Mi madre entró a su habitación igual que como lo hacía todas las mañanas. Saludó, le dio su medicamento junto con un poco de agua, parte de la rutina era hacer que el paciente hablara justo en cuanto se tomara su pastilla, esto es para comprobar que si se la hubiera tragado y no le estuviera ocultando en la lengua. Mi madre siempre le preguntaba sobre cómo se sentía esa mañana, el paciente 523 siempre respondía cordialmente con un "Bien, muchas gracias por preguntar señorita" o algo así por el estilo para que después mi madre le hiciera preguntas sobre sus sentimientos, problemas y esas cosas. Pero en aquella ocasión, el 523 no respondió nada, se limitó a mirarla a través de los orificios de su máscara. La miraba con curiosidad, la misma que tiene un niño pequeño al ver un juguete nuevo que jamás hubiera visto.
—¿Ocurre algo? —le preguntó mi mamá, para este punto había empezado a sentirse incómoda.
—Veo que usted trae una máscara el día de hoy señorita —le respondió con naturalidad el 523 usando su acostumbrada voz infantil.
Este comentario dejó muy confundida a mi madre.
—¿Disculpe?
—¿Ocurrió algo ayer señorita? porque esa máscara que trae no se la había visto antes.
—Pues no, no entiendo de que...
—Oh usted sabe bien de que estoy hablando. Usted tiene una máscara puesta. Discúlpeme pero de verdad tengo mucha curiosidad de porqué se la puso.
Mi madre no sabía que responder. Definitivamente eso es algo que tendría que poner en sus notas. Al parecer el 523 empezaba a tener alucinaciones. Por supuesto que ella no tenía ninguna máscara puesta, pero el 523 insistía que sí. En estos casos el protocolo era seguirle un poco la corriente, esto para mantenerlo distraído y tranquilo en lo que el equipo de atención médica crea un plan para ayudar a tratar las alucinaciones. El auxiliar se puso manos a la obra mientras mi madre continuaba con la charla.
—Bueno, pues creo que me queda bien, o ¿Usted que piensa?
—Mmm... señorita sé que solo está intentando seguirme el hilo, pero no tiene que hacer eso conmigo, siéntase en total confianza no es necesario que use su máscara aquí, estoy dispuesto a escucharla. Usted ha hecho eso conmigo desde que la conozco así que déjeme devolverle el favor.
A esto mi madre ya no supo que responder.
—Bueno —continuó el 523— escuche, no hay nadie mejor que yo para reconocer cuando la gente oculta su verdadero rostro —dijo esto mientras apuntaba con su dedo la máscara de papel en su cara— a usted la está atormentando algo señorita, algo le ocurrió entre ayer y hoy, así que por favor muéstreme su cara.
Nuevamente no supo que responder. Ella ya estaba acostumbrada a hablar con personas cuya mente no es capaz de formar ideas lógicas, pero esta vez de verdad que no sabía como continuar. El 523 a pesar de sus contadas crisis, nunca había presentado síntomas de esquizofrenia, y lo cierto es que ahora no terminaba de entender lo que quería que ella hiciera. Terminó diciendo lo primero que se le vino a la mente sobre el día anterior.
—Ppues emm... ayer en cuanto salí del trabajo fui a mi casa y comí .
—Si y ¿Qué paso después de eso?
—Pues hablé un poco con mi novio por teléfono y tuvimos una discusión.
—Ya veo, cuéntame sobre eso.
La tarde anterior, mi madre había peleado con su novio quien es ahora mi padre. Ella ya no recuerda la razón, pero si recuerda que le preocupaba la posibilidad de terminar la relación. Ella no le había dicho nada a nadie y a la mañana siguiente fue a trabajar como de costumbre. Ella como siempre a todos sus pacientes les atendió con una gran sonrisa para incentivar a levantarles el ánimo, pero en el fondo estaba muy angustiada. Le terminó contando esto al 523.
—Entiendo —respondió después de un rato de silencio— y dígame señorita ¿Usted lo sigue amando?
—Pues si —respondió nerviosa.
—Y ¿Usted cree que él aún la ama?
—Pues si eso creo.
—Entonces no tiene nada de que preocuparse, lo único que tiene que hacer es hablarlo y verá que las cosas resultarán bien para ambos. Pero insisto en que no tiene que usar su máscara conmigo, no tiene que ocultarme su rostro pues entiendo por lo que está pasando.
Mi mamá intentó decir algo pero la interrumpió.
—Verá usted. Durante toda mi adolescencia me la pasé ocultando mi rostro. Negué por completo que tuviese emociones. No sentía nada por nada ni nadie. Mi mentalidad era muy lógica: "Si no siento nada, entonces no siento dolor" y viví de esa forma, sin valorar nada de lo que me rodeaba. Llegó un punto en que de verdad me creí que no tenía emociones, pero claro que tenía que ocultarlo, por eso fue que me hice una máscara, una sonrisa vacía y sin significado que hacía que las personas al verme pensaran que todo estaba bien, que no tenían nada de que preocuparse... pero en el fondo sabía que no era verdad.
«Le diré algo. Usted puede usar esa sonrisa falsa todo lo que quiera, pero si tiene algo que decirle a una persona que le importa solo dígalo. Yo perdí mi corazón por eso mismo, la perdí, nunca se lo dije y de ahí vino mi máscara que llevé por muchos años hasta que encontré alguien que me la quitó.»
Mi madre quedó pasmada. Se quedó completamente muda. Un segundo después llegó por fin el equipo médico especializado para controlar la situación. Ella agradeció las palabras al 523, se despidió y se marchó. Por supuesto como parte de su trabajo tuvo que reportar los detalles de su charla con el paciente, esto para que el equipo de psiquiatría lo analizara. Pero sus palabras no se fueron de su mente en toda la jornada.
Ese mismo día ella habló con mi padre e hicieron las pases. Hablar sobre lo que sentían uno del otro funcionó perfectamente. Para los días siguientes mi madre continuó un poco con la plática que había tenido con el 523 quien recordaba perfectamente todo de lo que habían hablado. Estaba interesada en continuarla porque era la primera vez que él le revelaba detalles sobre su vida y sus sentimientos así que no podía desaprovechar la oportunidad de profundizar más con él.