociones. Sus manos eran firmes pero cuidadosas, como si temiera romperme al igual que él mismo podía ser roto.
—Esto… es peligroso —susurré, apartándome apenas para mirarlo a los ojos—. No podemos permitirnos amar así.
—Pero lo hacemos —dijo, con esa certeza que siempre me irritaba y me calmaba al mismo tiempo—. Y después de todo lo que hemos pasado… tal vez el mundo está listo para algo imposible.
Nuestro amor era un desafío al orden, un hechizo en sí mismo, más poderoso que cualquier conjuros antiguos que hubiera lanzado. Cada caricia, cada roce, hacía que la luz de las estrellas pareciera inclinarse hacia nosotros.
Nos dejamos llevar hasta que no había más palabras, solo respiraciones entrecortadas y murmullos que se perdían en la noche. Incluso el aire parecía sostenernos, como si Ravenwick mismo aprobara, a su manera, nuestra transgresión.
Cuando finalmente nos separamos, la intensidad no había disminuido. Nos miramos con la certeza de que lo prohibido nunca había sido tan necesario.
—Prométeme algo —dije, todavía con la frente apoyada contra su pecho—. Prométeme que pase lo que pase, siempre estaremos juntos, aunque el mundo diga que no debemos.
—Lo prometo —respondió, y lo sentí no solo en sus palabras, sino en cada fibra de su ser.
Esa noche, el amor maldito floreció en nuestra historia. No había vuelta atrás. Y aunque sabía que nos esperaban desafíos, también sabía que juntos éramos imparables.
#2041 en Fantasía
#964 en Personajes sobrenaturales
#6225 en Novela romántica
brujas magia, vampiros brujas hombres lobos y magia, romance enemiestolovers amorverdadero
Editado: 18.08.2025