Mi teléfono celular sonó por enésima vez, y entonces me di cuenta de que me había quedado dormida después de almorzar. Rápidamente me senté en mi cama y tomé mi móvil. Lo primero que vi fue la hora.
Mierda, mierda y más mierda.
Eran casi las seis de la tarde y quien me llamaba era nada más y nada menos que mi mejor amiga, quien seguro debía estar en la planta baja, así que tomé el teléfono en mis manos, lo contesté y me levanté para caminar hacia la puerta.
—¿Si?
—¡Leah!— gritó enojada. Vale, me lo merecía.
— No grites. Solo dime dónde estás.
— Fuera de tu casa.— respondió.
— Lo siento, lo siento. Voy bajando.
Dicho esto colgué la llamada y rápidamente bajé abriendo la puerta. Lo primero que vieron mis ojos fue a mi mejor amiga sentada en los dos pequeños escalones que habían casi a la entrada de mi casa, pero no estaba sola, mi peor enemigo, quien no quiero mencionar le hacía compañía. Fruncí el ceño. Me siento traicionada amigos. La vista de mi mejor amiga se posó en mi al igual que la de Kay, entonces sonreí apenada.
— Al fin. Te he estado llamando por casi una hora. Comenzaba a creer que te habías muerto. — dijo la castaña acercándose a mí.
— Me quedé dormida...
— No quiero excusas. Lo importante es que ya estás aquí y si no comenzamos en este mismo momento llegaremos tarde Leah.
—Hola Cherry.— una sonrisa de auténtico capullo se formó en su rostro.
— Hola idiota.— le devolví la sonrisa.
—Aunque me encantaría quedarme aquí a escuchar sus saludos extraños.— dijo Caroline con ironía— Necesitamos comenzar ya. Tira.— dijo tomándome de mi brazo para entrar a casa.
—¡Si, arréglate un poco Cherry!—se burló Kay.
— Qué te den.— le mostré mi dedo de en medio.
— No discutan de nuevo, parecen niños pequeños.— soltó una risa Caroline haciendo un ademán de despedida a Kay y cerrando la puerta.
— ¿Qué hacías con el enemigo?— le pregunté a penas entramos.
— ¿Celosa?
— ¿Qué? ¡No!— aclaré indignada. Celos era lo que menos podía sentir hacia él.
— Tranquila. Noah no pudo traerme así que vine a pie, y me encontré a Kay en mitad del camino. Me pregunto a donde iba y me trajo. Nada del otro mundo.— le restó importancia.
Levanté una ceja.
— Tuve el tiempo de hablar con él, no parece tan mala persona.— dijo pensativa.
— No, claro que no es tan mala persona como parece.— dije.— ¡Es peor!
— No exageres, sólo me trajo, no es nada ¿Ok?— cansada asentí con la cabeza.— Ahora subamos, hay cosas que hacer.
Fuimos a mi habitación y comenzamos a prepararnos. Mi madre no tardó en llegar a casa con mi hermano quien había salido a quien sabe dónde y luego había pasado por mi madre al trabajo.
Nos habíamos dado una ducha cada una y ambas teníamos una toalla envolviendo nuestro cuerpo además de la ropa interior, claro. Y nuestro cabello húmedo sujeto con otra toalla encima. A pesar de que yo sabía algo sobre maquillaje —lo básico amigos— Caroline tenía mucho más talento que yo en esto, debía admitirlo.
— ¡Maldito delineado! ¿Porqué es tan difícil que salgas parejo?!— se quejó buscando toallitas para desmaquillarse.
Bueno tanto que talento...
Luego de unos minutos terminamos nuestro maquillaje y buscamos nuestros vestidos. Caroline había traído un vestido hermoso de color beige con la espalda abierta, no muy pegado al cuerpo pero tampoco ancho y que le llegaba un poco más arriba de las rodillas, era fino.
Mientras tanto yo me había decidido por un vestido que tenía guardado para alguna ocasión especial pero no había tenido tiempo para ponérmelo. Era un vestido azul marino, fino igual. Me llegaba hasta las rodillas y tenía un lindo escote con algunas perlas a su alrededor.
Por último los zapatos y los bolsos. Mis tacones abiertos plateados con un bolso del mismo color hacían contraste con las perlas de mi vestido mientras que mi mejor amiga hizo lo mismo pero los tacones color dorado y un bolso pequeño blanco. Preparamos nuestro cabello, liso encima, y con ondas al final.
Nos miramos al espejo y nos sorprendimos y a la vez sonreímos, si que habíamos quedado lindas y no es por presumir pero es cierto.
— Increíble.— sonreí nuevamente— Eres un genio.— le dije a mi mejor amiga quien se rió y respondió.
— Lo somos amiga mía, lo somos.— modestia aparte claro.
Miré la hora y eran justo las siete, lo cual en un camino de veinte minutos estaría bien. No seríamos las primeras en llegar pero tampoco las últimas. El teléfono de Caroline sonó y entonces en su cara se dibujó una sonrisa.
— Liam, viene en camino.— soltó felizmente, casi chillando de emoción.
— Te irá bien.— le sonreí.— Bajemos.
Y eso hicimos, terminamos de recoger algunas cosas y salimos de mi habitación. Mi madre dirigió su vista hacia nosotras, sus ojos se iluminaron y sonrió con tristeza, seguramente recordando los tiempos de cuando ella iba a estas fiestas, porque en ese sentido, mi madre era muy distinta a mí.
— No creí que este día llegaría.— dijo entonces.
Preparando drama en tres, dos...
— Nunca habías ido a un Baile, estoy tan feliz. Sé que no te gustan, pero ya estás creciendo y te me estás haciendo grande. Ambas están hermosas espero disfruten la noche.
— Gracias Isabel.— agradeció mi mejor amiga con una sonrisa.
— Lo haremos mamá.— le di un abrazo—¿Dónde está Zack? Me prometió que...
— Ya voy Ladilla, dame unos minutos.—escuché un grito desde la segunda planta, rodé los ojos.
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en el texto hay drama, en el texto hay amor, en el texto hay odio
Editado: 12.05.2021