Emma
Alguien me llama. Una mujer. No puedo ver quien es. Pero su voz...
Emma, despierta, cariño.
Me esfuerzo por alcanzarla pero la oscuridad me tiene atrapada. No puedo. No puedo...
¡Despierta!
Me despierto sobresaltada, con la boca abierta en un grito silencioso y mi respiración agitada. Mis manos tiemblan y la sensación de angustia perdura. "Esa voz..."
Emma
La brisa arrastra el susurro de mi nombre y me sobresalto al escucharlo claramente. Y este no es un sueño. Miró en busca de Beleth, pero no lo encuentro. Las cenizas del fuego descansan a unos centímetros y el cielo permanece de noche, con la luna y las estrellas rebosando.
Miro a todos lados. Incapaz de pensar que esa voz es real.
Emma, no hay tiempo.
Esta vez la escucho, más clara y fuerte. Me agarro la cabeza.
- ¿Quien eres? - digo y estoy haciendo un esfuerzo enorme por no entrar en pánico.
Sabes quien soy...hija.
Creo que la tierra se detiene por unos segundos. Y mi corazón también. Estoy segura de no estar respirando. Porque en el fondo de mi alma puedo reconocer su voz. Escucharla cantandome al oido. Y sé que es ella.
- Mamá. - me ahogo con la palabra, y se me es difícil no quebrarme. Las lagrimas se acmulan en mis ojos - ¿Como es posible? - tartamudo, sin pudiendo entender lo que sucede.
No tengo mucho tiempo, Emma. Lucifer me tiene encerrada y solo tu puedes venir a rescatarme. Abriré un portal y vendrás por mi. Tienes que apurarte. Él volverá pronto.
Asiento con la cabeza fuertemente, como si ella pudiera verme.
- Dime donde - miro a todos lados, esperando ver lo que ella me dice.
Sigue mi voz, hija.
Me levanto, tambaleante y sin pensarlo dos veces, camino rápidamente por el bosque. Esto es real y mi mamá me necesita.
Eso es. Ya casi.
Mi corazón se acelera cuando de entre la oscuridad surge una grieta de luz. Se va haciendo más grande, hasta el tamaño de un espejo de cuerpo entero. Me acerco y es como si viera a través de una ventana, a un pasillo de piedra, alumbrado con antorchas. Dudo.
Rápido, Emma
Escucho la desesperación en su voz y eso termina por romper toda duda. Me lanzo por el portal, sin siquiera pensarlo. Y se siente como si pasara a través de una cortina de agua, solo que sin mojarme. Caigo de cuclillas y de inmediato el ambiente se calienta. Miro hacia atrás y el portal se cierra rápidamente. Aprieto los labios, esperando que mi madre pueda recrear ese portal y así poder salir. Porque eso hare. La recatare. Y cuando ella esté a salvo, vendré por Lucifer.
- Mama. - susurro, pero no obtengo respuesta. Suelto un suspiro tembloroso y avanzo.
A medida que recorro el pasillo, donde dobla hacia la derecha. Y luego hacia la izquierda. "Maldición, esto es interminable" El último tramo termina en una puerta roja. La miro fijamente mientras que un escalofrío me recorre. "Por mama" Me trago el miedo y abro la puerta empujando firmemente.
Lo primero que veo es la jaula de pájaro gigante, cubierta hasta la mitad con un manto negro y está ubicada en el fondo de la habitación. Una habitación amplia con el techo en forma ovalada y un total de diez túneles con antorchas, distribuidos por los costados. Al lado de la jaula se encuentran tres escalones de piedra y lo que parece ser un pequeño escenario con un trono de piedra caliza. El suelo esta hecho de mármol y las antorchas brillaban y le dan un aspecto tenebroso al lugar. Me armo de valor y sigo caminando.
Mis pasos resuenan en todo el lugar, haciendo eco. Miro a todos lados y comienzo a entrar en pánico.
De repente escucho un gemido proveniente de la jaula. Me quedo paralizada y enfoco mi vista en ella. Algo se mueve allí dentro y me atraganto cuando una posibilidad se cruza en mi cabeza.
Me quedo allí parada, en medio de la habitación, demasiado temerosa de ir a ver.
Escucho unos pasos a mi espalda y me doy la vuelta, preparada para atacar. Pero no hay nadie allí. "¿Ahora escuchas pasos fantasmas?" No lo creo.
- Muéstrate. - digo apretando los dientes.
Pero en lugar de recibir una contestación, una carcajada a mis espaldas hace que mi sangre se hiele y el color abandone mi rostro. Porque sé a quién pertenece. Lentamente me giro y miro al ser que tanto odio y he buscado.
Lucifer está sobre el trono, y sus ojos negros me miran brillantes y en su mirada encuentro puro regocijo. Y de inmediato sé que todo fue un engaño. ¿Pero como? Sus alas están a cada lado de su cuerpo y luce incluso más destruidas, hasta el hueso. Lleva una camisa roja y un pantalón negro con botas. Su cabello negro brilla ante las luces de las antorchas y la mitad de su rostro se oculta en la penumbra ya que no alcanza a ser alumbrado. Y luce aterrador. Sus rasgos perfectos parecen fríos y de mármol, como si el que lo tallara se hubiese olvidado de darle expresiones. Una sombra de negrura lo rodea, como un aura. Y exuda poder por cada poro de su cuerpo. Un rey casi caído.