PRÓLOGO

Déjame contarte la historia de cómo le conocí, pensarás que se asemeja a esas novelas cliché que puedes leer todos los días, pero deja decirte que tal vez es cierto. Verás,  nunca en mi vida desde que era una cría, alguien me vio con los mismo ojos que él lo hizo, y nadie lo ha vuelto a hacer hasta ahora, simplemente él tiene el poder de hacerlo y no creas que lo logró de la noche a la mañana, no señor, fue largo el proceso.

  Me sorprende la paciencia que tiene conmigo, soy una mujer ingenua y muy, pero muy terca. Una tarde de diciembre se enojó muchísimo conmigo y me dijo que era más terca que un anciano y más molesta que un grano en la nalga, yo por supuesto le aventé la chancla por ser tan grosero conmigo, y le obligué a pedir perdón de rodillas, al final no lo hizo, si no que, me trajo helado de limón y unas Sabritas como disculpa, después vimos por tercera vez en la semana la película de La Bella y la Bestia esa donde sale Emma Watson; de esa manera le perdoné y antes de ir a dormir le abracé por la espalda y también le pedí perdón por ser tan terca, nos reconciliados de esa pequeña pelea con un beso, de esos de las telenovelas mexicanas.

  Algunos pueden decirte que somos una pareja extraña, yo diría que inusual; no solemos mandarnos cartas o que él me envíe flores, tampoco salimos a cenar a restaurantes o a pasear por el centro; pero si me llama todas las tardes o por las mañanas cuando está trabajado, me regala esas galletas de chispas de chocolate que su madre le enseñó hacer y las envuelve en una bolsita con corazones, solemos preparar sándwiches e ir a comer al parque, es lo que nos gusta hacer.

  Le quiero muchísimo, mi vida se habría perdido si no fuera porque me encontró, todas las noches agradezco por estar a su lado; cuando cierro los ojos, me abrazo a él con todas mis fuerzas, aspirando su aroma tan varonil, sintiendo su cuerpo tibio sabiendo que estará a mi lado a la mañana siguiente.