Capítulo 23
Zayn
Han pasado cuatro semanas desde el accidente del avión en el que casi perdemos la vida. Desde aquel entonces hemos estado siguiendole el rastro a Fátima Ahmadi quien esta bien custodiada por altos funcionarios del gobierno turco.
— Aqui están nuestras nuevas identificaciones — la sargento Catalina me entrega el carnet de identidad.
—¿Juan José Pérez? ¿DNI español? ¿Qué es ésto?— le pregunto confundido.
—Venimos de misión diplomática del Reino de España, Discutiremos un nuevo acuerdo comercial con los representantes del gobierno Turco, yo soy la embajadora Catalina Martínez y usted es mi asistente Juan José Pérez — me hace un resumen que entiendo menos.
— No estoy entendiendo a qué jugamos y como conseguiste todo esto ¿ES FALSO?—
—Espabila ya Zayn, obviamente es falso, pero tengo respaldo desde la oficina de asuntos exteriores en Madrid. Fátima Ahmadi está filtrando información valiosa de nuestro país que obtuvo antes de salir del conflicto en Oriente Medio. Es una putilla muy lista, se ha infiltrado en el congreso como asistente. Sirve café turco y recoge bandejas mientras escucha información entre reuniones y comparte información clasificada de la guerra con alguien en específico— ella me entrega dos bolsas de trajes mientras entramos a nuestra habitación de hotel en Ankara.
—¿Por eso el capitán Spencer la quiere?— cuestiono preocupado. Su teoría es bastante rebuscada. ¿Que tipo de daño podría hacer una mujer compartiendo información de guerra en un país que no está en guerra?
Me gustaría preguntarselo a Catalina pero no quiero que dude de mí, no quiero que sepa que no confío en el capitán Spencer, menos después de lo del avión.
—¿Te saltaste las clases de geopolítica Cabo MacMiller?— pregunta divertida de hacerme sentir ignorante. Si supiera que este asunto va más allá de intereses geopolíticos. Aquí hay intereses personales ocultos, y ella no se lo imagina. Es la típica cerebrito condecorada, que nunca ha estado en batalla.
—Eso parece— contesto otorgándole la razón. Catalina sonríe y me arranca una de las bolsas de trajes de las manos. Saca de ella un vestido rojo largo y comienza a desvestirse ahí frente a mí.
—¡¿Que haces ?! Ten un poco de pudor— le digo dándome la vuelta para no mirarle.
—Solo cámbiate, no tenemos tiempo para tus tonterías de fidelidad, te apuesto que tu esposa te engaña y tú aquí sufriendo por mirarme— agrega con un tono burlón.
—Amarah no es ese tipo de mujer, no la conoces.— aprovecho que está distraída para desvestirme también. Lo primero que hago es colocarme el pantalón.
— No, lo que se de ella lo leí en tu expediente pero ¿tú realmente la conoces?— ella voltea y me mira seriamente. Estoy sin camisa con el torso descubierto. Se que Catalina intenta intimidarme pero no caeré en su juego. Tengo un mes conviviendo con ella. La conozco.
—No vamos a errollarnos, deja de insistir — le digo y ella sonríe con sarcasmo.
—Me causa intriga lo pasional que es Cabo MacMiller— ella contesta acercándose a mí para que le suba la cremallera de vestido. Suspiró porque se a lo que juega. Intenta hacerme perder el control.
—No es bueno intrigarse por hombres casados, tenga un poco de decencia Sargento— le subo la cremallera y luego le doy la espalda para abotonarme la camisa.
—No es bueno ser tan confiado Cabo MacMiller— ella se acerca a mi y toma mi corbata. La intento apartar pero ella aprieta fuerte mi cuello con la corbata la suelto, ella me suelta y yo comienzo a fastidiarme de su actitud. — Vendrás a verme cuando te enteres de la verdad, ahí te daras cuenta que la cara angelical de tu princesa de oriente esconde turbios secretos — termina de hacerme el nudo de la corbata y luego se aparta.
Suspiró y apretó el puño con fuerza. La ira me consume, quiero ya que se acabe todo ésto para volver a casa con Amarah.
—estoy listo— musitó con desdén. Catalina sale del baño con el cabello recogido en una coleta alta que deja su cuello descubierto y un maquillaje en el que le resaltan los labios rojo carmesí. Es un look demasiado provocativo, trago saliva y miro hacia el suelo porque ella es el demonio tratando de hacerme pecar a cada rato.
—Bien— contesta tirándome el arma. La cogo de suerte en el aire. —tienes 5 balas, úsalas bien — agrega.
—ok— contesto dudoso
— Tu misión está noche mantenerte cerca de mí, observando cada paso que de Fátima Ahmadi desde lá distancia. Yo me encargaré del resto. Tengo otros aliados dentro de la fiesta —
—¿Fiesta? ¿No íbamos a una reunión diplomática?—
—por favor ¿de verdad creiste que podemos ir una reunión diplomática vestidos de esta forma?— musita riéndose mientras abre la puerta de la habitación y procede a salir, obviamente le sigo.
— me imaginé que hablabas en serio, pero ya veo que piensas que esto es un juego —
—Esto no es un juego Cabo MacMiller podremos morir esta noche fácilmente así que necesito que confíes en mí y necesito saber si puedo yo confiar en ti —
—Por supuesto que sí, me salvaste la vida te lo debo — contesto mientras subimos al auto.
Catalina le da la dirección al taxista en Turco. Me sorprende lo buena que es con los idiomas. El hombre le dice algo que no entiendo y ella le responde otra cosa que tampoco logro entender.
El viaje comienza en silencio, voy pensativo y me Siento un poco desconfiado. Ella es la que maneja toda la información clasificada y yo solo soy su monigote. Por más que intento encajar las piezas del rompecabezas, no hay nada que tenga sentido para mí. Todo esto es una puta locura.
Veo que el taxi sale de la autopista y vira en dirección a una barriada pobre.
—¿Has vuelto a mentirme? ¡No iremos a una fiesta! — le digo enojado, la Sargento Catalina me mira sonriente.
—Claro que iremos, pero antes haremos una parada. Necesito encontrar unos documentos en la casa de Fátima Ahmadi — agrega. Vuelvo a soltar el aire para intentar drenar la ira que me consume.
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Editado: 22.02.2025