El entrenamiento continúa durante unos cuarenta minutos, unos en los que mi sonrisa no podía borrarse de mi cara. Realmente la estaba pasando bien.
Hasta que unos gritos de alarma sonaron en el campamento. Todos nos pusimos alertas. Por un momento pensé que los demonios nos habían descubierto y que había llegado la hora de pelear. Pero pasaron los segundos y me percate de la gente que se reunía más allá, en el campamento. Como...viendo algo.
Lucas olfateo en el aire y se puso tenso. Una total piedra carente de color, que se había drenado de su rostro. Fruncí el ceño por la sensación de malestar que me embarga.
Comienzo a avanzar por el campo hasta el lugar de la conmoción.
A lo lejos veo algo que hace que mi corazón se hunda en mi pecho. Comienzo a correr con el cuerpo temblando,
Escucho que me llaman a lo lejos pero solo puedo ver esa figura femenina que tiene Orión en sus brazos.
Esto no está pasando.
Todos se hacen un circulo a su alrededor y cuando llegó empujo a todos fuera en mi camino, sin importarme nada, con las lágrimas ya fluyendo por mi rostro.
Cuando alcanzo el centro, Orión se encuentra con mi mirada y lentamente arrastro los ojos hacia Violet. Su pelo negro azabache y su piel acaramelada, mas pálida de lo normal. Su túnica roja, y en el costado puedo apreciar la mancha de sangre que se distingue. Caigo de rodillas a su lado y mis manos tiemblan . No puedo contener el pulso de energía que desprendo y empuja a todos hacia atrás. Escucho jadeos horrorizados y pequeño blanco se aprieta más a mi cuello.
Pero ya nada me importa.
Mi pesadilla se vuelve realidad. Y mi corazón es apuñalado docenas de veces.
Toco su rostro y Violet abre los ojos, lentamente.
- Oh - lloro de alivio y agarro su mano fuertemente. - No me hagas esto, por favor.
- Emma. - su voz es débil - Lo siento...intente detenerlos pero... - se ahoga con sus propias palabras
- No hables. - le digo - Te curaremos. Estarás bien, lo prometo. - mis lágrimas caen en su túnica, mojándose - Quedate conmigo.
- Siempre. - alcanza a decir ella
la multitud se
De entre la multitud entra Wanda y otros ancianos. Me apartan y no me resisto, porque sé que son los únicos que pueden ayudarla.
Lucas aparece detrás y se lanza por ella, tomándola entre brazos. Su cuerpo tiembla.
- Vamos, no perdamos tiempo. - dice Wanda y Lucas la sigue con Violet y otros ancianos hacia la tienda más cercana.
Me quedo tendida en el suelo, mirando por donde se fueron. No logro reaccionar hasta que siento una mano en mi hombro y luego unos brazos que me sujetan contra su pecho y me llevan lejos de la gente que me mira con terror. Porque ahora saben de lo que soy capaz.
Las lágrimas sigue saliendo mientras entramos a mi tienda.
Orión se recuesta en mi cama, conmigo en su pecho y me abraza hasta que estoy seca de lamentos. Hasta que no queda ni una sola lágrima.
- Es mi culpa. - dice entre dientes apretados
Lo escucho.
- Yo debí haberla salvado. Estaba siguiendo a esos demonios y cuando me di cuenta a donde iban era demasiado tarde... - respira sobre mi cuello - Es mi culpa.
Agarró su camisa en un puño.
- No te atrevas a culparte por esto. - digo con enojo - Ni se te ocurra. Los culpables están allí afuera.
Si hay algo en lo que puedo confiar, es en que Wanda la curara a Violet. Lo sé.
No dice nada pero me aprieta más fuerte. Entierro mi rostro en su cuello, respirando su olor, disfrutando de su calor y del sentirme protegida. Pequeño blanco se queja.
- Lo lamento, pequeño - le digo levantándome y al ver que él no quiere salir de mi cuello, suspiro y me siento, lamentando la pérdida de confort.
Orión se sienta a mi lado y me envuelve con un brazo. Lo miro a los ojos. A esos ojos que me vuelven loca, a esos ojos que en un principio consideré mi perdición, pero que terminaron por salvarme en todos los sentidos. Miro a los ojos de mi amor, de mi compañero y príncipe demonio. Mi mano se mueve por voluntad propia, arrastrándose por su mejilla hasta llegar a la parte posterior de su cabeza, sus ojos se cierran con deleite, como si mi toque fuese puro éxtasis para él. Su hermosura me quema el alma y hace que mi estómago se contraiga. Tiro se su cabeza y voy a su encuentro. Nuestros labios se conectan después de mucho tiempo.
Ambos soltamos un gemido por la sensación. Por el estallido de emociones y sensaciones que nos abruman. No volvemos dos animales hambrientos uno del otro, devorandonos desde nuestra alma. Sus manos me recorren y las mías hacen lo mismo, y me pierdo en este universo. Me pierdo en este ser que es mi luz y amor. Este ser con el que quiero pasar el resto de mis días, hasta el fin de los tiempos. Las corrientes hacen que me quede sin aliento y me doy cuenta que estoy apunto de soltar mi energía. Abro mucho los ojos y me empujo lejos. Orión gruñe como un perro al que le sacaron su juguete y abre los ojos. Contengo un jadeo al ver todo lo que ellos reflejan. Deseo, amor, desesperación. Y una promesa. "Como quisiera saber que es lo que piensas, demonio"