Paabanc, leyendas de la nueva Guatemala

Rey quiché

Título: Rey quiché

Biografía del compositor

Nombre: Daniel Hurtado

Lugar y fecha de nacimiento: Nace en Quetzaltenango, 1827 - sin datos

Datos adicionales: Fue el creador de la marimba de doble teclado en 1894.

El rey quiché mira a su contrincante directamente a los ojos con expresión dura, fija, sin ninguna emoción. Las plumas de quetzal en su penacho acarician al viento. Está adornado con un traje de piel de jaguar con pedacitos de cuentas brillantes que denota su rango monárquico. Las cintas de cuero de sus xajab’ suben por sus pantorrillas como serpientes. En su mano derecha lleva una b’aj de madera con incrustaciones afiladas de obsidiana, listo para batirse en duelo a muerte con el invasor. Atrás de él está su pueblo, en fila paralela a los enemigos, listos para comenzar la guerra. Habla el rey quiché con voz sofocada e ininteligible. Responde el hombre rubio de ojos azules en el mismo lenguaje. Blande uno la espada y la b’aj el otro dispuestos a defender cada cual su causa. Estalla la pólvora. Rompe el pueblo en furiosas voces…

José Luis estaba preparando el caballo para salir de la finca “La Piedad”, en la aldea La Periquera, para dirigirse a Palín a vender sus quesos. Desde hacía varios años se dedicaba a las ventas y otras actividades comerciales para sustentar a su familia. Alistó todo y se fue.

Ya tenía algunos clientes en panaderías y tiendas donde expedía sus productos. Pero aquella tarde de enero le tenía una sorpresa.

—¡Güicho! —se escuchó una voz a sus espaldas cuando ya iba de regreso.

Güicho, como le decían a José Luis, detuvo su caballo y bajándose, se dirigió con ánimo al ver de quién se trataba.

—¿Qué pasó, vos Chiruste? —dijo, con una sonrisa mientras abrazaba a su primo, quien le saludaba.

—¿Vas a venir hoy en la noche? Quiero ir a darle serenata a una traidita.

—Ja, sos tremendo. Me extraña, vos sabés que para eso me pinto solo. Contá conmigo. Ahorita llegando voy a alistar la guitarra de una vez.

Como lo había prometido, Güicho llegó esa noche y después de la serenata, se quedó un rato en una banqueta platicando y tocando la guitarra con su primo.

—Qué te cuento, vos Güicho, fijate que me están proponiendo algo.

Güicho cantaba melodiosamente en ese momento “Adriana” de Carlos del Llano. Dejó de tocar la guitarra, interesado en la noticia.

—¿Aaah, pero no es nada ilícito?

—Nombre, cómo vas a creer; es otra cosa.

—Ah, vaya, así sí.

—Vos has visto el baile de la conquista, ¿va?

—Pues sí, cómo no. Es mi favorito. Me gusta bastante esa representación. Pero ha de ser muy difícil aprenderse todos esos diálogos. Para eso uno debe de tener sheca —dijo, tocándose la sien con el índice haciendo referencia a la buena memoria.

—Eso sí es cierto. Pues te vas a ir de espaldas cuando te dé la noticia.

—Pero hablá de una vez. Ya la estás haciendo mucho de emoción.

—Agarrate los calzones, pues, porque se te van a caer de la emoción… nos quieren incluir en esa danza.

—¿Cómo? No chingués. ¿En serio? —preguntó emocionado — No me ilusionés con eso. Sabés que ha sido mi sueño desde siempre.

—Sí, hombre. Es verdad. Ya está todo listo. No sé qué digas vos.

—Por mí encantado. Hay que aceptar la invitación. Pero es en serio, ¿verdad?

—Pues sí. No voy a bromear yo con eso sabiendo bien cuánto te emociona esa danza.

Como se lo habían prometido, les dieron un papel dentro del famoso baile. Era aquella una danza tradicional en donde se ponía en escena una faceta de la época de la conquista. Consistía en dos grupos, uno representaba a los indígenas y el otro a los españoles. Se vestían con trajes multicolores de telas tejidas a mano, de trajes típicos y usaban máscaras de madera. Los unos llevaban espadas y los otros lanzas, arcos y b’aj, que era un hacha tradicional de madera plana con incrustaciones de obsidiana. Dicha danza se hacía en conmemoración cada cuatro o cinco años debajo de la representativa ceiba de Palín.

Aquella iba a ser la primera vez en donde participaban Güicho y Chiruste. Güicho estaba nervioso, tratando de no olvidar sus líneas. El traje le había costado varias privaciones para poder ahorrar lo suficiente. Y no era para menos, el penacho estaba hecho de plumas genuinas de quetzal. Llevaba una capa de cuero auténtico de jaguar, el cual tenía incrustaciones de piedrecitas de colores y espejos brillantes. Los xajab’ eran de buena calidad con largas cintas de cuero que se anudaban desde los tobillos hasta las pantorrillas.

Explota la pólvora. Se escucha el rugido de las bombas y de los fieros luchadores. De un lado los indígenas y del otro los invasores. Habla el rey quiché antes de desatarse la lucha, tratando de evitar la guerra. Rompe el pueblo en furiosas voces. Se abalanza el rey quiché. Corre el Adelantado a su encuentro. Se baten ambos en fiera lucha, pero el valeroso rey cae fulminado por las balas. Aplaude la gente arremolinada bajo la ceiba. Suenan las alegres notas de la marimba. Se levanta Güicho retirándose la máscara con una sonrisa. Ya son muchos años que lleva representando al rey quiché en el pueblo. La gente lo vitorea entre aplausos mientras le palmea la espalda. Es un legado que nunca se olvidará.



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En el texto hay: leyendas, relatos, terror magico

Editado: 23.09.2024

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