P E Ó N [ #1 - Los Fugitivos ]

Capítulo IV

–Ahhh, ¿por qué tengo que salvarte siempre?

En lo profundo de una cueva, apartados de la sociedad, había dos personas. Una de ellas estaba acostada bocabajo sobre algo que parecía ser una cama, tenía una gran herida en su pecho, aún estaba abierta, por lo que sangraba, manchando las colchas donde estaba recostado.

Por otro lado, la otra persona, una mujer que se veía en los veinte, estaba de pie junto a él. Tenía unas gasas y material de curación en la mesa al lado de la cama.

–¿Cuándo aprenderás tus límites?

Ella comenzó a limpiar las heridas del joven, el cual permanecía completamente inmóvil. Ella comenzó a retirar la sangre seca de su cuerpo.

El joven no se movía ni hacía muecas de dolor, parecía que estaba muerto. Después de curar sus heridas, comenzó a vendar su pecho.

–No estarás muerto, ¿o sí?

Ella comenzó a hablar irónicamente, sabía que el chico estaba gravemente herido, pero no sabía si estaba vivo. Aunque ella sabía que matarlo era completamente imposible, siempre y cuando no se le quite su marca. Tan solo perderá una habilidad cada vez que muera, es por eso que puede estar tranquilo.

Al voltear al joven hacia arriba, miró su marca. Un Rey.

–Así que de verdad moriste. No me sorprende que no hayas podido controlar el poder que tenías. Dime, ¿cómo sucedió?

Ella continuaba curando el cuerpo mientras hablaba con él. Sentía que su corazón latía lentamente, pero no lograba percibir su respiración. No estaba completamente muerto, pero no podía reaccionar correctamente.

–Vale, ya entendí.

Ella se acercó lentamente al rostro del chico, más específicamente, a sus labios. Lo besó.

Desde tiempos antiguos, se tiene la creencia de que se puede despertar a alguien con un beso. Esto era muy visto en los cuentos de fantasía dirigidos para los niños, además de su típico final feliz, la escena del príncipe despertando a la princesa con un beso no podía faltar.

Ella llevó su mano a sus labios e hizo una pícara sonrisa, esperando que el chico despertara, lo cual sucedió unos momentos después.

Él abrió los ojos y se sentó de golpe en la cama, casi golpeando a la chica frente a él. Comenzó a voltear hacia todos lados y se calmó, parecía saber dónde estaba y por qué había llegado aquí.

–Así que en verdad morí.

Su voz se escuchaba un poco apagada.

–¿Por qué tengo que rescatarte cada vez que sales?

–Tuve un pequeño problema allá afuera –dice mientras se frota la cabeza.

–¿¡Un disparo en el pecho es un pequeño problema!? –Ella comenzaba a desesperarse, por lo que comenzó a gritar.

–Y uno en la espalda.

–¿¡Todavía más!?

–Tranquila Julie te saldrán arrugas si continúan enfadándote, no es propio de un Reina gritarle a su Rey, ¿no es así?

La chica identificada como Julie, se calmó por un momento. Ella estaba molesta con el chico por el simple hecho de que ella estaba sirviendo como si niñera todo el tiempo. Su deber era recuperarlo y sanarlo, para que él se fuera de nuevo. Este ciclo se repitió, al menos, unas doce veces, por lo que lo normal sería que Julie estuviese harta de las acciones del chico.

–¿Qué puedo hacer entonces? ¿Cómo demonios juntaré a todos?

–Kay, este no es el momento. Sabes que aún queda mucho tiempo para el Juego.

–Lo sé, pero tengo que apresurarme. Ellos están detrás de mí en este momento.

–¿¡Te descubrieron!?

–Parece que sí, he agotado todos mis registros, por lo que ahora tengo que evitar problemas.

Kay llevó las manos a su cuello, a un collar que traía, el cual ocultaba su verdadera identidad, cambiando el tono de su pie, cabello, e incluso, el de sus ojos. Era muy útil a la hora de cambiar de identidad. Con el collar fuera, sus verdaderas facciones se revelaron. Cabello de color plateado, con ojos heterocromáticos y una piel morena. La máscara tenía el cabello de color negro, tono de piel blanca y ojos color café.

Su cuerpo parecía débil.

En su cuello, la marca de Rey apareció, por lo que Kay se levantó de la cama y caminó hasta un armario cercano, tomó una bufanda y la puso alrededor de su cuello, para ocultarla.

Ahí mismo, tomó una camisa de color negro y unos pantalones del mismo color.

Kay se volteó hacia donde Julie estaba, y comenzó bailar mientras se quitaba la ropa, dándole un pequeño espectáculo a la dama presente. Podía ver cómo Julie se sonrojaba al verlo, pero eso no lo detuvo. Aún sin un cuerpo marcado y lleno de vendajes se podían hacer muchas cosas.

–¿Acaso quieres verme completamente desnudo? ¿Todavía quieres más?

Kay le mostro una sonrisa a Julie, mientras esta miraba hacia otro lado y salía de la habitación.

–Qué delicada es, hasta parece que olvidó lo que hicimos.

Terminó de cambiarse y salió de la habitación, si es que se le podía llamar así a un agujero en la tierra de casi diez metros cuadrados. El exterior no era muy diferente, después de todo, estaban dentro de una cueva, y la habitación era parte de ella. Las lámparas colgando de las paredes emitían una débil luz que apenas lograba iluminar los largos pasillos subterráneos. Kay giró hacia la derecha y comenzó a caminar. Sabía a dónde se había dirigido Julie, pero no iba a perseguirla. Los ventajes en su pecho le apretaban.



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Editado: 16.08.2020

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