Otra oportunidad para el amor

9

Llamo a la puerta del despacho del entrenador de boxeo y espero unos segundos     

Llamo a la puerta del despacho del entrenador de boxeo y espero unos segundos. Al no recibir ninguna respuesta golpe de nuevo.

—Adelante—contesta una voz ronca.

Cuando abro la puerta, el entrenador me ofrece sentarme y aparto una de las sillas que hay enfrente de su escritorio. Se arregla un poco la camiseta y bebe un sorbo de su café, me mira esperando a que hable.

—Quiero entrenar con el equipo de boxeo.

El entrenador se sorprende por mi reacción, pero asiente y me mira sonriendo.

—Entiendo, por mi bien.

—¿Enserio?

—Pues claro, usted será una alumna más.

—Vaya, gracias.

—Empiezas esta tarde, en el gimnasio, a las ocho.

Recojo mi bolso del suelo y salgo del despacho. En el camino, me encuentro con varios chicos del equipo saliendo de las duchas. Mis mejillas se tiñen de rojo en cuanto veo a todos esos chicos semidesnudos. Salgo rápidamente de allí y me dirijo directamente a mi habitación. Cuando llego allí le cuento a Rebeca mi decisión.

—¡Estás loca, te mataran!

—Solo voy a entrenar para tener mejor agilidad para los partidos, ya le he dejado claro al entrenador que no competiré.

—Ah que alivio —Rebeca suspira y se tumba en la cama.

Lo único que me preocupa es que Nathan estará allí, pero desde cuando me he dejado intimidar.

Abro el armario y sacó unos shorts ajustados junto con una camiseta de deporte, me siento en la cama y ato los cordones de mis deportivas

Abro el armario y sacó unos shorts ajustados junto con una camiseta de deporte, me siento en la cama y ato los cordones de mis deportivas. En la bolsa de deporte meto lo necesario y salgo de la habitación, el camino hacia el gimnasio se hace eterno pero cuando llego, me detengo en la puerta. Respiro dos veces y la abro, he conseguido llamar la atención de todos, sus miradas se dirigen hacia a mí y el profesor deja de hablar

—¿Qué hace ella aquí? —preguntan uno de ellos.

El entrenador sopla su silbato, asustando a todos.

—Ella entrenara junto a ustedes y no quiero quejas.

Varios murmullos invaden el gimnasio, no les presto atención y dejó la mochila junto a las gradas. El entrenador pone a todos a hacer un circuito mientras yo miró.

—Melissa —me llama el entrenador—. Hoy entrenarás con Donovan.

—¿Por qué con él?

—Es nuestro mejor boxeador, si quieres entrenar, él es el idóneo.

Asiento y voy al ring junto a Nathan, observo cómo se pone venda desde sus manos a su muñeca. Cuando termina me la tira de mala manera, la recojo del suelo y enrolló también mis manos, cojo polvos de talco y frotó mis manos.

—¿Listos? —dice el entrenador.

—Listo.

—¿Lista? —me pregunta el entrenador.

Asiento, colocó mi pierna enfrente de mí y aprieto los puños. Nathan empieza a dar saltitos y moverse de un lado a otro. El primer golpe de Nathan no me lo esperaba pero consigo esquivarlo. Intento golpearlo pero fallo, con tan mala suerte que esta vez si acierta y me da un puñetazo en uno de mis pechos.

—¡Ten cuidado!

—No querías entrenar, ya sabes lo que hacemos aquí.

Le miró furiosa y vuelvo a protegerme cuando se me echa encima para golpearme en la cara, aprovecha y con su pierna derecha me hace caer al suelo. Coge mi pierna derecha y la sube hasta mi cuello dejándome inmovilizada, no es una posición cómoda pero él no parece tener la intención de moverse. Intento que se quite de encima pero sigue inmovilizándome.

—Suéltame ya.

El entrenador nos grita desde abajo y ahora sí que me suelta, nos mira furiosos y nos señala a ambos.

—Ustedes dos, les quiero el sábado por la mañana aquí.

—¿Un sábado? —digo extrañada.

—Sí, esperó que así consigáis llevaros bien si no va a ser imposible que continúes entrenando ─dice esta vez mirándome a mí.

Los dos asentimos sin decir ni una palabra.

—Nos vemos el lunes —se despide el entrenador.




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