¿Quién en su sano juicio pensaría que la vida universitaria sería sencilla?
Pues claro, yo lo pensé.
Para que tus años universitarios pasen de lo más sencillo y sin problemas, sólo se deben seguir algunas reglas esenciales para la supervivencia de tu salud mental y, por supuesto, tu corazón:
Número uno, elige bien a tus amigos.
Número dos, esfuérzate al máximo con tus estudios.
Número tres, no te enamores de alguien de tu misma carrera.
Número cuatro, no olvides las reglas número uno y número tres por nada del mundo.
Claro, podría decirse que son reglas sencillas, ¿cierto?
Dejen que les responda: No, son una jodida trampa mortal.
No es fácil conseguir amigos no "tóxicos" porque, la ley de la supervivencia dice que: Si estás solo, estás muerto. Así que sólo te adaptas a las opciones que tienes a tu alcance, lo cual conlleva a no tener muchas cartas sobre la mesa; Puede que, con un poco de suerte, consigas un buen grupo de amistades con los cuales puedas hacer un poco más soportables tus años académicos.
En cuando a "esforzarte con los estudios", se hace lo que se puede. No es que sea mala estudiante, ni me la paso vagando por los pasillos con un cigarrillo en la mano mientras evito entrar a clases, realmente tengo buena asistencia, pero eso no garantiza, para nada, que mis notas sean las mejores, supongo que soy una estudiante promedio, y como toda estudiante, si puedo evitar estudiar algún tema de alguna clase, sin duda lo haré. No soy el mejor ejemplo escolar. Lo siento, mamá, sabes que te amo, pero siempre he sido floja con mis estudios.
Y llegamos a punto tres, la razón por la que han decidido leer mi "dramática historia" y sí, es cierto, nunca, pero nunca en la vida, te enamores de alguien de tu misma carrera, es más, si puedes evita enamorarte de alguien de tu misma universidad. ¿Por qué? Se preguntaran, y mi respuesta es sencilla:
Andrew; que con su perfecto andar desinteresado, con su aura de "me la sé todas, y no puedes ganarme", y sus hermosos ojos achinados, hizo temblar mi mundo. Y no, no fue sólo una sacudida, fue todo un terremoto. Terminó dejando mi corazón despedazado en miles de trozos. Pero claro, me adelanto a los hechos, así que ¿por qué no comenzamos desde el principio?