Capítulo 6
Yamal Admet
Zayn
1000 metros equivalen a un kilómetro, y un kilómetro fue lo que corrí tras Ella... Un poco más atrás en el tiempo, está distancia no hubiese significado nada para mí. Estaba acostumbrado al ejércicio físico extremo, de esos que te enseñan en la escuela militar, de esos que te llevan al límite. Sin embargo en mi estado actual esto se podía sentir igual al primer día de entrenamiento en el cual casi aplazo la prueba física por no poder acabar la
Series de esprines, arrastres y acarreo. Ella por su parte parecía estar acostumbrada a correr maratones.
Agradecí a Dios porque se detuviera, porque de verdad yo ya no podía correr más. Mi respiración estába agitada, y podía sentir como al aire le costaba entrar por mis pulmones. Tuve que tomarme un par de minutos para recuperarme, y mientras lo hacía, le miraba de reojo a lo lejos, suplicante de que no se le ocurriera correr nuevamente.
Cuando me sentí medianamente bien, me acerqué cuidadosamente a ella debatiendo en mi mente como podía hacer que regresara conmigo al coche.
-Ey... Amarah...- le hablé lo más bajo que pude para que mis palabras no la exaltarán.
Ella ni siquiera se inmutó, permaneció sentada en el suelo cubriendo sus oídos con ambas manos con la mirada clavada en el pavimento.
Me agache para quedar a su nivel.Necesitaba tener paciencia con ella, quería que está incómoda situación se acabará pronto para poder ir a ver a Leah y arreglar nuestros asuntos.
-Amarah tengo que volver a casa - Murmuré al cabo de un rato prudencial. Ella levantó la cara de forma espontánea.
- ¡¿vas a abandonarme?!- cuestionó clavando en mi una mirada que denotaba una angustia profunda.
Su voz era suave, su pronunciación era diferente a la de otros extranjeros. Era sorprendente lo limpio y fluido que podía hablar. Se notaban a leguas que había aprendido nuestro idioma a muy temprana edad.
- !No me faltan ganas de hacerlo!- Fui honesto, las cosas con ella estaban siendo demasiado difíciles. Empezando por el punto de que ella elegia ignorarme con su silencio y terminado porque cada que podía quería escapar.
- Tengo miedo de los aviones...- Apenas pronunció se me hizo un hueco en el corazón...Cualquier persona común no hubiese tomado sus palabras tan en serio como yo lo hice. Porque nadie que no haya visto la guerra de frente puede entender lo que viene después del sonido de un avión: Misiles, Muerte.
Infelizmente antes de que pudiera pronunciar alguna palabra, el sonido de un avión sobrevolandonos por el cielo hizo que ella se alterará nuevamente y corriera. Sonprendentemente está vez lo hizo hacia mis brazos.
Definitivamente no esperaba eso, tuve que mantener el equilibrio mientras ella se aferraba a mi camiseta. Dubitativo la cubro en un abrazo, porque siento que lo necesita.
- Estás bien, aquí en este país estás a salvó- Intento animarla, pero la verdad es que hasta yo me he descompuesto. Mis recuerdos me apabullan, y no se porque no dejo de recrear en mi mente la escena en la que aquellos hombres armados salen entre el humo y el polvo y le disparan a su madre. - No dejaré que regreses a ese lugar, te lo prometo - Mis palabras tal vez son hipócritas. En el fondo tengo el deseo de no cumplir la parte del trato.No me apetece nada volver a ese lugar, no ahora que tal vez tenga la oportunidad de tener un futuro con Leah. Recuerdo que ella siempre ha querido una familia grande, y aunque yo soy bastante niño fóbico, si ella me da otra oportunidad, yo haré todo por convertirme en el hombre que ella desea.
De inmediato comprendo que estoy aquí perdiendo el tiempo. Leah podría rapidamente cambiar de opinión, así que aparto a Amarah y rápidamente me pongo de pie.
- hay que regresar- mi tono de voz se inclina más al de una orden. Ella se reincorpora y vuelve al silencio inminente. Se queda parada frente a mí esperando alguna indicación, es obvió que no tiene ni idea donde estamos...Yo tampoco.
Ni siquiera puedo recordar el número,ni la letra donde estábamos estacionados, Tampoco tengo GPS porque he dejado el móvil en el auto. Introduzco la mano en el bolsillo de mi pantalón urgando a ver si al menos tenía la llave del auto. Suspiró de alivió al Darme cuenta de tengo la llave y también la billetera.
Amarah se abraza a si misma, y noto que sus labios que generalmente están de color rosa, están teñidos ahora de un morado pálido. Seguramente tiene frío porque no tiene abrigo. Yo tampoco tengo abrigo pero no tengo frio s pesar de que solo llevo una sudadera de color gris y la camiseta debajo.
-¿Tienes frío?- le pregunto como si no fuese obvió que se está congelando.
-Un poco- contesta con simpleza. -¿tú no?-
-No. Contestó mientas que me quitó la sudadera y se la ofrezco con la suma seguridad de que ella va a rechazarla.
Para mí sorpresa la toma y se la pone sin pensarlo.
-Gracias- contesta con frialdad
-Tomaremos un taxi para volver, ya mañana veré cómo hago para venir por el auto - Le digo.
Ella vuelve a su ley del hielo y no contesta nada. La miro con desprecio, y ni siquiera se porque me siento de esta forma. Pero como no tengo interés en seguir perdiendo mi tiempo le ignoró y me concentro en volver a casa y buscar la forma de hablar con Leah.
- La amargura es también una enfermedad- Pronuncia temblorosa y me cuesta entende que diablos tiene que ver la amargura en todo este mal rollo.
-Ajá- me limitó a contestar mientras le estiró la mano al primer taxi que veo pasar en 10 minutos.
- Estás enfermo de amargura, y es bastante triste porque no tienes razones suficientes para estar deambulando en el caos en el que te encuentras - Estoy boquiabierto de escucharla hablar de mi como si acaso tuviera la mínima idea de quien soy, lo que he vivido y las cosas que me han pasado.
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Editado: 10.11.2024