Otra Vez

2

LA SECUNDARIA

 

Toda buena historia comienza en el primer día del último año. La mía también pero no es una buena historia aunque al principio parezca que sí.

Todo comenzó porque llegué tarde. Estaba lloviendo desde temprano, mi chaqueta no era lo suficientemente gruesa como para evitar que mi ropa se mojara y los zapatos tipo tenis ya estaban empapadas por un charco que pisé al venir aquí.

Cuando vi que la puerta de la entrada estaba cerrada, me dejé caer al suelo sin importar la tierra o el agua. No había corrido por casi diez minutos bajo la lluvia solo para que me dejaran afuera.

Sé que quizás fue mi culpa por programar mal la alarma y en lugar de ajustar la hora en AM, le moví mal y marqué PM. Por suerte el sonido de mi familia ruidosa me despertó, cuarenta minutos más tarde de lo que debí despertar.

Consideré saltarme la barda pero bueno, soy una inútil. Claramente hacer algo así resulta improbable. Luego pensé en quedarme aquí hasta que alguien saliera pero no creo que por ahora alguien salga y si lo hace, no me dejaran entrar así, toda mojada y sucia.

¿Cómo pude atrasarme justo el primer día?

Mientras pienso en las posibles formas de arreglar mi situación actual, veo unos zapatos negros que también están mojados colocarse frente a mí.

—¿Necesitas ayuda? —Algo estaba bloqueando la lluvia sobre mí.

Era un chico. No. No era cualquier chico. Era el chico de mis sueños. Era el chico con quien había soñado toda mi vida. Era el chico que robó mi corazón desde que lo vi.

De veras, era demasiado guapo para nuestra edad. Su rostro estaba diseñado por los mismísimos ángeles y sonreía de una manera perfecta. Me hacía recordar a cada canción de amor que he escuchado durante mi corta existencia.

Mi corazón se aceleró emocionado, mi corazón lo reconoció. El chico de mis sueños.

Él estaba seco, a diferencia de mí. Llevaba el cabello rubio oscuro peinado hacia un lado sin tanta forma, sus ojos eran negros y su piel era blanca pero no pálida. No podía dejar de verlo a pesar que seguro parecía una loca. Sostenía una sombrilla negra sobre él y ahora la estaba inclinando sobre mí para evitar que la lluvia siga empapándome. Imposible.

Él se inclina para quedar a mi altura y sonríe. —Hola, soy Jake Dristell, ¿Cómo te llamas?

El cabello se me pegaba al rostro por la lluvia retenida. —Mmm… — ¿Cómo se supone que hablas decentemente cuando tienes al chico más guapo de todo el mundo frente a ti? —, me llamo Dolly.

Dolly es un nombre estúpido, sin ofender Dolly Parton. Lo es, Dolly es un nombre para niñas regordetas que llevan dos coletas bien apretadas. Dolly es nombre de mascota, pero no de un perro o un gato. Es como nombre de tortuga. Dolly es nombre de una chica que llega tarde el primer día y se deja caer rendida en el pavimento húmedo bajo la lluvia.

Jake sonríe inclinando el paraguas hacia mí, para seguir protegiéndome de la lluvia. —Dolly, que bonito nombre.

Hasta ese momento en mi vida, no me había gustado mi nombre pero el hecho que este chico guapo me haya dicho eso, cambia todo. De repente amo mi nombre.

Jake extiende su mano hacia mí y mi corazón late rápidamente. ¿Tomará mi mano? ¿Quiere tomar mi mano? Trato de calmarme recordándome que solo está tratando de ayudar a la loca que está en el suelo bajo un aguacero.

Tomo su mano y su tacto es cálido a pesar del mal clima. Me ayuda a ponerme de pie y ahí es donde me doy cuenta que tan alto es. Es como unos veinte centímetros más alto que yo.

No entiendo como mamá puede afirmar que uno escoge de quien se enamora. Ese día no decidí enamorarme de Jake, simplemente sucedió. Él, estando ahí con ese porte perfecto y yo, hecha un desastre como siempre, bajo la lluvia. Era algo poético, algo que los autores utilizan a manera de cliché reutilizado, pero que siempre funciona. Al final, todos queremos un momento así, uno donde el cielo está regando un par de corazones para que algo nuevo crezca.

Mi corazón estaba listo para florecer.

Alto, guapo, amable. Todo en uno, un partidazo. Jake no parecía casado ni agitado, parece que llegó a su ritmo pues no debe ser de los que espera sino de los que hace al mundo esperar.

Jake no suelta mi mano y me mueve a un lado, donde una cornisa nos protege mejor de la lluvia. Si esta fuera una película de romance, esas que tanto me gustaban ver en mi adolescencia, Jake se acercaría a mí y nos observaríamos por varios segundos. En ese instante él se daría cuenta que soy el amor de su vida y me besaría de la misma forma que lo hacen en Hollywood.

Pero eso no ocurrió.

Jake solo sonríe y suelta mi mano. — ¿También llegaste tarde? —Incluso su voz es perfecta. Puedo escucharlo hablar por siempre.

Rayos, ¿Qué me pasa? ¿Por qué me siento tan embobada?

Asiento. —Sí… de todas formas ya estoy empapada —estoy segura que si exprimo mi cabello, saldrá un chorro de agua.

Niega. —Justo el primer día del último año de secundaria, nos dejan afuera.

Asiento de nuevo sin saber que decir. Mis manos están húmedas y aunque puede ser la lluvia, también puede ser el sudor. Estoy nerviosa estando aquí, frente al que aparentemente es el amor de mi vida y yo me veo peor de lo que siempre estoy.

Bien hecho Dolly.

— ¿En qué año vas? —Pregunta cortando el silencio.

Muevo mi mirada hacia otro lado, uno lejos de él porque me pone muy nerviosa. —El ultimo.

— ¡Yo también! —responde alegre—. Al menos estoy conociendo a alguien antes de entrar ahí.

No es muy común que haya estudiantes nuevos el último año, la mayoría espera a terminar una etapa educativa para cambiarse de institución. Es casi una obra del destino el hecho que Jake esté aquí ahora mismo.

Muevo mis ojos hacia un lado, para verlo de reojo y su perfil es tan perfecto como el resto de su cuerpo. Bajo la mirada y me recuerdo que lo acabo de conocer, que no debería sentirme de esta forma tan rápido.




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