Otra estúpida historia de Amor

3

Capitulo 5

El número de la mala suerte.

Estadísticamente 6 meses es el tiempo estipulado para la superación de una ruptura. Sin embargo Leah me cambio en 15 días por Noah, y Noah traicionó 15 años de amistad en solo un día. Era obvió que aunque me mintiera a mí mismos y les mintiera a todos, yo no estába para nada bien.El Quince se había convertido en mi número personal de la mala suerte.

Quince días en Afganistán me destrozaron un riñón. Quince días en el hospital cultivaron el sentimiento de la culpa. Quince días me tomo también comprender que había tomado una mala decisión al recibir a Amarah en mi casa.

Solo me ha hablado una vez, el primer día que llego. El resto de los días ha estado actuando como si fuese una planta a la que hasta la mismisima Luz del sol le hace daño. Debo admitir que en un principio mi madre se portó rehacia hacia a ella, los últimos días que estuvo con nosotros le ayudó mucho. Sobretodo a asearse y a comer.

Pero mi madre volaba hoy a Berlín junto a mi padre a resolver unos asuntos familiares y económicos vinculada a sus tierras y a su herencia. Y me tocaría quedarme solo con mi recuperación, con los sentimientos de nostalgia, con la pelea con la Soledad, con la lucha de no llamar a Leah y suplicarle que vuelva conmigo. Ah y me olvidaba, me tocaría quedarme solo con Amarah...

- Estoy muy nerviosa de dejarte... Aún te veo muy débil y ella no ha mejorado nada desde que llegó- Ambos estábamos mirando a Amarah a lo lejos. Ella estába sentada en el sofá mirando hacia la nada.

- Tenías razón, esto fue una decisión terrible... Y ahora no puedo ni tengo forma de revertirla- me queje de mi estúpida mala suerte.

- Puedes devolverla, pero siento que la culpa por lo que pasó en batalla te hace estar amarrado a ella-

-Yo me equivoqué, su madre murió por mí culpa-

- Sabes bien que eso no es cierto, su madre iba a morir igual, y ella probablemente también. Tú la salvaste de aquel infierno, pero no puedes borrar el infierno que ella vivió y que aún vive por dentro, de ese no puedes salvarla aunque la tengas aquí... Piensa en eso...-

Mi madre beso mi frente, y cogió sus maletas.

-¿Quieres que te lleve al aeropuerto?-

Me ofrecí, era lo menos que podía hacer. Ella me miró, y miro luego a Amarah.

- Me gustaría, pero no creo que puedas-

-Me la llevaré, nos hará bien salir a tomar Sol -

-¿Estás seguro?- cuestionó dudosa y yo asentí.

Fui por los abrigos, y luego por Amarah. Yo casi nunca le hablaba porque me ponía de los nervios sentir que estaba hablando con la pared. Así que estos 15 días mi madre era el intermediario entre ambos. Al menos a ella le respondía afirmando o negando con la cabeza.

Pero necesitaba práctica porque estos días solo seríamos ella y yo...

Tome aire antes de acercarme y Rogue a Dios por un poco de paciencia.

- Por favor Amarah ponte el abrigo, vamos a salir- le estire el abrigo con la mano, ella me ignoró por completo. La irá me estaba consumiendo otra vez... - Venga ya, en serio no tengo tiempo para esta estupidez - le tire el abrígo en la pierna. Ella ni siquiera me miró...

-Zayn... esa no es la manera - mi madre me llamó la atención. - Iré en taxi, no te preocupes - que dijera eso me cabreo aún más. Así que la tomé del brazo y la hale. Ella se puso de pie y comenzó a caminar mientras yo seguía llevándola casi que a rastras. - Oh Dios, estoy deseando que estos días en Alemania pases muy rápido, no van a poder quedarse solos...- mi madre nos miró horrorizada.

-¿Te gusta que te traten mal ? ¿Estás acostumbrada a esto?- Le grité antes de abrirle la puerta del auto. Al menos está vez ella me miró disgustada con esos ojos Hazel que hipnotizaban. - Si, eso pensé - agregué y le abrí la puerta, ella subió y yo cerré la puerta de un golpe fuerte. Luego yo subí al auto y lo encendí.

El sonido desagradable del cinturón desajustado comenzó atormentarme. Mire a mí madre que ya se encontraba sentada adelanté con el cinturón ajustado. Luego miré a Amarah por el Retrovisor y volví a tomar aire. -Por favor ajustate el cinturón - le dije de buena manera pero tono firme. Ella miró el cinturón, luego volvió a mirarme. - ¡Ponte el punto cinturón de una vez!- Y ella asustada comenzó a toquetear la correa sin saber que hacer. Yo ya estaba con la paciencia cero.

- No sabe hacerlo, que no ves- Mi madre agregó, no podía creer que le estaba defendiendo. La miré confundido - Quiero que dejes de actuar como un imbécil, te bajas y la ayudas - me amenaza con el dedo. Le obedezco de mala gana.

Salgo con rapidez y abro la puerta. Ella me mira nerviosa. Las manos le tiemblan. Caigo en cuenta que mi reacción tal vez fue exagerada... Y me gustaría decirle que lo siento, pero mi ego no me deja hacer nada más que tomar la correa del cinturon para ajustarselo. Ella vuelve a mirarme por segunda vez en un día, esta enojada o asustada, aún no logro entenderlo, pero me parece increíble como habla a través de sus ojos. En el proceso de terminar de enganchar el cinturón nuestras manos se rozan accidentalmente. Puedo notar que está helada y siento que es mi culpa porque la saqué a rastras sin ponerle el abrigo...

- ¡No puede ser verdad! - exclamó mientras me quitó el abrigo y la arropó con él. Mi madre me sonríe por el retrovisor. - No digas nada, no estoy de humor - le advierto. Ella alza las cejas y encoje los hombros, haciendo gestos de que no le importa.

Yo cierro la puerta de Amarah y vuelvo a mi lugar. Vuelvo a encender el auto y conduzco en silencio el resto del camino. Al llegar ayudo a mi madre a bajar las maletas y aunque le insisto en acompañarla a entrar, ella de niega por completo con la excusa de que no debo presionar tanto a la chica. Y yo le doy la razón luego de tener mil pensamientos invasivos con respeto a las posibilidades de que se Escape, se pierda o haga alguna locura en dentro del aeropuerto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.