Otra Vez

10

— ¿Cómo es que este chocolate vegano sabe tan bien? —Le pregunto a Jeremy.

Jeremy y yo estamos en su habitación comiendo algunas golosinas que le trajo a su familia. Están deliciosas y son veganas. Antes no asociaba la palabra deliciosa con vegana.

Lo sé, toda una prejuiciosa.

Jeremy se encoje de hombros. —No todo lo vegano es malo, hay muchísima comida deliciosa.

—Pero también hay cosas feas como el tofu.

Jeremy ríe. —El tofu bien preparado no es malo.

Niego. —Pensé que solo comían lechuga.

Él sonríe. —Lechuga y chocolate vegano.

Jeremy es un chico bastante relajado. Luego de comer se ofreció a lavar los platos y yo también. Lavamos todo y lo guardamos según sus indicaciones y a pesar de las protestas de sus padres pues no querían que su invitada hiciera nada. Seguido les entregó a sus padres una bolsa con bastantes golosinas y me preguntaron si quería probar algunas. Jeremy seleccionó sus favoritas y me pidió que las probara.

Lo iba a hacer pero me sugirió que subiéramos a su habitación. Ni sus padres ni él se veían incomodos así que alejé cualquier idea de doble sentido y lo seguí. En realidad su habitación es más cómoda de lo que pensé. Tiene un sofá y una mesita de café. Si, un sofá… cosas de ricos. También hay un escritorio amplio, su cama al fondo y una puerta que te dirige a un armario.

Estamos en el sofá y seguimos probando los chocolates. —Tu casa es demasiado grande, es genial.

Baja la mirada tímido. —Bueno, mis padres lo merecían —afirma—, Andy y yo se las compramos hace unos años, terminamos de pagarla el año pasado.

Que buenos hijos, no conozco casi nada de Andy pero seguramente es igual de buena persona que Jeremy. —Eso es dulce.

Se encoje de hombros. —Se lo merecen, ellos en sus países fueron pobres y se mudaron a Alemania porque papá tendría un trabajo ahí pero recuerdo que llegaba cansado y con dolor de espalda.

—Se nota que están muy orgullosos de ti —afirmo.

Suspira desenvolviendo un chocolate pequeño. —Hago lo que puedo.

Yo siempre hacia lo que podía y nunca era suficiente pero bueno, eso no importa ahora.

—Entonces… —me acomodo—, ¿Por qué no quieres ir a la reunión? Sé sobre la parte de no querer verlos pero, ahora eres diferente. ¿No tienes ganas de ver sus caras cuando se den cuenta que tipo de persona eres ahora?

Jeremy niega sin pensarlo. —La verdad es que no. No me importa si les impresiono o no, no me importa lo que piensan.

Sé que estoy siendo insistente y bastante irritante con esto pero entre más paso tiempo con él, más quisiera que me acompañara. No quiero ir sola, puedo hacerlo sí pero no quiero hacerlo. Sé que me la pasaría bien con Jeremy.

Hago una mueca. —La secundaria fue hace años pero se siente como si todo sucedió ayer.

Asiente y toma otro chocolate. —Lo sé, ¿A dónde se fue todo el tiempo?

Suspiro e igualmente tomo otro. —No se… jamás pensé que fuera así. Siempre habían adultos diciéndome que los años vuelan, que después de la secundaría todo avanza demasiado rápido pero jamás me imaginé que sería tan cierto.

Hay días donde me cuesta creer que ya no tengo diecisiete años. Pensé que había vivido mis etapas como se debía, no experimente eso de las fiestas y las locuras adolescentes pero hice lo que pude, aun así, pienso que la vida se me escapó por los dedos como si fuera agua. Si pudiera volver atrás aunque sea un día, lo haría.  

—Te entiendo.

Nos quedamos en silencio mientras comemos un par de chocolates más. Es la primera vez después de mucho tiempo en donde estoy sentada en silencio con alguien pero no se siente incómodo, se siente bien.

— ¿Por qué quieres ir? —me pregunta Jeremy cortando el silencio—, ¿De verdad quieres ver a todas esas personas? Entiendo que quieras tomar algún tipo de revancha pero, ¿Solo por eso? ¿Quieres verlos por última vez?

Suelto aire. —Pues algo así, solo quiero saber que ha sido de ellos. Hace años que no les he visto y he perdido la comunicación con casi todos.

—Pero…

—Lo sé —admito—, sé lo que muchos hacían y sé lo que sucedió. Es por eso que quiero estar ahí, quiero que vean que al final, ellos perdieron. Sé que es una tontería pero por una vez en mi vida quiero hacerles sentir que nunca tuvieron poder sobre mí.

—Bien —Jeremy dice—, entonces hazlo pero hazlo bien.

Levanto mi ceja y volteo a verlo. — ¿Qué quieres decir?

—Que no puedes ir sin tener el control al cien por ciento. Sea lo que sea que pase, tienes que mantener la frente en alto y la espalda recta —se voltea hacia mí—, tienes que recordarles que ya no eres la chica de la escuela. Ahora eres Dolly, la mujer imponente y confiada que merece respeto.

Suelto una carcajada. —Cuando lo dices así, casi me lo creo.

Sonríe y un hoyuelo se muestra. —Lo eres, Dolly. Siempre lo has sido solo necesitabas darte cuenta —señala los chocolates—, antes no te gustaba comer chocolates, ¿Recuerdas?

A pesar que Jeremy y yo no nos conocimos hasta los últimos meses de la escuela y que no solíamos pasar mucho tiempo juntos, él probablemente fue la persona que conoció la mayoría de mis secretos.

No todos pero si la mayoría.

Uno de ellos era que no me gustaba comer chocolates pues me salían granitos y obviamente, tenían calorías. No era mi mayor secreto pero él llegó a conocer algunas cosas de mí, como eso.

—Ah, sí… antes me importaban mucho las calorías. Ahora ya no.

Jeremy sonríe otra vez mostrando su hoyuelo. —Pues me alegra, no debería importante mucho esas cosas. Es mejor pensar en tu salud no en las calorías.

Río un poco acomodándome en el sofá. —Eres el señor saludable, ¿No? Dime que no practicas yoga.

Se queda pensando. —Lo intenté pero no soy tan flexible.

Niego riendo. —Eres increíble, aun no me creo eso que no tienes o has tenido novia. Seguramente las chicas se derriten como yo por ese chocolate.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.