Hola soy Emma Thompson, tengo 19 años, vivo en un barrio "normal" de la ciudad de Sídney, Australia. Aún convivo con mis padres, y pienso hacerlo hasta que termine de estudiar, así con mi sueldo irme a alquilar algún departamento.
Era hija única hasta hace unos 6 años, cuando nació Nate, mi hermanito, al cual adoro con mi alma.
Me podría considerar una chica buena, optimista, generosa, con mucha paciencia, luchadora, independiente y muy terca, porque cuando tengo razón, tengo razón.
Bueno, volviendo a la historia, hoy iba a ser un día un tanto especial para mí, ya que sería mi primer día, en mi primer trabajo. Aunque mis padres al principio no estaban conformes con que yo trabajara, porque decían que no era necesario que lo hiciera, ellos querían pagarme mis gastos hasta que finalizára mis estudios, a lo que yo me negué en todo momento a aceptarlo, nunca me gusto depender de otras personas, menos de mis papas, que ahora que Nate empezaba la primaria, tendrían que gastar en él, y me parecía justo, además yo ya era mayor de edad y me sentía bien generando mi propio dinero.
Tras varios días de pelea, optaron por aceptar mi decisión, aunque no muy conformes de que estudiara y trabajara a la vez, pero ya que, yo no iba a dar el brazo a torcer porque además el sector que me había tocado trabajar, era uno de los talleres donde, junto a otras personas, debiamos encargarnos de cortar telas a medida para luego mandarlas a otro sector de moldes, donde marcaban los diferentes diseños y se lo mandaban al sector donde cortaban e hilvanaban los moldes y lo dejaban listos para su costura final. No me quejaba ya que, de una forma u otra, a eso me iba a dedicar en un futuro, y me encantaba la idea de ir adquiriendo experiencias y conocimientos. Mi sueldo iba a ser mínimo, pero no podía quejarme, para mis gastos estaba más que perfecto.
y por si me había olvidado de mencionarlo, en dos meses empiezo mi segundo año de Diseño de Indumentaria Textil, porque mi gran sueño siempre fue ser dueña de mi propia marca de ropa.
Ya lista, me di una última mirada en el espejo, y conforme con mi vestimenta, baje a desayunar y me encontré a mi mamá preparando el desayuno en la mesada junto a la cocina y a mi papa con Nate todavía en pijamas.
-Buenos días familia- dije sentándome en mi lugar de siempre -esas tostadas se ven muy ricas ma.
-Buenos días- respondieron todos al unísono
-gracias las prepare con mucho amor, hija.- contesto mi mama con un aire de grandeza.
Ella tenía unas manos muy buenas en la cocina, hasta para preparar unas simples tostadas con queso.
- ¿Ansiosa por tu primer día de trabajo?- pregunto mi papa.
-podes arrepentirte ahora mismo, si queres yo puedo encargarme de llamar y decirles que no vas a ir ni ahora, ni nunca- agrego mi bella madre, ella siempre tan dulce. "Sarcásticamente hablando".
-Sí, estoy muy ansiosa y entusiasmada, y sobre todo decidida a ir- comente un tanto disgustada -por cierto ya tengo que irme, no quiero ser impuntual mi primer día.
-Voy a sacar el auto así te llevo, te espero afuera.- dijo mi papa, ya, sorprendentemente, vestido, ¿en qué momento se cambió su pijama?.. Ash, hombres.
-¡Ay! Hija, cuídate mucho, si? Muchas suerte y no te dejes pisotear por nadie- hablo mi mama a punto de estallar en llanto, corrí a abrazarla.
-Si ma, no te preocupes, estaré bien, chau te quiero, bye Nate- le di un rápido beso en su mejilla y Salí corriendo hacia la entrada.
El viaje fue corto, solo 30 cuadras, pero entre risas y charlas con mi papa se paso el tiempo muy rápido.
Mi papa estaciono el auto en la vereda de enfrente, comencé a sentirme nerviosa, empezaron a transpirarme las manos y me temblaban todas mis extremudades corporales.
Me acerqué a mi padre y lo bese cortamente en su mejilla.
-Gracias por traerme, cuando sea mi hora de salida te llamo asi me buscas, si?- le comente a mi padre mientras tomaba mi bolso.
-Si pequeña, cuidate mucho y muestrales lo que sabes hacer- sonrío para luego guiñarme un ojo.
Asentí levemente mientras sonreí y bajaba del auto, nos despedimos y una vez que el auto estuvo bastante lejos, me digne a cruzar la calle y me pare frente al gran edificio.
Bien Emma, tú puedes, por esto estas aquí. Eres valiente, adelante. Me repetía mentalmente.
Aquí vamos.