Oúranos

Fangor

Estoy hecho una inmundicia, sin cara, sin partes de mi cuerpo y con un dolor que me atormenta inacabablemente. Siempre pensé que después de morir adquiriría un cuerpo que no sentiría, pero, realmente estaba inmensamente equivocado.

- ¡Buen día, Alex! - era el inconfundible tono del Diversificador.

- ¿Calculas que mi día es una fortuna? – le pregunte con algo de la burla que siempre me distingue.

- Aunque no lo creas tu sufrimiento purifica tu consciencia. La tuya es como un basurero, saturada de tus jactancias, asesinatos, violaciones y odio a todo lo que no seas tú. Es preciso que me digas si todo el tormento que has sufrido a manos de tus victimas te ha sido suficiente, y por qué.

- ¿Qué anhelas que te diga? El arrepentimiento nunca fue mi fuerte y no sé si lo será. Desde pequeño mi padre me enseño que el mundo estaba a nuestra disposición y que únicamente teníamos que estirar la mano para tomar lo que deseáramos. Frecuentemente él colocaba a mi madre como algo en lo que nunca deberíamos convertirnos porque ella siempre se condolía y socorría a los demás. Mi padre la encaraba persistentemente para gritarle que los enclenques jamás consiguen mas que humillaciones y que los pisoteen como asquerosos gusanos.

-Conozco tu historia Alex Ward, sin embargo, nada de eso te exime. Tuviste a tu alcance oportunidades para redimirte- me expreso con firmeza.

- ¿Hablas de Elizabeth?

- Exacto; ella era una adolescente cuando la arrancaste con brutalidad de los brazos de su madre y a sangre fría la asesinaste para que no continuara buscándola. ¿Aún te preguntas por qué te detestaba?

- ¡Yo la saque de su miseria!

- Sí, pero la ingresaste a la miseria de tu alma, y con el tiempo aprendió a aborrecer igual o más que tú. Esa es la razón por la que confabulo para hacerte caer de tu pedestal para que pagaras por el homicidio de su madre- me explico con dureza el Diversificador.

- Lo único que puedo decirte es que estar, así como estoy, es peor que el infierno.

- Sube, por favor, al lomo de mi fangor que ella te llevara a un sitio donde, quizás, aprendas la compasión- me explico al tiempo que señalaba con su mano. Allí, a pocos metros de mí, vi a un ave enorme que se agazapaba para que yo pudiera subir a su espalda. Sin pensarlo caminé trastabillando, subí y ella emprendió el vuelo, transportándome hacia el misterio.       

 

                                                                       

 

                                                                                                  

 



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En el texto hay: fantasia, personajes sobrenaturales, terror

Editado: 09.08.2023

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