Our Imperfect Life.

"Manteniendo Una Mentira"

Russell

Esta era la décima vez que llamaba a Marianne y me desviaba la llamada. Era algo alarmante.

El día de hoy ella no había asistido a clases, me dijo que no la recogiera, habían pasado cuatro horas y ella aun no ingresaba.

-Russell, hablamos de tu novia, tú deberías saber donde está.

-Siempre te ha preferido a ti.

-Yo tampoco sé donde está y tampoco me responde a mí, Russell, es mi mejor amiga, pero sabe que hay cosas en las que no estoy de acuerdo con ella, y aun así me llama en esta ocasión no lo hizo, tengo miedo.

Abrace a aquella chica de ojos color miel y cabello claro.

-Lizeth, promete que en cuanto sepas algo me dirás.

-Promete lo mismo.

-Lo prometo.

Tras seguir sin tener información fui a buscarla a su casa, no estaba, fui a sus "lugares seguros" y no había rastros de ella, era alarmante.

Me senté en una banca del parque al que solíamos ir de niños, ella decía que era el lugar que más le gustaba. No entiendo por qué no la encontré ahí.

-¿Russell?

Lo que faltaba, tener que lidiar con el nuevo. Aunque ¿qué hacía él aquí?

-David.

-¿Qué ocurre? Te veo preocupado.

¿Es necesario señalar lo obvio? Este chico tenía algo que no me agradaba.

-No es algo que tenga que ver contigo.

Dije en un tono muy cortante.

-Russell yo... -Alguien lo interrumpió.

-¿David? -Reconocí inmediatamente esa voz.

Me tensé. Lo que me faltaba, el nuevo amigo del bravucón.

-Nathan -dijo con una sonrisa algo forzada.

-Mi viejo amigo David.

Lo suponía, se conocían, sin entender el por qué, me molesté, me levanté y me marché.

-¡Russell! -intento detenerme pero no lo escuché.

-Tú y yo debemos hablar -escuche que Nathan le decía.

No me giré a ver sobre qué. Ni siquiera tenía que ver conmigo ¿cierto?

Caminaba rumbo a mi casa de nuevo. Esperaba que Marianne o Lizeth llamaran.

Mis pensamientos volvieron a David. ¿Por qué un chico entraba el semestre? Entendía el motivo pero ¿por qué no quedarse en España con sus hermanos, o ir a un internado en Portugal con su hermana? Más importante aun ¿De dónde conoce a Nathan? ¿Serán muy amigos? ¿Habran comido juntos?

Una sensación amarga golpeo mi estomago, ¿por qué? Ni siquiera me agradaba. Supongo que por ser amigo de Nathan... Sí debía ser eso, es amigo de Nathan y ahora es cercano a mi novia. Eso debía ser.

Detuve mi camino y me di cuenta de que no estaba yendo hacia mi casa. Estaba frente a la casa de David.

No tenía nada que hacer ahí. Caminé para rodear y evitar ser visto. Ahora sí emprendiendo rumbo a mi casa.

Mi teléfono sonó. Finalmente era Marianne.

-¿Dónde...

-Russell, lo siento mucho.

-¿Por qué?

-Yo... Tengo que hablar contigo.

-¿Marianne?

-Russell, por favor.

-Está bien en unos minutos llegaré a tu casa.

-No, mi casa no, en la tuya.

-Bien voy para allá.

No dijo nada más y colgó.

Miré a mi alrededor, había caminado a un callejón que me sacaba a mi casa.

-¿Así que sí ocurre algo?

-Escuchar conversaciones ajenas es de mala educación.

-La buena educación no es mi fuerte.

-Con los amigos que tienes me hago una idea.

Su cara se mostró confundida.

-De cualquier forma, ¿qué haces aquí?

-Vivo cerca.

Dijo con un leve enrojecimiento en sus mejillas. Lo ignoré.

-Escucha David, métete en tus asuntos y no te acerques a mí.

-¿Qué te he hecho? Si quieres dejo de hablar con tu novia.

-Ella no tiene nada que ver aquí.

-Parece como si me odiases.

-No te odio, pero la verdad no me agradas.

-Eso es cruel. Pero podrías haberlo dicho desde el principio.

-Marianne no me dejo.

-Aun así hablamos y me sigues hablando.

-Soy cortes.

-Yo creo otra cosa Russell.

-Yo no me creo tu cuento de niño bueno.

Sonrió de forma perversa.

-Es cierto, no lo soy -se acercó a mí acorralándome junto a una pared, mi corazón empezó a latir rápido-. Así que no me provoques, aquí empecé bien, no lo arruines.

¿Arruinarlo?

-Escondes algo Russell, y me hago a una idea de lo que es.

-¿Ah sí? -pregunté en forma de desafío.

Sujeto mi menton con su mano izquierda.

-No me provoques, y no juegues conmigo, soy el mejor jugador y no quieres perder ante mí.

No dije nada. Me solté de él y caminé a mi casa. Sabía que él me seguía observando, esperaba que me siguiera, pero no lo hizo.

La pregunta era ¿por qué me molestó tanto? Era cierto, yo ocultaba algo, pero era imposible que alguien lo notara, porque ni siquiera yo lo admitía aún. Aún tenía la esperanza de que fuese una fase.




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