Lucian
Los días siguientes a nuestra entrega prohibida estuvieron llenos de una calma extraña. Ravenwick empezaba a recuperarse, los brujos reorganizaban bibliotecas, los vampiros patrullaban sin agresión, y el Consejo redefinía reglas que siglos de miedo habían dictado. Sin embargo, algo en la casa de Seraphina no se sentía normal.
Nyx, su gato negro de ojos dorados, se movía con un aire más imponente, como si no fuera un simple espíritu familiar. Su sombra parecía bailar sobre las paredes, más grande que su cuerpo, proyectando formas que recordaban a antiguos símbolos de protección.
—Seraphina… —dije una tarde mientras observaba cómo Nyx caminaba entre velas y grimorios—. Ese gato… no es un gato cualquiera, ¿verdad?
Ella me miró, con sus ojos verdes brillando con un misterio que siempre me atraía y me desconcertaba.
—No. Nunca lo fue. Nyx siempre ha sido más que un familiar. Pertenece a nuestra familia, a los Blackthorne. Es el guardián ancestral, ligado a nuestra sangre desde tiempos que ni siquiera los libros recuerdan.
Me arrodillé frente al felino, que me observaba con un aire de juicio y paciencia. Sus ojos brillaban como brasas, y en ese momento, sentí una presión, una especie de energía que reconocí inmediatamente: poder antiguo, inmenso, enfocado y concentrado en un ser pequeño pero letal.
—¿Guardián? —pregunté—. ¿Protector de qué exactamente?
—De la sangre —respondió Seraphina, susurrando más para sí misma que para mí—. De los Blackthorne. Ha salvado a nuestra familia incontables veces, manteniendo el equilibrio entre nuestro linaje y los poderes que otros desearían usar en nuestra contra.
Entonces, Nyx caminó hacia mí. Sus ojos dorados se fijaron en los míos, y sentí como si cada sombra de la habitación me envolviera, analizando mi alma. Y en ese instante comprendí que no solo evaluaba mi intención hacia Seraphina, sino también mi compromiso con la seguridad de todo lo que representaba su familia.
—¿Así que toda la protección, todo lo que ha sucedido… era él? —pregunté, con una mezcla de asombro y respeto.
Seraphina asintió.
—Cada vez que una amenaza nos tocó, Nyx estaba allí, invisible a los ojos de todos, guiándonos, protegiéndonos y manteniendo el equilibrio. Sin él, Lucian… ni siquiera hubieras sobrevivido a la primera noche de la grieta.
El gato se acurrucó entre nosotros, y sentí una energía cálida que parecía reconectar los hilos rotos de la guerra. Entonces entendí: Nyx no era solo un guardián de sombras; era el legado vivo de los Blackthorne, la conexión entre el pasado y el futuro.
—Siempre supe que tenías un vínculo especial —dije, mientras acariciaba su pelaje negro—, pero nunca imaginé que fuera tan antiguo, tan poderoso.
—No es solo poder —respondió Seraphina—. Es sabiduría. Nyx ve lo que nosotros no podemos. Siente las grietas en la magia, los desequilibrios en la sangre, y actúa antes de que el peligro se materialice.
Me senté junto a ellas, comprendiendo que la historia de Ravenwick, de los Blackthorne, y ahora la nuestra, estaba entrelazada con Nyx de una manera que jamás podría desentrañar completamente.
—Entonces, si alguna vez vuelve el vacío… —empecé a decir.
—No volverá —interrumpió Seraphina, con una certeza que emanaba fuerza y esperanza—. Y si lo hace, Nyx estará allí. Y nosotros también.
Sentí un respeto profundo por el gato, por la historia que cargaba y por la responsabilidad que ahora también recae sobre nosotros. Nyx no era solo nuestro protector; era la manifestación tangible de que Ravenwick podía sobrevivir incluso a lo imposible.
Esa noche, mientras la luna iluminaba el jardín, Nyx se acomodó entre Seraphina y yo. Por primera vez, entendí lo que significaba tener un guardián que no solo protege la vida, sino también el alma y el legado.
—Nyx… —susurré, acariciando su lomo—. Gracias por protegerla.
El gato me miró con ojos que parecían brillar con historias no contadas, y ronroneó, como si entendiera que su misión seguía, pero que ahora también podía confiar en nosotros.
Seraphina apoyó su cabeza en mi hombro, y comprendí que la verdadera victoria de Ravenwick no había sido solo cerrar grietas ni derrotar al vacío. La victoria era mantener la vida, la memoria y el legado intactos, y enseñar a todos que incluso en la magia más oscura, siempre había un guardián dispuesto a proteger lo que más importa.
Mientras las estrellas se reflejaban en los ojos de Nyx, supe que ningún mal podía tocarnos mientras él estuviera cerca. Y esa certeza, esa paz, era más poderosa que cualquier conjuro, espada o pacto.
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Editado: 18.08.2025