Otra oportunidad para el amor

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Cojo a Missie en brazos y empiezo a canturrear villancicos consiguiendo que la pequeña empiece a reírse     

Cojo a Missie en brazos y empiezo a canturrear villancicos consiguiendo que la pequeña empiece a reírse. Me encanta hacer el tonto, sobre todo si consigo sacarle una sonrisa.

—Oye que no canto tan mal —tomo su mano y empiezo a bailar de un lado a otro.

Mi madre entra en el salón con un plato de galletas y se une a nosotras.

—Me encanta que estés en casa —me abraza.

—Y a mí, este año ha sido un caos.

—No te olvides que sabemos lo del castigo.

—Mamá no fui yo...

—Te creo —besa mi mejilla—. Venga vamos a comer galletas.

—¿Me dejas el coche para ir a la casa de la abuela? Necesito que me preste ropa de cuando era joven para un evento de la universidad.

—¿Un evento?

—Sí, van a hacer un evento estilo los años 80' y necesitó ropa de esa época.

—Claro, pero vuelve para la cena. Vendrán tus primos.

Cojo las llaves y subo al coche. Voy a necesitar mucha paciencia para aguantar a los odiosos de mis primos, desde pequeña me han hecho la vida imposible. Son mellizos y siempre se las han apañado para culparme a mí por todo. Siempre me reñían a mí y ellos se libraban de sus jugarretas.

Llego a casa de mis abuelos y aparco al lado del coche de mi abuelo. Este lugar siempre ha sido un lugar especial para mí, mi refugio cuando mis padres me reñían. La abuela siempre me ha mimado y lo sigue haciendo a pesar de que ya soy mayor de edad.

Llamo al timbre y no tarda nada en abrirme la puerta. Nos abrazamos y le explico rápidamente el motivo de mi visita. Tengo que estar pronto en casa para prepararme y también tengo que darle tiempo a mi abuela para arreglarse. Subimos al trastero y mi abuela camina directa hasta un gran baúl.

—Mira a ver que te gusta.

Lo abre, me agacho a su lado y empiezo a sacar la ropa del baúl. Hay muchas camisetas y pantalones, pero lo único que me llama la atención es un vestido. Es súper bonito, rojo con puntitos de color blanco.

—Me quedó con este —digo doblándolo.

—Llévate esto también —saca del baúl uno zapatos rojos de tacón y me los entrega—. Combinan con ese vestido.

—Gracias —la abrazo—. Nos vemos esta noche.

Me arreglo con un vestido blanco y unos tacones dorados

Me arreglo con un vestido blanco y unos tacones dorados. Termino de maquillarme y salgo de mi habitación. Entro directamente en el comedor encontrándome con toda mi familia. Cojo una copa de la mesa y me sirvo un poco de refresco. Desde donde estoy puedo ver a mis primos, tengo que admitir que la pubertad ha hecho un gran trabajo con ellos.

Peter es más alto de lo que lo recordaba, ha dejado crecer su pelo castaño y aunque lleva la camiseta puesta se puede distinguir perfectamente lo fuerte que está. Brittany, en cambio, es un poco más baja que su hermano pero sigue siendo más alta que yo. Su cabello castaño le cae en cascada por la cintura y tiene unas curvas de escándalo. Pero si algo tienen en común los dos es que parecen ángeles delante de la familia pero son bastante odiosos.

Nos sentamos todos en la mesa. Por suerte a mi lado se sienta mi tía y al otro mi madre. Nuestra abuela se da la vuelta y de una bolsa va sacando uno por uno los regalos que tiene para nosotros. El mío lo deja enfrente de mi plato.

Es una bolsa de una tienda de lencería. Al verla mis padres abren los ojos expectantes por comprobar que no es real lo que hay dentro de la bolsa. La abro y de ella saco un conjunto de encaje blanco. Miro a mi abuela y comienzo a reír.

—Mamá como se te ocurre regalarle eso —se queja mi madre.

—Hija mía, si alguna vez va a practicar sexo no puede ir con la ropa interior que lleva siempre.

—Gracias... —digo mientras siento como empiezan a arder mis mejillas.

Mis padres me entregan otra bolsa y rezo porque no sea más ropa interior. Dentro de ella hay una caja. La abro, cojo el colgante que hay en su interior y me lo pongo. Los abrazo como agradecimiento y les doy el regalo que le compre a Missie. Son unos pendientes y un collar con su nombre.

—Gracias cariño, es un gran detalle.

Cojo a Missie en brazos mientras mi madre le pone el collar y los pendientes. Está muy linda. Cuando levanto la mirada me encuentro con al de mis primos que están completamente quietos en sus sillas. Seguro que están tramando contra mí. 




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