Peter sentía la boca de Tony rozar su cuello y bajar por este hasta su pecho. Se desvía por sus clavículas, baja por el esternón.
No sabe lo que hace, pero sus piernas se abren haciéndole más lugar. Se cierran en torno a sus caderas. Gime y se retuerce. Jadea y se arquea.
La ansiedad crece, lo desborda pero Tony está ahí, está sobre él, calmando los gritos silenciosos de su cuerpo perdido.
—To-Tony... —la boca se desliza por sus pezones, sin oír su llamado.
Los muerde, los succionan, juega con él. Lo enrolla y lo desarma.
Sus propias manos viajan insatisfechas por su cuello hasta sus hombros y se pierden en su cabello. Se agita porque se siente tan malditamente bien, que no puede contenerlo dentro.
—M-Más —gime al cabo de un tiempo, alejando la boca de su abdomen, donde la lengua húmeda le atormenta desde hace un rato, en compañía de dientes que acarician la piel que ésta moja.
Está demasiado oscuro, no distingue bien su rostro, solo alcanza a ver que sus rasgos están más afilados que nunca. Su mirada hierve al rojo vivo.
Peter se estremece. Aprende como luce un cazador antes de tomar a su presa.
Tony asiste, se arrodilla en el colchón y con un movimiento fluido suelta el cinturón que sujeta sus jeans. El sonido viaja por el cuarto y retumba contra su piel. La respiración se le atasca cuando lo ve bajar la cintura de sus pantalones. Quiere encender la luz, quiere poder absorber su cuerpo entero. La vez pasada las prisas le hicieron perder buena parte del espectáculo, pero no sé anima. Aún no sabe manejar esos instintos, aún lo apena la forma en la que lo desea y como anhela un cuerpo de su mismo sexo.
Tiembla al verlo bajar más y más el pantalón. La piel tostada no se distingue entra las sombras, pero la erección cae pesadamente al ser liberada y Peter se estremece con un gemido gutural al sentirla caer sobre la suya.
El deseo lo intoxica, le hace sentir la boca pastosa y la piel sensible. Si cabeza da vueltas, quiere sentirlo contra su piel. Es extraño, Dios cuan extraño se siente, sentir el impulso de querer frotarse contra otra erección, de querer sentirla entre sus piernas, de querer... un gemido bajo es lo único que pude soltar cuando su mente de desmorona al pensar en voltear y que esa parte de la anatomía de Tony lo subyugara.
Tony empuja las caderas. Lo hace un con movimiento lento, cadente e hipnótico. Restriega su polla contra la suave tela de su pijama. Peter lo siente hirviendo sobre su miembro y se retuerce intentando bajar sus pantalones.
Sus manos son bloqueadas y se queda quieto al sentir las de Tony sujetarle delicadamente las muñecas.
—Déjame a mi. —le pide de forma suave y sedosa.
No puede evitar obedecerlo. Es distinto a la otra vez, su tono y la poca urgencia con la que lo recorre. Cada beso es una huella que se marca en su piel. No es lento, pero indiscutiblemente no es rápido. No sabe muy bien si quejarse, pues desea más, mucho más. Qué, no sabe, pero más que en ese momento sin dudas.
—To-Tony, n-no tie-tienes que ir t-tan lento.
El mayor se ríe y se vuelve a cernir sobre su cuerpo. Empuja las caderas y lo aprieta contra el colchón. Peter vuelve a temblar, se deja hacer, estira hacia atrás la cabeza cuando la boca le acaricia el oído y frota sus mejillas.
Vuelve a sentir la polla dura y caliente contra la de él. Palpita. Mierda es alucinante. Quiere volver a sentirla directamente contra su piel, pero Tony no deja de frotarse, no deja de clavarlo contra el colchón empujando su resistencia al límite.
Su ropa interior se humedece y solo puede aferrarse a Tony mientras esté continúa besando su oído, la piel tras este, jadeando con fuerza y brusquedad en lo que apoya una mano al lado de su rostro y se alza para tomar impulso y embestirlo más duramente.
—To-Tony, d-de ver...
Pero no le hace caso. Se inclina y lo besa. Mece más el cuerpo, lo clava duramente al colchón y gime dentro de su boca yendo más rápido, golpeando más duro.
Entonces Peter lo siente. Crece en su abdomen, vuelva por todo su cuerpo, por cada una de sus terminaciones nerviosas. Tony gime de forma irregular, se frota de una forma vulgar y brusca. Su mirada no lo suelta, lo tiene prisionero y febril.
—Córrete —susurra con dureza, embistiendo más duro y rápido.
Se encogen los dedos de sus pies, los dedos de sus manos se clavan en la carne de su cintura y Peter pierde, pierde dejando que el arrollador sonido de su cuerpo lo empuje por la ladera de la perdición.
La boca de Tony se posa sobre la de él y mientras lo besa con desenfreno le alza una de las piernas sobre la cadera para profundizar el rose de sus cuerpos.
Suelta el aire como puede sin dejar de besarlo. La boca le exige al máximo y Peter ya no puede con ello. Mientras la lengua se desliza por la suya, la sujeta enredándose en un movimiento lento, húmedo y caliente, Peter se viene..
Tony gruñe dejándose caer sobre su miembro que se estremece dentro de sus boxers y lo sigue besando.
Su mente gira en la marea de su deseo. A cómo puede se asegura de al menos corresponder sus besos, pero el cuerpo entero lo siente fatigado.
—Joder Peter, amo como besas. —dice con algo que suena a un reproché— Dónde aprendiste a besar así, ¿eh?.
—Comiendo los postrecitos —susurra perdido en su mirada incandescente.
—¿Qué dijiste?
«Si, Peter. ¡¿QUE COJONES ES LO QUE DIJISTE?!»
Cierra la boca mortificado, pero Tony le empuja el rostro y le impide esconderlo. El calor sube y lo consume. Imposible es que sus mejillas no estén irradiando calor, pues Peter siente que se convirtió en una supernova.
—Repítelo. —el tono juguetón nada mejora su situación— Vamos, vamos. Habla. Ya lo dijiste ahora explícalo.
Peter suspira y niega. Sabe que no lo dejará hasta tener una respuesta, no lo hará, porque así no es como Tony funciona.
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Editado: 13.07.2021