Narrador omnisciente
Lea Christine Walker, desde pequeña, fue la más caprichosa de sus hermanas, su sueño estaba enfocado en lo artístico, pero sus malas decisiones nunca la llevaron por buen camino.
Era orgullosa y engreída, por ser hija de personas de el alta casta de Nueva York se creía superior y en realidad se podía decir que lo era al menos un poco, tenía buenas calificaciones y siempre fue líder en todo lo que emprendía.
Baile, música, deporte, animadoras, en fin todo se le daba bien y su belleza era inigualable y exótica.
En el instituto donde curso sus últimos años de estudio, el cual está de más decir que era el más costoso y cotizado de todo Nueva York, hacían un concurso cada año para aceptar un estudiante de pocos recursos y becarlo con todo incluido.
Miles de jovenes solicitaban cada año, aunque solo uno tenía ese beneficio.
Un año en especial entro como el nuevo becado un chico bastante apuesto y sexi, todas las chicas e incluso algunos chicos suspiraron por él hasta que se enteraron de que era el hijo del conserje y jardinero del instituto.
Erick Almeida Rivas era el típico nerd sumamente guapo y trabajador, era consiente de como las chicas lo miraban y a pesar de ser amable se mantenía alejado, lo último que deseaba era distraerse con alguna y perder esa gran oportunidad de sacar su familia adelante.
Sus estudios iban de maravilla y a veces su padre no comprendía como podía dar para tanto.
Era el mejor de su clase y siempre entregaba sus trabajos a tiempo y forma.
Era parte del equipo de natación del colegio, el cual era uno de los que tenía más trofeos en todo el estado y también por fuera de este.
Ayudaba a su padre cuando salía de entrenar sin vergüenza alguna y para finalizar trabajaba en un café como camarero los fines de semana y en vacaciones de verano.
Cualquiera que viera todo lo que hacía lo haría con admiración, no obstante, el grupo de amigas de Lea lo miraban por encima del hombro y tras tratar casi todo el alumnado femenino por tres largos años de enamorar al joven para decir que estuvieron con el más sexi del instituto era imposible penetrar las murallas del joven, no se le miraba interesado en ninguna chica, algunos llegaron a murmurar que era homosexual.
Bueno, todo cambio cuando él y Lea fueron a la biblioteca y al quedar solo dos asientos disponibles y juntos no les quedo remedio que compartirlo, para nadie paso desapercibido las miradas que se dieron en ciertas ocasiones, en especial Erick que parecía nunca haber visto una belleza igual a la de su compañera de mesa.
Lea era más alta que las mayorías de las chicas de su edad, incluso que los chicos, su cabello oscuro era hermoso y sus ojos brillaban de forma singular.
Viendo aquello, las chicas tomaron la decisión de trazar un plan para poder lograr su objetivo, aunque su amiga se vea en vuelta de mala manera, eso no les importaba en lo más mínimo, sino el gozo de decir que tenían razón o que fue su idea.
El año escolar termino sin más ocasiones similares, pero justo el día de la fiesta final los chicos decidieron apostar con la Walker, que no era capaz de enamorar al chico becado en las vacaciones de verano.
Lea, aparte de orgullosa, no le gustaba ser retada, por lo que lo acepto con gusto asegurando que el próximo año entrarían siendo novios oficiales.
En cuanto se le hizo posible investigó al chico y unos días después pidió empleo donde este trabajaba, convirtiéndose así en su compañera.
Erick estaba confundido al ver la chica linda y rica del instituto en un trabajo de verano, él imaginaba que se lo pasaban viajando por el mundo y esas cosas de gente millonaria.
Las primeras semanas entablaron una linda relación basándose en dos simples empleados y amigos, Erick estaba cada día más encantado con la joven Walker, pues no era solo un rostro bonito de largas piernas con mucho dinero de papi, también era inteligente y bondadosa.
Verla interactuar con las diferentes personas y ser tan sagaz le encantaba, era dulce con los niños y paciente con los ancianos.
Por su lado Lea llego a conocer al Erick trabajador, simpático y risueño, el joven Almeida estaba lleno de sueños a futuro y metas sólidas que a ella le parecieron excelentes y sus ojos eran un sueño para ella.
—Lea te gustaría ir por un helado cuando terminemos para festejar salir vivos de este zoológico—Erick sonrió después de invitarla.
En el café habían hecho una fiesta de cumpleaños infantil y estaban muy cansados luego de una tarde ajetreada.
—Si me gustaría —fue su respuesta y después de recoger todo y ser su hora de salida, ambos caminaron uno al lado del otro hasta el lugar pensado.
Tomaron cada uno una copa de helado y comenzaron a hablar de su familia.
Erick no tenía hermanos ni madre, esta lo abandono poco después de nacer porque no podía vivir la calidad de vida que el padre del chico le ofrecía, con el corazón destrozado y un hijo de tres años, Octavio Almeida se fue a otro estado para comenzar de nuevo ya cansado de esperar que ella regresara.
Por otra parte, Lea le contó de su familia y algunos de los inconvenientes que habían atravesado para ser felices.
"Los ricos también sufren" penso Erick después del relato de secuestro y casi muerte de los gemelos Walker, de como nació, ella gracias a reproducción asistida y el amor de su tía Sabrina por sus padres, pero lo que más le impacto es como ellos adoptaron a una de sus hijas acabando de conocer la muchacha que la estaba dando a luz cuando esta les hizo el pedido.
Cuando terminaron de disfrutar su helado, caminaron por un parque cercano sin decir palabras, el aire fresco de la tarde casi noche los hizo estar en calma y comodidad, sus dedos se rozaron y en un abrir y cerrar de ojos estaban tomados de la mano, ninguno dijo nada aunque tampoco hubo nada que decir.