Walter era un joven que trabajaba con su padre comprando casas viejas, las arreglaban y luego las vendían, era un buen trabajo, tranquilo, casi siempre en los áticos o sótanos encontraban cosas muy interesantes o curiosas, algunas veces eran antigüedades que les permitían ganar algún dinero extra. Pero hasta ese momento no habían hallado nada tan singular como lo que había sobre un closet, una tabla de ouija, en la parte de atrás estaban escritos algunos nombres y fechas, al parecer varias de las personas que la usaron la marcaron.
— Mira papá ¿Qué te parece esto?
— Déjalo Walter, no me gustan esas cosas.
Como el joven era curioso por naturaleza, le tomó una fotografía a lo que estaba escrito en la parte trasera de la tabla.
— ¿Ya dejaste esa cosa con las demás?
— Sí papá ¿Por qué tan miedoso? Es sólo un pedazo de madera.
— Solo déjalo con lo que venderemos.
Unos días después el joven fue a la biblioteca y hemeroteca de su cuidad, se puso a navegar y a revisar los periódicos.
El primer nombre que busca fue el de Lucy Lee, en un diario había una pequeña mención sobre ella, murió a los 18 años, la estrangularon, su cadáver fue abandonado en un sitio eriazo. Cuando estaban en su funeral, su amiga Lady lloraba desconsoladamente, contaba a quien quisiera escucharla que todo eso fue porque años atrás habían usado una ouija para pregunta la fecha de su muerte, que coincidió con su asesinato. Nunca se detuvo a nadie por el crimen.
Luego siguió Kevin Brown, acusado de asesinato en otra ciudad, se le consideró con sus facultades mentales perturbadas. Mató a dos amigos, el abogado que lo representaba alegó en su defensa que al usar una ouija, un "espíritu" se presentó, y le ordenó asesinarlos, fue internado de por vida en un psiquiátrico.
La que le pareció más increíble fue la historia de Michael Smith, según leyó en internet, en un reportaje de la lotería, se la ganó con sus dos mejores amigos, Patrick y Brock. Una década después apareció otra historia sobre quienes perdieron sus fortunas, luego de unos años, Brock sufrió un accidente de auto, y quedó en silla de ruedas. En cuanto a Patrick, sus negocios se fueron a la quiebra, término vagabundo y alcohólico. Sobre Michael, se volvió drogadicto y estuvo entrando y saliendo de centros de rehabilitación, por ir intoxicado chocó y murió su esposa y su hijo que iban en el auto con él. Cuando lo entrevistaron contó que los números los consiguieron al consultarle a una ouija, pero que les dejó la siguiente advertencia, "la suerte tiene dos caras". El periodista consideraba que el Sr. Smith había perdido parte de sus facultades mentales por las drogas.
La más antigua inscripción era de Petty Lois, de quien no encontró nada, pero esa noche conversando con su abuela le contó que ella fue amiga de esa persona, era una joven de la aristocracia de la ciudad, hacía casi 60 años atrás estaba comprometida, pero su novio murió en un extraño accidente. Se comentó entre sus más allegados en ese tiempo que deseosa de divertirse un rato, preguntó a una ouija si se casaría pronto, sólo por juego, el espíritu contactado respondió nunca, siendo que ya tenía fecha para el matrimonio para dos meses más, poe eso Petty se rió tratando de mentirosa a la tabla.
— Ten cuidado cariño, esas cosas son peligrosas, mi pobre amiga murió sola, siempre se culpó de la muerte de su prometido.
— Sí claro abuela, no se preocupe — pero le había picado la curiosidad, así que decidió usarla antes de venderla.
Leyó un poco en internet como usarla, y el sábado cuando se quedó solo en su casa, sacó la ouija que tenía guardada, casi a medianoche empezó a invocar a los espíritus, se rió pensando en cómo la gente caía tan fácil en cosas como esa, como podían pensar que una fuerza movía el lector, y no era su mano, en eso empezó a darse cuenta que se estaba formando una palabra, y aunque quería llevar la copa que le servía para marcar las letras para otro lugar, no lo consiguió.
— ¡¡¡¡Que mierda pasa!!!! — soltó la madera, pero la copa que usaba siguió moviéndose sola, y se completó la frase "que quieres saber".
Aunque Walter por dentro estaba aterrado, tragó saliva para tranquilizarse.
"Debo haberme quedado dormido, estoy soñando, esto no es real".
— ¿Quién eres?
— Demonio.
— ¿Qué quieres de mí?
— Tú me llamaste.
Ya perdido el control y seguro que no era una pesadilla tomó la ouija y la tiró al suelo, al chocar con el piso las luces empezaron a parpadear y se sintieron ruidos en toda la casa, la puerta del cuarto se cerró de golpe. El joven trató de salir, pero no logró abrirla. Por suerte para él sus padres se habían devuelto a la casa porque se les quedó la billetera. Al ver que pasaba en su hogar, la señora se puso a rezar dentro del auto, el padre del joven corrió al segundo piso.
— HIJO ¿ESTÁS ADENTRO?
— SÍ, AYÚDAME, NO PUEDO ABRIR LA PUER....AGGGGHHH.
El hombre logró derribar la puerta con su cuerpo, al entrar con lo poco que dejaba ver las luces encontró a su hijo levitando, con el rostro morado, tratando de zafarse de una garra invisible que lo tenía sujeto del cuello, y al parecer había otra que le destrozaba en parte la ropa.
El padre sacó una cruz que tenía bajo su camisa.
— Sea quien seas deja a mi hijo ahora, te lo ordeno en el nombre del Señor de la luz.
En ese momento el joven cayó pesadamente al piso. La electricidad se normalizó, el adulto levantó a su hijo para ver como estaba, en eso se escuchó un gruñido de un lugar indeterminado de la casa, la copa de cristal que marcaba las letras empezó a moverse, lo que llamó la atención de ambos hombres, que vieron como varias palabras se formaron.
— Esto no es un juego.
Al otro día la familia dejó la casa para no volver más, la tabla la guardaron en una bodega, con los años dejaron de pagar la renta, y el contenido del lugar fue rematado, lo compró un negociante que llevó la ouija a un anticuario para vendérsela, ya que le pareció que valdría mucho, sobre todo por la nota que tenía y que advertía a quien la tuviera lo que había pasado. El negociante de antigüedades se interesó mucho, la compró, al tenerla en sus manos se rió de lo ingenua que podían llegar a ser las personas. Con orgullo la exhibió en el escaparate de su tienda, allí quedó a la espera que otra persona quisiera "jugar" con ella.