Otra Vez

3

Estaba lista. Enfocada. Empoderada.

Si iba a ver a Jake de nuevo tendría que demostrarle que dejó ir lo mejor que pudo tener. Sé que es una actitud inmadura pero por mi orgullo y dignidad, lo haré.

Aunque sé que me estoy auto engañando, en el momento que lo veo mis piernas se convertirán en gelatina y me derretiré por él justo como hace años atrás.

Me he estado auto entrenando para ese momento. Existe la posibilidad que él no llegue pero si sí llega entonces tendré que estar lista, debo permanecer calmada y fuerte. No voy a dejar que mis emociones me inunden o me abrumen, solo debo permanecer enfocada en mi plan. Mi plan es básicamente, demostrarle a él y a todos que estoy bien sin ellos.

Saco la goma de mascar de mi boca y la dejo en un basurero antes de prepararme para subir al tonto avión. Podría viajar hasta allá en auto pero serían muchas horas y no quiero hacerlo, el calor, tráfico y falta de baños me da más ansiedad que viajar.

Luego escucho que nos llaman y me arrepiento, decido que las piernas entumecidas y la frente sudorosa son mejor que poner tu vida en manos de un piloto que puede dormirse como en las películas y terminaremos en el medio de la nada.

Pero me recuerdo que por estos días no soy Dolly la miedosa, soy Dolly la mujer fuerte y valiente, alguien que sube y baja de aviones como si fueran escaleras eléctricas. Dolly es una mujer misteriosa, única y llena de virtudes. Esa es la Dolly que seré por ahora, debo fingirlo hasta conseguirlo.

No soy de viajar porque los aviones me ponen tensa desde el primer viaje que hice, donde hubo turbulencia por varios minutos y pensé que moriría sin besar a nadie; es por eso que me he traído un libro, orejeras y un tapaojos para dormir y no tener que lidiar con este estrés. El libro me hará dormir porque es un clásico y aunque me gusta leer, no me gusta leer clásicos solo algunos que son demasiado tristes y me identifico con ellos como “Las Desgracias del Joven Werther” si tienes el corazón roto, es un libro para llorar. Te lo recomiendo.

Pero el que me traje hoy es, y no me mates por favor, Emma. Nunca he podido pasar de la mitad, siempre termino remplazándolo por alguna lectura sobre romances en oficinas o en vacaciones de verano. Son más animados.

Me tocó el asiento de la ventana aunque no importaría si fuera el del pasillo, no veré nada durante el vuelo. Camino entre las personas que se están acomodando y mientras busco mi asiento casi me tropiezo y caigo sobre una señora que ya estaba sentada. Llego hasta el lugar que indica mi boleto y ya hay un chico sentado ahí.

—Hola, disculpa —señalo mi asiento—. Necesito pasar.

El chico me mira por unos segundos sin decir nada, en realidad pareciera que me quedó algo de chocolate de la barra que me estaba comiendo mientras esperaba mi vuelo porque se detiene en mi rostro de una manera extraña, finalmente retira su mirada y se pone de pie para que pueda entrar. Cuando lo hace me impresiona lo alto que es. Mi mente enciende el foco rojo en forma de corazón y me recuerda que nos gustan los chicos altos, pero no tan altos, así como él. Suspiro y trato de alejar ese pensamiento.

Asiento la cabeza agradeciéndole, entro en el pequeño espacio y me dejo caer sin muchos ánimos, comienzo a colocarme mis instrumentos anti estrés y antes que pueda comenzar a concentrarme para dormir, el teléfono me vibra.

Debería poner en modo avión.

Me quito el cubre ojos y veo la notificación. Es un mensaje de Kathy, me está deseando feliz viaje y espera tener todo el chisme cuando esté de regreso. Le contesto y ahora sí, coloco el teléfono en modo avión para evitar que explote. Sería una tragedia que por los textos de la única persona que puedo, de alguna forma, llamar amiga él avión explotara y todos me culparan.

Peor aún, yo sobrevivo y me quedo varada en una isla sin civilización.

Me dan unos pequeños escalofríos por lo que decido dejar de pensar en explosiones e islas sin humanos y me acomodo para empezar a dormir. Iba a hacerlo cuando algo llama mi atención. El chico que está a mi lado está revisando su teléfono. Es un correo electrónico.

ES EL MISMO CORREO ELECTRONICO QUE YO RECIBÍ.

Frunzo el ceño y sin quererlo me inclino hacía él, ojeando su teléfono sin permiso. Si alguien nos viera diría que soy una de esas novias celosas y posesivas que husmean cada vez que su pareja recibe un mensaje.

Muevo mis ojos a su rostro y luego a su teléfono otra vez. No entiendo porque un desconocido tiene una invitación para el mismo lugar a donde yo voy a ir.

No es posible, si hubiera estudiado con él lo recordaría. Parece incluso de mi edad, no creo que sea de las generaciones posteriores a la mía. No recuerdo haberlo visto si quiera una vez en la escuela.

Digo, si lo hubiera visto, lo recordaría. Tiene el cabello oscuro, como chocolate Hershey (lo siento, tengo hambre y ese chocolate que comí no fue suficiente para menguarla), sus ojos son color miel (mmm, más comida) y su piel parece de un tono caramelo (alguien deme comida) además por la camisa de manga larga que se le pega al cuerpo puedo notar que hace ejercicio a pesar que es delgado. Su mandíbula es un tanto definida, no exagerada y tiene unas pecas sobre la nariz.

Digo, si él hubiera existido cuando yo estaba en la secundaría probablemente ni hubiera volteado a ver a Jake.

Jake es guapo pero este chico de aquí es diferente, como si fuera más natural. No sé cómo explicarlo. Es como decir que Jake es una obra de arte, fue diseñado cuidadosamente para verse de la mejor manera pero este chico es como una flor en medio del pasto. No puedes evitar verle pues es lo que resalta pero su belleza es natural, sin ser moldeada o haber sido creada antes en un borrador.

No es como si los padres de Jake lo moldearon pero… no sé cómo explicarlo espero me hayas entendido.

— ¿Qué pasa? —El chico habla de repente—. ¿Por qué has estado viéndome por cinco minutos?




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