¿otra vez tú?

Capítulo 3: “Di tanto como recibí.”

Y aquí estamos...

 

—¡No puedo creerlo, dos veces en la dirección el mismo día! Y usted acaba de ingresar a esta Institución ¿Acaso no sienten vergüenza?—preguntó el director anonadado, llevaba dándonos un buen sermón hace más de veinte minutos.
 

Me encogí de hombros repitiendo lo mismo que había dicho todos estos largos veinte minutos.— Fue él.
 

No puedo ganarme un castigo, no el primer día.

 

— Di algo más creíble la próxima vez, Cherry. — respondió Kay con cansancio.

 

— Ay por favor si tú no hubieses...

 

Creo que después de un buen tiempo discutiendo sobre quién era el culpable con el idiota de Kay olvidamos donde estábamos, hasta que una voz fuerte resonó en toda la habitación donde nos encontrábamos.

 

—¡Ya cállense!— el director masajeo sus sienes tal como lo hizo la primera vez que estuve aquí este año. Seguro ya se está volviendo loco. — Llamaré a sus padres.
 

No, no, no.

 

—¡No!— hablamos Kay y yo al unísono, y al darnos cuenta, nos dimos una mala mirada.
 

— Ah, ahora si concuerdan en algo.— rodó los ojos.

 

— No puede llamarlos...

 

— No me dejan otra opción.

 

— Esto no es justo.—me crucé de brazos haciendo pucheros, aún más molesta de lo que anteriormente estaba y eso que pensé que era imposible.
 

— La vida no es justa, si fuese por mí, usted ya estaría expulsada de este colegio.— respondió.

 

Auch. Eso dolió.

Kay se rió y yo abrí la boca indignada.

 

—¿Pero qué dice? Soy una de las mejores estudiantes.—me defendí resoplando.

 

— Causar una explosión en el laboratorio de Química, lanzarle bolas de papel a sus compañeros en medio de clase...¿Quiere seguir con esta discusión?— rodé los ojos y me quedé callada.— Eso pensé, ahora fuera los dos, ya me está dando dolor de cabeza, esperen a sus padres fuera.
 

Sin más que decir caminamos hacia donde se nos había indicado, no existía rastro de ningún estudiante en el lugar y no le dirigí la palabra a el imbécil que tenía a mi lado en ningún momento.

Tomé mi teléfono y puse mis audífonos por dos buenas razones, la primera era ignorar a Kay dentro de todo lo posible, la segunda, no escuchar el drama que haría mi madre por todo esto. Pasaron minutos, y tal como debía suceder, mi madre entró por esa puerta, no sola, mi hermano venía con ella.

 

Genial.

 

—¡Leandra Brooks!

 

Y aquí viene.

 

— ¡No sé cuántas veces me han llamado, pero hija mía, es el primer día!— dijo intentando mantener la calma.

 

— No fue mi culpa

 

— ¿Qué hiciste esta vez hermanita?
 

— Tú cállate.

 

— Luego hablaremos, en casa.—sentenció.—Vamos Zack.
 

Sin más, mi madre y mi hermano —metiche— entraron a la oficina del director. Más tarde la madre de Kay también llegó y pasaron ahí un buen rato, al igual que yo con mis audífonos, pero al parecer no era suficiente.
 

—Oye Brooks.—escuché su voz ronca.

 

Ay no, en serio debería buscarse un hobby.

 

—¿Qué?—respondí cortante.

 

—Tenemos un trabajo que hacer ¿Recuerdas? Ya que gracias a ti mañana no vendremos...—sonrió con arrogancia.— A las tres en mi casa.

 

¿Y este que se cree?
 

— ¿Lo decides tú?
 

— A ver, por lo que tengo entendido me odias— me miró a los ojos directamente—Sentimiento que es mutuo por cierto.—valía la pena recalcar.— Así que dudo que quieras que esté en tu casa, y tampoco quieres reprobar la materia, así que siento decírtelo Cherry, pero es la única manera.

 

Buen punto.

 

—¿Dónde vives?— pregunté rendida.
 

—Te dejé la dirección en WhatsApp.

 

— En serio estás demasiado seguro de ti mismo como para pensar que aceptaría...Espera un momento...¿Cómo tienes mi número?—fruncí el ceño esperando una respuesta de su parte.
 

—Tengo contactos.—se encogió de hombros.

 

— ¿Ahora me acosas? — sonreí con suficiencia.
 

— Para nada, calma Cherry tengo una vida.

 

—No parece.

 

Dándome por vencida tomé mi teléfono, abrí mi Whatsapp y allí estaba el mensaje de un número desconocido. Al leerlo mis ojos casi se salen de órbita.

 

—¿Qué pasa?
 

—Nada.— respuesta rápida, no la mejor, pero al menos una respuesta.

 

¿Qué nuestras madres no iban a salir de ahí nunca?

 

Esto tiene que ser una broma. ¡Es el peor primer día del mundo! Primero llega aquí, nos sientan juntos, tenemos un pase gratis a la dirección, juntos...y ahora esto.

Le di mil vueltas en mi cabeza pero tuve que preguntar.— Oye ¿Te mudaste en estos días?
 

Entrecerró los ojos.

 

— La semana pasada.— respondió con simpleza y con algo de confusión en su mirada.

 

— Eso explica muchas cosas.— solté un largo suspiro y entonces lo dije.— Estás a solo dos manzanas de mi casa.
 

¡¿Porqué me pasan estas cosas?!

El Apocalipsis se acerca, eso debe ser.

 

Esto ya parece una estúpida película cliché.

Esperaba que su reacción fuera incomodarse, incluso formar un escándalo y rogarle a su madre volver a mudarse. Pero lo que hizo me descolocó por completo, lo que me confirmaba que estaba mal de la cabeza. Comenzó a reírse.
 

— Parece que la vida nos quiere juntos.—se rió de nuevo.—¿Porque dudabas tanto en decírmelo?— levanté una ceja.— Oh, sí, no creas que no me di cuenta de que pasaste veinte minutos en un debate en tu cabeza.
 

Dramático.
 

Mi patética vida sí que es un desastre. No puedo dejar de preguntarle al Universo que hice para merecer esto, porque algo seguro debí haber hecho, y por esa razón el karma me persigue ahora mismo.




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