P E Ó N [ #2 - Los Gobernantes ]

Capítulo II

Elymar se sorprendió ante las palabras de John. Ella sabía que la chica era cercana a Kay por los datos que se habían obtenido, pero no esperó que fuesen tan cercanos. Esto era una verdadera sorpresa.

Si lo que John decía era cierto, entonces habían descubierto a la primera pareja de Reyes en todo el mundo.

–Supongo que todavía hay espacio para las sorpresas.

John se aproximó a la chica y levantó su cara, la ropa alrededor de su cuello estaba tapando algo importante que Elymar no había visto. Ella estaba segura de que esta chica era una pieza de clase alta, pero no se había registrado cuál era exactamente.

Él tomó el tirante izquierdo del roto vestido corto de la chica y lo deslizó hacia su hombro, mostrando su cuello. Una forma peculiar apareció ante la vista de ambos. No era posible observarla claramente debido a la escasa luz de la habitación, por lo que Elymar confundió la pieza.

–¿Eso es un Alfil? No tiene sentido.

Era obvio que los altos mandos no gastarían su tiempo en convencer a un Alfil, pero sería un caso diferente si se tratase de un Alfil Negro, pero el color tampoco era oscuro.

–¿Qué color es? –pregunta John.

–No alcanzo a ver, pero sé que es un color claro. Tal vez pertenezca al equipo Rosa o algo así.

Elymar estaba completamente equivocada, pero, debido a la oscuridad, se puede perdonar su error.

–No es Rosa, Ely, sino Blanco.

–¿Blanco? ¿Estás hablando del color del otro Rey perdido?

John toma una pequeña lámpara de su bolsillo trasero e ilumina el cuello de la chica, mostrando su pieza perfectamente.

–Es un Rey Blanco. Es por eso que los altos mandos la quieren convencer a toda costa, y, si ella es cercana al Rey Negro, es una oportunidad de oro.

Elymar estaba completamente sorprendida, ella se alejaba del lugar mientras John desataba a la chica. Él no era fan de las torturas sin sentido, así que no la iba a dejar más tiempo en este lugar.

–Supongo que tenemos un trato.

John susurró al oído de la chica mientras tiraba de los cinturones que la mantenían unida a la silla. Ella no ofreció resistencia, si mente estaba completamente perdida en un solo lugar. Por fin podría ver a esa persona que tanto había extrañado.

Estaba emocionada, sus sentimientos se arremolinaban.

Felicidad.

Supongo que esa era la causa de su estado actual.

John la ayudó a ponerse de pie, ya que, al pasar tanto tiempo sentada, era normal que ponerse en pie costara, ella no podría dar un paso sin caerse, lo mejor era sacarla y que caminara fuera de esta oscura habitación.

No tardaron mucho para llegar a la salida, donde los esperaban un par de hombres trajeados y lentes negros, junto a Elymar, la cual estaba recargada en el pasillo frente a la puerta mientras fumaba.

La luz del sol pasaba por los tragaluces ubicados en el techo, iluminando las paredes blancas adornadas con cuadros. Había unas mesas ubicadas equidistantes por el lugar, con floeros sobre ellas. Junto a Elymar, había un pequeño cenicero de color dorado con un par de colillas, como dando a entender que la chica era una ávida fumadora, pero no era así.

Al momento en que John llegó al pasillo, los hombres se acercaron rápidamente y sostuvieron a la chica. Uno de ellos la tomó del brazo para evitar que cayera mientras el otro sacó algo de su bolsillo, un pequeño artefacto con forma cilíndrica de menos de nueve centímetros de largo, una punta cónica con una pequeña aguja. La dirigió al cuello de la chica y presionó un botón ubicado en la parte de arriba.

Se escuchó un pequeño “Bss”.

La chica torció su cuello al tiempo que daba un grito. Los hombres trajeados solamente aumentaron su agarre para impedirle escapar o caer.

Una pequeña marca del tamaño de la cabeza de un alfiler apareció en el cuello, junto a una pequeña gota de sangre que recorrió su cuerpo hasta caer al suelo.

–Es un pequeño chip. Ellos no dejarán que los traiciones.

Uno de los hombres le susurró al oído a la chica, mientras esta luchaba para ponerse en pie. No era un dolor muy fuerte si se estaba preparado, pero, en este caso, después de estar encerrado mucho tiempo, siendo apenas nutrida, es casi obvio que los nervios serías más sensibles. Además, la aplicación del chip era mediante una cirugía, por lo que esta era una manera rápida de hacerlo.

–Buen trabajo, chicos. Déjenla ir. Denle lo que necesite y que se vaya.

La voz grave de John resonó en el pasillo. Los hombres asintieron y arrastraron a la chica hasta una puerta ubicada a pocos metros. Este era el último piso del edificio más alto de la ciudad, por lo que tendrían que bajar durante mucho tiempo para llegar a nivel de suelo, o, podían arrojarla desde aquí.

Obviamente, no era de manera literal. Había una forma para bajar desde la punta si ocurría algo que amenazara con derribarla. Es método era sencillo, ya que la torre tenía un total de cuarenta y tres pisos, era completamente visible desde cualquier punto de la ciudad, por lo que tomaron eso como una ventaja. El piso cuarenta y uno no era nada más que un pequeño hangar lleno con dispositivos que permiten al usuario planear desde esta altura, hasta el exterior de la ciudad, algo muy conveniente.



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En el texto hay: combates, clases sociales, pasadostristes

Editado: 25.09.2020

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