Our (fanfic Starker)

El buen Dr. Dan.

Un golpe sordo y molesto rebota una y otra vez en los confines de su cabeza. Peter no estaba seguro de si era un ruido externo o algo que pasaba dentro de él. ¿Ese era el sonido que hacía tu cerebro cuando palpitaba dentro de tu cráneo? No había forma de saber, pero apostaría que sí, a juzgar por el dolor que tenía.

Nunca había consumido más de una o dos latas de cerveza o alguna que otra copa de champagne en algunos eventos (como su graduación o la fiesta de fin de año de la empresa) no tenía un parámetro para saber si así se sentía una resaca, otra opción probable.

Intentó abrir los ojos, pero, rápidamente y con algo de pánico, se dio cuenta que no era su mejor estrategia. A sus oídos llegaban pequeños murmullos de gente trabajando y rápidamente vino a él su situación real. No, no era el mejor momento para abrirlos, en especial cuando no tenía ni la más remota idea de quiénes eran los que lo rodeaban. Claro que podía decir con certeza una cosa: no era el laboratorio del señor Stark o un hospital. Nadie lo había rescatado. «Aun» dijo su mente intentando calmar los nervios que empezaron a reptar por su abdomen deslizando a cada poro de su piel enfriándola.

Con cautela intentó mover sus piernas, pero seguían demasiado pesadas, así como sus brazos; el regusto en su boca aún se sentía muy fuerte y se calmó a si mismo diciéndose que era debido al maldito gas que le echaron que ese era su estado y no a un mal permanente. No necesitó repasar dónde estaba, pues estaba muy seguro de no saberlo, así como de no conseguir que se lo dijeran. Puesto esto en claro, tampoco necesitó repasar cómo llegó allí ya que el maldito de Harry le había hecho una jugarreta. Lo único que sí le gustaría saber era cuántas horas llevaba en ello. Su cuerpo seguía sin responder, pero estaba seguro de que, por la lucidez que estaba demostrando, estaba desintoxicado al menos a un sesenta por ciento. Notó con placer que la piel no le picaba y no estaba seguro de si era solo que se había curado o era el hecho de que sentía estar desnudo.

El vestigio de un recuerdo llegó a su mente dolorida y creyó firmemente que lo habían desnudado pues sentía frío y eso no era algo que pudiera disimularse. ¿No? No estaba seguro, pero tenía lógica. O eso creía Peter y se dijo en su fuero interno que, en esos momentos, necesitaba aferrarse a la lógica. Empezar a confundir las sensaciones era un problema que no estaba dispuesto a afrontar. Ya no estaba en ese tejado solo con el idiota de su amigo, así que no podía creer que seguía demasiado desvalido o la poca capacidad de raciocinio de la que hacía gala se vendría abajo.

—Deja de jugar a la bella durmiente—susurró una voz fría a su oído y no pudo evitar saltar en su lugar.

Sus ojos obedecieron por un impulso y los cerró con fuerza cuando el destello de la luz blanca le quemó las córneas. Gimió por lo bajo y se tragó una maldición.

—Creo que debí advertirte que no miraras fijamente para arriba. —se rio apenado su acompañante.

pensó viendo puntitos tras sus párpados, aguantándose otro un gemido de dolor. Al menos sabía ahora que el pesado, molesto y repetitivo ruido que había escuchado primero que nada era el desesperante sonido de un reloj y que lo rodeaban al menos tres personas.

—Bajen las luces —se quejó el hombre chasqueando la lengua—, nuestro amigo tiene mejor visión que todos nosotros juntos. —añadió en un tono algo molesto, como si aquello hubiera tenido que estar previsto de antemano—. Bien... ¿Parker? Puedes abrir los ojos —le dijo suavemente esa vez y Peter sintió como su corazón saltó apurando el ritmo cuando dos dedos le sujetaron el mentón y le enderezaron la cabeza.

Todos sus instintos le gritaban que saliera de allí, que era peligroso para su seguridad, pero no había mucho para hacer. Quería alejarse de esa voz, quería correr en dirección opuesta a la mano que le sostenía con firmeza, tanto que sentía sus pies hormiguear, pero se obligó a mantener la calma. Muy internamente sabía que sería una mala estrategia huir a ciegas y a lo loco.

Con cuidado fue abriendo lentamente sus ojos y aprovechó para tirar suavemente de sus manos. Sintiendo en sus muñecas una pequeña tirantez, procuró seguir en calma. Bien, lo tenían. Era un prisionero o de otro modo en la terraza las cosas hubieran transcurrido de otra forma. La luz, ahora mucho más suave, lo molestó sutilmente, pero lo que sí le molestó fue ver el rostro suspendido sobre el de él.

No es que fuera feo o deforme, es que estaba demasiado encima suyo. Veía su silueta a medias, ya que tapaba parte de la luz, escondiendo sus rasgos. Otra vez un escozor en el cuello le avisó que ese hombre era más peligroso de lo que aparentaba y automáticamente se puso en guardia. Increíblemente, aún podía estar más alerta y se esforzó por esconderlo. Sentía que sus dotes de actuación iban a ser completamente necesarias.

—Eres terriblemente joven —le dijo el hombre estudiándolo fijamente.

A rápido vuelo, se dijo que aparentaba una veintena más que él y su claro tono de piel con su rubio cabello, susurraban un origen escandinavo. Claro que podía ser de Uganda o de África. Lo mismo daba, pero Peter se dejó guiar por sus preconceptos, volviendo a decidir que mejor que nada se aferraba a sus estereotipos que le eran tan familiares y dejaba para luego analizar sus prejuicios.


—Y usted está terriblemente cerca —respondió sacándole una sonrisa, pero sin lograr que se moviera. 
 

—Un pajarito me dijo que tienes veinte. Y ten- 
 

—Harry —lo cortó dolido.

No es que esperara que su amigo diera marcha atrás cuando lo reconoció. No después de que claramente había confabulado con su padre y ese demente que perdía el aire juguetón en la mirada, pero sí esperaba que al menos no siguiera contando cosas de él.

Trabajar cerca de Tony le enseñó que, si alguien quería saber algo, ese alguien solo tenía que buscar. Sabía que no tenía que esperar nada de Harry, no luego de mentirle, de usarlo y engañarlo, pero maldita sea al menos esperaba que no les facilitara el trabajo. Traicionó a Spider-Man porque no era su mejor amigo, ¿iba a seguir después de descubrir quién estaba tras la máscara? Peter necesitaba creer que no.




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