P E Ó N [ #1 - Los Fugitivos ]

Capítulo II

Cuando abrí los ojos de nuevo, el sol estaba en lo más alto del cielo. Recuerdo que anoche hacía sido atrapado por los policías y traicionado por mi propio asesino a sueldo.

Me levanté del suelo, la fuerza aún no regresaba por completo a mi cuerpo, me sentía débil.

En este momento, me encuentro justo en una escena del crimen. ¿Qué sucedió? Unos policías trataron de apresarme, y gracias a la ayuda de un francotirador, logré librarme. Tan solo unos instantes después, él me disparó.

Puedo asegurar que él está muerto. Después de todo, poseo habilidad para distorsionar el espacio-tiempo, con al cual, logré matarlo con su propia arma.

Justo en el momento en que escuché el segundo disparo, traté de distorsionar el espacio detrás de mí, creando una puerta que se conectara con su cuerpo, pero no fui lo suficientemente rápido para ganarle a la bala, provocando una herida en mi espalda.

Trataba de usar mis habilidades al mínimo para no llamar la atención, después de todo, que un Peón tenga habilidades similares a una Reina no iba a pasar desapercibido.

Después de levantarme, comencé a caminar hacia la ciudad, ubicada a casi un kilómetro de distancia. Ellos planeaban matarme en medio de la nada, menos mal que conocía su ruta y posicioné al maldito francotirador en este lugar.

Después de dar un par de pasos, siento una punzada en mi espalda. Reviso y veo que hay sangre seca sobre mi ropa. La bala alcanzó a darme, pero no tocó ningún órgano. Apenas si logré distorsionar el espacio para no morir.

Sigo caminando mientras me quito la camisa, ya estaba rota de todas maneras.

La herida no está cerrada, pero ya no sangra, por lo que deberá aguantar hasta llegar a mi base.

Veo como se acercan un par de carros de color negro a toda velocidad, y se detienen justo donde está la patrulla junto a los dos cuerpos, decido caminar más rápido. Los autos pertenecen al departamento de inteligencia, por lo que llegaron a investigar el asesinato de dos policías la noche anterior.

Apenas caminé unos metros cuando uno de ellos comenzó a correr hacia mi dirección. Yo me movía lentamente debido a la herida de mi espalda, pero, si hacía un esfuerzo, podía correr más rápido que él. Esperé a que me alcanzara para salir corriendo.

–¡Oye! –gritó–. ¡Detente!

Creo que ya sé por dónde va esto. Puse los retazos de mi camisa alrededor de mi cuello, ocultando la marca que tenía en el cuello. Sería muy problemático que ellos se dieran cuenta de quién soy en realidad, después de todo, si se da la noticia que encontraron al Rey Negro, dejaré de ser libre, y no quiero eso. Aún hay cosas que quiero hacer, además, tengo que participar en el Juego de este año.

No solo participar, sino ganarlo.

Se supone que el premio es concederle un deseo al ganador, pero esto viene acompañado de un riesgo. En el Juego, tienes que apostar tu propia vida para poder participar. Era algo que no podía soportar en lo absoluto.

Ver a miles y miles de personas de la llamada clase baja siendo llevadas a pelear y morir sin obtener nada a cambio, así de injusta es esta sociedad.

No le importa sacrificar a la gente de menor rango con tal de obtener lo que ellos desean. Esto se aplica en todos los que tienen la marca de Alfil y Rey. Esos tipos planean controlar el mundo, así que contratan siempre a los mejores en sus equipos, con la esperanza de ganar. Y, si no lo consiguen, irán tras el ganador y le harán la vida imposible, por lo que él terminará suicidándose.

Esa es la patética sociedad de hoy en día.

Veo cómo el policía llega a unos pasos de mí y se detiene, yo me preparo para correr mientras mantengo mi mano en el cuello, ocultando mi pieza. Si dejo que la vea, todo lo que hecho se derrumbará.

–Tú, ¿viste algo de lo que sucedió aquí?

Comienza a caminar hacia donde estoy, escucho como lleva su mano a su costado y toma su arma, la amartilla, y la dirige hacia mí.

¿Tengo que pasar por esto varias veces?

Lentamente, me volteo para encarar al hombre, cuidando que la marca quede oculta. No quiero más problemas.

Mi mano derecha está sobre mi cuello, dejando la izquierda libre. Si se le ocurre dispararme, tendré que usar la habilidad de mi madre, y no quiero hacerlo. Me cansa mucho usar la distorsión, así que trato de usarla lo menos posible.

–¿Quién eres y cuál es tu pieza?

Lo sabía, lo primero que ellos preguntan es el nombre y la pieza, no hay manera de dar un dato falso, ya que ellos registrarán todos los nombres en el momento. Pero yo ya tenía una contramedida.

–Ray Ned, un Peón.

Esa era mi identidad, había jugado con el servidor principal y había introducido un par de identidades falsas junto a la verdadera, para poder usarlas en el momento necesario. Cada identidad era borrada cuando moría, es decir, ya no tenía una.

El policía llevó su mano izquierda a su oído, mientras mantenía su arma apuntándome en la derecha. Le estaban dando la información sobre mí en este momento.

Después de unos momentos, veo como su compañero se aproxima con el arma en mano, esto se está volviendo un poco problemático, tendré que acabar con esto rápido.



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En el texto hay: clasessociales, combates, apuestas

Editado: 16.08.2020

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