Karla
Sabía que no estaba bien. Intimidarla fue cruzar una línea.
Y aun así lo hice.
Vi el miedo en sus ojos y me arrepentí al instante. Pero ya era tarde. Me alejé con el grupo, como si nada, sin atreverme a mirar atrás.
Lizzy… La chica que todos molestaban. Y yo, aunque nunca la insulté ni me reí de sus desgracias, siempre estuve ahí. Callada. Cómplice.
Hoy fui más lejos. Hoy fui parte de la amenaza.
Quise disculparme. Pero si lo hacía… perdería lo poco que tengo. Porque en realidad, no tengo nada.
Soy parte del grupo de los “populares”, sí. Pero nadie sabe mi nombre. Mis notas son mediocres, mi voz se pierde entre risas que no me pertenecen. Ser invisible, al parecer, es lo único en lo que destaco.
Mandé un mensaje a Nathan. La única persona que alguna vez me vio realmente. Tal vez no confía en mí. Pero al menos… me conoce.
No respondió de inmediato. Lo entendía. Pero cuando respondió, me pidió vernos por la tarde. No lo dudé. Ni siquiera avisé a mis padres. Salí con la culpa pegada a la espalda.
Marianne
Después de que llegaron los padres de Lizzy, nos despedimos sin decir nada. No les contamos nada. Ella lo pidió así. Y lo respetamos.
Russell me acompañó a casa. Quise explicarme, pero antes de que dijera una palabra, me pidió quedarme sola.
Mis padres no sospecharon nada. Pero igual discutimos. Por otras cosas. Por todo.
Enrique me escribió exigiendo verme. Lo ignoré.
¿Qué estaba haciendo con mi vida? Perdí la cuenta de los encuentros casuales. No todos fueron así, lo sé. Pero ya no distingo nombres. Solo recuerdo a dos.
Enrique. Y el primero. El que cambió todo.
Me sentía vacía. Usaba el sexo como un escape. Como una anestesia para no sentir. Me estaba perdiendo.
Justo entonces, un mensaje inesperado llegó.
Cap93: Hola nena ;) ¿sigues viva?
Lea96: Hola bebé ;) Sí, aún con vida xD
Cap93: Me preocupa no verte… bueno, leerte.
Lea96: No me digas, ¿nadie más quiere sexchat contigo?
Cap93: Soy muy solicitado, bebé. 7w7
Lea96: ¿Al igual que yo?
Cap93: Brincos dieras. Tú solo te vas con urgidos.
Lea96: ¿Te recuerdo cómo nos conocimos?
Cap93: Eso fue bajo 💔
Lea96: No, solo digo la verdad.
Cap93: ¿Quieres jugar hoy?
Lea96: No. Hoy solo quiero hablar con mi bestsexfriend.
Cap93: Me vengaré de esto, estoy muy duro… pero cuéntame lo que pasa.
Lea96: Puedes jugar mientras te cuento ;)
Cap93: No sería correcto sermonearte mientras me pajeo pensando en ti.
Lea96: Tienes mi permiso.
Lea estaba ahí. La sensación de que no era solo un chico cualquiera, que podía desaparecer en cualquier momento, la hacía más real… y a la vez más peligrosa. Siempre había algo que me recordaba que no era solo una personalidad. Que tenía algo propio.
Pase horas hablando con Cap y jugando con él, terminamos de hablar y fuimos a dormir, Cap era mi lugar seguro.
David
Ser el nuevo nunca fue fácil. Y menos por las razones que me trajeron aquí.
Extraño a mi hermana. A mis hermanos, no tanto.
Ella es la única parte pura de esta familia de mierda. Yo… trato de no corromperme más de lo que ya estoy.
Mis pensamientos giran en círculos. Nathan. Marianne. Russell.
Russell…
¿Por qué me importa tanto lo que piense? ¿Por qué me molesta imaginarlo con Marianne? ¿Por qué… me dolió más cuando él me rechazó, que cuando ella no me miró?
No. No ahora.
Me alisté para una cena formal con mis padres y sus nuevos socios. Me puse algo casual. Lo justo para incomodarlos.
Cuando llegamos, no esperaba verla. Marianne. Y por cómo me miró, tampoco esperaba verme a mí.
Nos sentaron frente a frente. Perfecto.
Cuando hubo oportunidad, la invité a tomar aire. Ella aceptó de inmediato.
Usamos una excusa tonta: mareo, incomodidad… funcionó.
—Así que a las chicas también las obligan a fingir la familia feliz —dije.
—Claro. Imagen perfecta. Hija perfecta. Todo perfecto.
—Te entiendo.
—¿También eres el hijo-cebo?
—Casi. Me falta ser perfecto.
—¿Te están “vendiendo” a alguien?
Me detuve.
—¿Perdón?
—Ya sabes… ligarte con alguna chica por conveniencia empresarial.
Si tan solo supieras…
—Algo así.
—Lástima por ti. Y por mí.
Lo dijo casi en un susurro.
—¿Qué quieres decir?
—Que estoy atada a Russell y…
Se detuvo. Su rostro cambió. Se tensó.
—Lea —dijo una voz a nuestras espaldas—. ¿Qué haces aquí?
Se puso pálida.
—¿Te conozco?
—¿Tan rápido me olvidas? —me miró—. Oh, ya entiendo. Ahora vas tras otro.
Marianne apretó los labios. Le ardía la vergüenza. Y la furia.
—No es asunto tuyo —dijo, firme—. Debería darte igual.
—Mi deber es advertir al mundo sobre ti, Lea.
¿Lea?
—Escucha —intervine—. Debe haber un malentendido.
—Hablo con Lea. No contigo.
Marianne se giró hacia mí.
—David, ¿puedes esperarme en la puerta?
Asentí. Me alejé… pero observaba. Algo no cuadraba. ¿Quién demonios era ese tipo?
¿Por qué le decía Lea?
Russell no debería cruzarse en esto. No ahora. No así.
Marianne
—¿No te das cuenta del daño que haces?
—¿Espanté a tu polvito de esta noche?
—Eres imbécil. A diferencia tuya, yo no me acuesto con todo lo que camina.
—¿Quieres que te recuerde nuestra primera conversación?
—No pensaba volver a verte nunca.
Mierda. Me delaté.
—Pero volviste. Incluso dormiste conmigo.
—¿Podemos olvidar eso, por favor?