Marianne.
Debo admitir que era algo que no me esperaba, me sorprendí, me dolió, pero no podía odiarlo.
Debía decirle la verdad, la clase de persona que era, aunque él me acabase de confesar su mayor secreto, él no merecía mentiras.
-Russell, yo...
No pude decirlo, su madre entró a su habitación, sólo nos miró.
-¿Interrumpo algo? -preguntó un poco molesta.
-No señora -respondí lo más tranquila que pude.
-Mamá... -dijo Russell un poco más calmado.
La madre de Russell por algún motivo nunca me ha visto de buena forma, pero igual me intenta soportar, a ella y su esposo les conviene nuestra relación ¿cómo reaccionaría si supiera que nunca iba a pasar eso?
-Russell, luego hablamos de cierto tema de la puerta.
Russell se sonrojo. Joder, era el tipo más lindo que conocía.
-Mamá...
-Venía a avisarte, tu padre y yo saldremos unas semanas de la ciudad, por favor, intenta sobrevivir solo, no tienes permiso de invitar a nadie, no fiestas, no alcohol, ya lo sabes.
-Sí mamá.
-Luego hablamos de esto.
Su madre salió dejándonos solos de nuevo, no quería retomar el tema ahora. Sabía la única forma de hacer que Russell olvidara lo que estuve por hacer.
-¿Crees estar listo para ir en estos días a visitar a Dimitry?
Como lo supuse olvidó el tema. Planeamos la visita.
Unas horas después me encontraba de regreso a mi casa, Russell y yo acordamos no terminar tan repentinamente, respetaba su decisión y le juré que no cambiaría con él.
Pero quedaba esa espina en mí.
Sería más fácil si del alguna forma él me odiara, pero eso no iba a pasar.
Era estúpido, pero en el fondo me aferraba al poco porcentaje de su duda, lo quería para mí, él era una obsesión, algo muy jodido por nuestra amistad.
Llamé a Lizzy, no me apetecía llegar a mi casa, más ella no se encontraba. Caminé de nuevo a aquél hotel, sabía que no tardaría en volver a él, pero aun no olvidaba lo que había pasado.
Caminé más hasta llegar a un bar, mi vestimenta no era la mejor para un lugar así, pero no pase desapercibida.
Me tope con un chico alto, delgado, marcado, sexi, y lo mejor de todo, hetero, logré llamar su atención, y logré convencerlo de salir del bar e ir a una habitación, no podía esperar, Lea mandaba, y ella le tenía muchas ganas.
Sentía que alguien me observaba, así que di media vuelta.
-Lea, Lea, Lea, así que escapas por algo más importante y resulta que sólo era venirte a tirar a otro tras salir de un bar.
-No es como que te interese.
-¿Lea, quién es él?
-Él es... -ni siquiera recordaba su nombre.
-Su polvo de anoche y de hoy -respondió con una sonrisa burlona.- Buena elección de chica, ella hace muy buenos trabajos.
El chico a mi lado me miro, su reacción era algo incómoda,
- Debería alagarme, lástima que no puedo decir lo mismo de ti.
-Ambos sabemos que mientes.
-Yo debería irme -musitó el chico a mi lado.
-No, no te irás.
-Lea, déjalo, yo te daré algo mejor.
Malditohijodeputa.
-No suelo repetir plato si no me gusta.
-Sé que te encantó -dijo con un guiño.
Mi cita de esta noche había huido sin que lo notase.
-No creas que tienes suerte, te dije que no quería verte.
-Vamos, sé que te gusta.
-Pero no quiero nada contigo hoy.
Me di media vuelta y planeé tomar rumbo a mi casa. Él comenzó a seguirme.
-Detente.
-Lea, sé que quieres, te gusta, encajamos bien, si quieres podría darte más.
Me giré a verlo.
-Deberías entender cuando alguien no quiere verte.
-Lea -se acercó a mi y me orilló a una pared, hizo una pausa mientras me miraba a los labios y luego habló-. En verdad me gustas, si no quieres sexo, concedeme una cena.
Era una trampa, y yo una estúpida que cayó.
-Está bien.
[*]
Cuando dijo cena, lo ultimo que esperé era terminar en su habitación comiendo pizza como dos adolescentes normales. Claro, el único truco era que él estaba sólo en bóxer y yo en ropa interior.
Por extraño que llegara a parecer, tuvimos una conversación normal, y aunque intento que llegáramos a más se detuvo cuando la conversación se tornó interesante.
A pesar de todo, de ser atractivo y un dios en el sexo, era un friki. Hablamos de videojuegos, anime, comida, música e historia.