Otra Vez

18

LA SECUNDARIA

 

Esto sucedió a tres meses y medio que mi último año terminara.

Estaba regresando del baño cuando me detuve de golpe, en uno de los pasillos dos personas se estaban besando. Tenía que pasar por ahí para regresar a clases pero sería bastante incómodo. Bajo la mirada y considero regresar al baño para darles tiempo a que terminen, sin embargo escucho una risita y reconozco a la chica.

Daisy y Jake se estaban besando.

No podía creerlo, no podía entenderlo. Mi corazón me dolía mucho, demasiado. ¿Es normal que duela así? ¿Debería llamar una ambulancia? Pensé que ver a Jake besando a otras chicas ya era lo suficientemente doloroso pero ver tu chico con tu mejor amiga es otro tipo de dolor. Mi corazón no me dolía, me ardía.

Mis ojos se nublaron y me cubrí la boca con las manos. Que estúpida he sido todo este tiempo, no puedo creerlo. Daisy y Jake están besándose como si no hubiera un mañana, sus manos se pasean entre sus cuellos y cabellos. Mi garganta se siente seca.

No era la primera vez que veía a Jake besando a alguien más pero, ¿A mi mejor amiga? ¿Es enserio? ¿De todas las chicas en el mundo? ¿Por qué no quiere besarme a mí? ¿Acaso a los mujeriegos tampoco les gusto? Estoy completamente en shock.

La primera semana de la escuela le señalé el chico que me gustaba a Daisy. Era Jake. Le dije que me gustaba mucho y ella no reaccionó como siempre, no hizo bromas o se ofreció a presentármelo, solo se quedó sería. En ese momento, lo supe. Supe que a ella también le gustaba.

Mi corazón se había hundido en ese momento pero al verla decidida a no salir con nadie que no fuera de su religión, específicamente de su iglesia, me tranquilizaba un poco aunque no podía evitar los ataques de celos cuando me contaba que se la había pasado toda la noche hablando con él.

Jake era para mí y ella me lo estaba arrebatando. Ella sabía que me gustaba, ella sabía que nunca había besado a nadie y que estaba esperando por la persona correcta. Ella sabía que yo quería amar a alguien pero no le importó.

Daisy podía tener a cualquiera, la mitad de los chicos de aquí se derretían por ella pero no le importaba, ella se hizo la santa y ahora se está besuqueando con el único chico que he amado. Ella lo está haciendo a escondidas porque sabe que está actuando mal. Para ella, para nuestra amistad. Para todos.

Yo podría hacer algo, acusarla con la directora pues ella odia que los alumnos tengan este tipo de espectáculos románticos en la escuela. Podría hablar con sus padres y exponerla, decirles que su hija no es para nada pura.

Pero no lo haré. Realmente no tengo ninguna razón para hacerlo, ella es libre y Jake también. Si Jake no me quiere no significa que no tiene derecho a estar con quien si quiere. Daisy puede besar a quien quiera, aun si es a la persona que a mí me gusta.

Yo soy la que pierde en esta historia.

Quiero huir, quiero darme la vuelta y desaparecer. Mi corazón está en miles de pedazos, mis ojos se llenan de lágrimas y no puedo llorar aquí. No ahora, no frente a ellos.

No me notan, como siempre soy invisible. Ella y él se besan con los ojos cerrados y quisiera empujarlos para que se despeguen. ¿Por qué está pasando esto? ¿Por qué tiene que suceder así? puedo lidiar con el rechazo, puedo aceptar que Jake salga con chicas mil veces más guapas que yo pero no puedo aceptar que Daisy sea quien me quite a Jake.

¿Debería gritarle? ¿Debería empujarlos? ¿Debería solo darme la vuelta y llorar?

Doy un paso hacia atrás y otro más. Me doy la vuelta y corro. Las lágrimas empiezan a salir sin poder ser detenidas. Estoy llorando y aprieto los ojos, corriendo tan rápido como puedo hasta el fondo de la escuela.

Necesito soledad, necesito dejar de existir. Necesito que alguien me mate ahora mismo. ¿Qué sentido tiene todo esto? Estoy harta, cansada de aguantar todo. Aguantar a mi familia, aguantar ser invisible, aguantar ser la amiga de reemplazo.

No tiene sentido nada y estoy segura que mi vida seguirá siendo tan mala como lo es ahora. Quizás solo debería terminar con todo esto, quizás si desaparezco las personas estarán agradecidas con mi ausencia. Quizás Daisy no buscaría los pasillos solitarios para besuquearse con el chico que le gusta, quizás mis padres no me reclamarían sobre mis calificaciones y todo lo que pagan. Quizás mi abuela no me recordaría todos los días que no debo “meter la pata” con cualquier hombre o terminaré embarazada a los diecisiete como mi tía. Quizás todo este mundo no me necesita.

Ni siquiera yo me soporto.

Estoy cansada de verme al espejo y ver a un ser tan horrible. Cara grasosa, cabello feo, dientes torcidos y una balanza que apunta números grandes. Ya no quiero vivir. Ya no quiero existir. Ya no quiero verme al espejo nunca más.

No hay razón.

No hay salida.

No hay esperanza.

A nadie le importo, nadie me quiere y nunca nadie me va a amar. No tengo ningún talento, no sirvo para nada. ¿Cuál es el punto que siga en este estúpido planeta ocupando espacio?

Así que sin pensarlo, corro directamente a la piscina.

Aquí, al fondo de la escuela hay una piscina. No es tan grande pero si lo suficiente para que las personas que toman clases de natación puedan practicar y todo eso. Yo no he tomado ninguna de esas clases porque con mis 145 libras, ponerme un traje de baño sería lo más estúpido que podría hacer.

No tan estúpido como lo que estoy a punto de hacer.

Me tiro a la piscina y salpico agua fuera de ella, hundiéndome al fondo. Aun si trato de ponerme de pie, estoy en la parte más honda y no podría sacar la cabeza para tomar agua. No quiero hacerlo, es el destino. No estaba cerrada la barda, no hay nadie aquí.

Debo morir, aquí y ahora.

Debo ahogarme y que saquen el cadáver de una estudiante mediocre para que se olviden de mí en menos de una semana. Ya puedo ver las noticias preguntando sobre mí y la gente volteando a verse entre ellos nerviosos pues nadie me conocía y nadie sabría qué decir.




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