P E Ó N [ #2 - Los Gobernantes ]

Capítulo IV

¿Por dónde debo empezar?

Supongo que presentándome.

Soy Kyle Moon, y tengo veinte años. Hijo de padres de clase Peón. Soltero. Bueno, ignoren eso último.

Puedo decir que todo comenzó hacer dos años, cuando fui transferido a central. Mi primer encargo fue el de investigar a una chica encerrada en el piso cuarenta y tres de la torre. Al entrar en su habitación, no veía nada más que absoluta oscuridad, hasta que, pasando unos minutos, mis ojos se lograron acostumbrar.

Frente a mi había una chica de una edad similar a la mía, atada con unos cinturones a una silla. Tenía un vestido de color claro, con algunas partes rotas, dejando asomar parte de su lencería. Como mi primera misión, era el encargado de obtener sus huellas digitales para poder identificarla correctamente.

Cuando tomé su mano, ella simplemente comenzó a gritar y retorcerse. En ese momento, entraron dos hombres trajeados con una especie de lentes para observar en la oscuridad, ambos corrieron hacia la chica y, con una pequeña jeringa, inyectaron un leve sedante. Yo estaba asombrado al ver la escena, así que no podía moverme.

–¿Qué estás esperando? –Uno de ellos me habló.

–¿Eh? Ah, ya voy.

Me acerqué a la chica y tomé su mano, era suave al tacto, pero, estaba fría. Deslicé la placa para registrar sus huellas. Después de registrarla, salí de la habitación y me dirigí al piso inferior, donde tenía mi propia oficina, era algo bueno de este trabajo.

Abrí la puerta de mi espacio y entré, había un pequeño escritorio frente a mí, con una silla de cada lado. Sobre una mesa cercana, había un pequeño televisor holográfico, el cual presentaba imágenes del piso superior, más específicamente, de la habitación de la chica. Yo soy el encargado de monitorearla, no tengo ni la menor idea de porqué se me dio esta misión.

Me senté frente a mi escritorio y puse la placa con las huellas frente a mi, sobre un pequeño lector ubicado en el centro del mueble, este se apresuró a proyectar una pantalla frente a mis ojos, en la cual estaba registrada toda la información sobre la chica.

–Veamos.

Según los datos, ella se llamaba Amelie Lauz, pero había cambiado su nombre hace apenas un año, ahora era Amelie King. Parece que se casó con alguien problemático. Ella tiene diecinueve años actualmente, por lo que se casó apenas llegando a la mayoría de edad.

Había otros datos más en el reporte, pero nada me importaba. Había una imagen en una esquina del reporte, la cual se tomó el día de su captura. Puedo ver que ella vestía la misma ropa que en ese momento.

—Parece que la gente de aquí no piensa en ella como persona, sino como objeto.

Di un último vistaso al documento, para encontrarme con un dato realmente interesante.

Entre las líneas finales había una información que no había leído hasta el momento, tenía un apartado exclusivo. Recordé que la clase, o pieza, estaba remarcada hasta el final de todos los documentos oficiales. Mis ojos se posaron sobre el pequeño recuadro.

—Dice… Amelie King, Rey Blanco.

Me levanté sorprendido por lo que acababa de leer, la silla cayó hacia atrás, golpeando el suelo con un estridente ruido metálico.

–¿Este reporte es real?

Estaba impactado, ¿mi primera misión como soldado en central era cuidar al Rey Blanco? Esto es una completa locura.

Salí de mi oficina y me dirigí a las escaleras, la luz de la luna había comenzado a colarse por la ventana ubicada al costado de la puerta. Subí al piso superior y recorrí el pasillo hasta la habitación de la chica, esta no se podía abrir a menos que tuvieses una autorización, la cual tenía.

La puerta se abrió después de que deslicé mi identificación frente a una especie de lector ubicado a un costado del marco. Entré rápidamente y cerré la puerta detrás de mi, aunque el sistema registre las entradas y salidas, no me gustaría ser viso entrando aquí.

Caminé hasta el centro de la habitación, tropezando con una de las patas de la silla, cayendo al suelo. Lo mejor sería esperar a acostumbrarme a la oscuridad en vez de tratar de adivinar lo que hay frente a mí.

–¿Quién eres?

Escuché la voz de la chica, se escuchaba un poco apagada.

–Tranquila, solo quiero hablar contigo.

Desde que leí su información y me di cuenta de que era un Rey, quise hablar con ella. Desde que era niño, había sido separado de la llamada “alta sociedad”, ya que había nacido como un Peón de clase B. Yo veía a los Reyes como una entidad superior, ellos tenían todo, nada les faltaba, ¿por qué se iban a fijar en un simple Peón como yo?

Quería conocer a uno de los llamados Reyes para poder hablar con él, por eso me metí al ejército. Sé que mi objetivo es un poco vago, y hasta estúpido, pero puedo decir que lo he logrado.

La manera en que los presentan es completamente diferente a la que he visto hasta ahora.

Yo pensé que ellos lo tenían todo, que eran parte importante en la sociedad, pero, al ver a esta chica, me doy cuenta de la realidad. Ellos no lo hacen por gusto, los obligan. No viven entre lujos, sino que son manipulados por gente con mayor poder que ellos, el mundo está podrido hasta la raíz.



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En el texto hay: combates, clases sociales, pasadostristes

Editado: 25.09.2020

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