El reflejo en el agua me devuelve la mirada, aún me cuesta reconocerla. Los cinco años han cambiado los rasgos del niño asustado que llegó a este bosque, pero los ojos grises aún siguen siendo los mismos. Lavo mi rostro, intentando quitar el cansancio después de otra noche de entrenamiento con Ikal. A veces entrenamos de noche, dice que eso me mantiene alerta de los peligros, y puedo utilizar todos mis sentidos, sobre todo al estar transformado.
—¡Deja de verte en el reflejo y muévete! —La voz de Ikal resuena desde el claro elevado del bosque— ¿Has sobrevivido cinco años en este lugar y te has vuelto vanidoso?
Sonrío ante su tono familiar. Con el tiempo nuestra relación ha cambiado, aunque él siga negándolo a muerte. Ya no es el mismo chamán intimidante que amenazaba con matarme una y otra vez; ahora es... bueno, sigue amenazando con matarme, pero ahora hay cierto afecto en sus palabras.
La cabaña que construimos hace tres años se alza entre los árboles, escondida de cualquier ojo curioso, es nuestro hogar. Fue idea de Ikal, recuerdo que una manada de lobos llegó a nuestro campamento, y decidieron que era un excelente lugar para quedarse, antes de que mi gran e inesperado amigo, el jaguar negro, los corriera.
—No vas a sobrevivir lo suficiente si seguimos durmiendo al aire libre —había dicho aquella vez.
Me estiro, sintiendo mis músculos protestar con dolor por el ejercicio de anoche. La transformación es mucho más fácil ahora, se ha vuelto natural y parte de mí. Mi cuerpo cambia casi instantáneamente después de pensarlo, tomando la forma de un halcón. Hace cinco años, este cambio me habría dejado exhausto después de un tiempo; ahora apenas noto el esfuerzo. Me siento orgulloso de lo que le logrado con ayuda de mi maestro, es un paso más hacia la supervivencia.
Me elevo sobre los árboles, mis alas cortan el aire frío de la mañana. Desde aquí arriba puedo ver a Ikal preparando lo que parece ser otro más de sus ejercicios imposibles. Ha colocado una serie de blancos entre los árboles, algunos apenas visibles entre el follaje. Por lo que veo es una prueba de precisión, no solo me ha enseñado a utilizar mis poderes, también a luchar. Ikal dice que un chamán que solo depende de sus poderes tiene más posibilidades de morir en una batalla.
Desciendo en espiral, transformándome en medio del aire pocos metros antes de llegar al suelo. Es un truco que me tomó años perfeccionar, cambiar de forma mientras me muevo. Aterrizo en mi forma humana justo detrás de Ikal, mis rodillas se flexionan y mis pies absorben el impacto sin hacer casi ruido.
—Mocoso presumido —murmura sin voltearse. Por supuesto que sabe que estoy detrás. Han pasado años y todavía no logro sorprenderlo.
—Aprendí del mejor presumido —respondo parándome a su lado— ¿Cuál es el desafío de hoy? ¿Transformaciones mientras esquivo tus ataques? ¿O vas a intentar que aprenda a ser un aluxe otra vez?, podríamos retomar lo del oso.
—El oso fue un desastre —dice, y casi podría jurar que hay cierta diversión en su voz—. Tardé una semana en reparar el techo después de que te atoraras en la puerta y tiraras los troncos.
—En mi defensa, ¿quién construye una puerta tan pequeña?
—Alguien que no esperaba un nahual tonto transformado en oso. —Se gira para mirarme, su expresión se torna seria—. Hoy intentaremos algo diferente. Has mejorado en las transformaciones individuales, pero necesitas aprender a cambiar rápidamente entre formas, la desventaja de los nahuales es que no pueden transformarse en otro animal si ya están transformados en uno. En una pelea real, la supervivencia dependerá de tu capacidad para adaptarte, y necesitas ser rápido.
Asiento, reconociendo la sabiduría en sus palabras, puede que sea duro como maestro, pero sabe lo que hace. Ikal señala los blancos puestos entre los árboles.
—Quiero que alcances cada uno de esos objetivos, pero... —una sonrisa que he aprendido a interpretar se dibuja en su rostro—, cada uno de los blancos debe ser golpeado por una forma diferente. Y no puedes usar el suelo para moverte entre ellos.
Analizo los blancos. Algunos están a nivel del suelo, otros en lo alto de los árboles, y uno particularmente molesto está suspendido sobre el arroyo.
—Los humanos no vuelan, Ikal, ¿qué se supone que haga? Caeré en medio de la transformación.
—Ingéniatelas.
—¿Hay algún orden específico para ellos?
—Es decisión tuya, pero tienes que mantener el movimiento constante. Si te detienes... —saca una pequeña piedra de su bolsillo, puedo escuchar la energía del karma zumbar a su alrededor—, digamos que sentirás más que un simple golpe.
No está bromeando, seré apedreado si pienso demasiado. Me preparo, evaluando la mejor ruta. Esta tarea habría sido imposible en mis comienzos. Ahora... bueno, sigue siendo un desafío absurdo, pero al menos tengo una oportunidad.
—Por cierto —añade Ikal mientras se sienta—, tienes hasta que termine de preparar el desayuno. Y hoy me siento generoso, así que podría cocinar algo más que quelites y frijoles.
—Tu generosidad es conmovedora, maestro—murmuro con sarcasmo, pero ya estoy concentrándome en la primera transformación. El desayuno de Ikal, cuando se lo propone, es uno de los pocos placeres que tenemos en este bosque. Me esforzaré.