Pactum: El Martillo De Las Brujas

DIARIO. 2 DE JULIO DE 2015. NOCHE

Era una noche bastante lúgubre. La lluvia trajo consigo un frío mortuorio que me envolvió por completo. Froté mi cuerpo con mis brazos, intenté calentarme y apaciguar mi corazón, estaba temblando, no solo por la gélida temperatura, sino por el terror que me dominó al sentir su esencia acercarse a mí.

Con un nudo en la garganta y faltándome la respiración levanté mi mirada, allí en frente de mí un columpio solitario se balanceaba por el viento, como si pretendiera mostrarme que ella estaba allí, regodeándose entre su inmaterialidad al verme morir de miedo.

Un extraño sonido a mis espaldas me estremeció, sin atreverme a volver la mirada, emprendí mi cobarde huida. Sentí una respiración detrás de mí y aunque corrí con suma velocidad, continué escuchando sus resoplidos a mi espalda. Mis pasos eran veloces, aun así la distancia en frente de mí no se reducía, parecía alargarse y estrecharse en forma de callejón.

Me interné en aquel frío pasadizo al darme cuenta que era el único camino al que podía acceder. La neblina empezó a descender, haciéndose aún más difícil poder ver lo que había en frente de mí. Decidí no detener mi marcha sin importar lo agotado que estuviese. No permitiría que aquello que estuviese detrás de mi lograra alcanzarme.

El vaho salió por mi boca entre resoplidos. Pareciera como si aquel hálito que brotaba de mi interior fuese el encargado de atraer más la lluvia y la niebla, haciendo torpes mis movimientos. Corrí desesperado, con la velocidad de los rayos que veía caer a la distancia y que oía retumbar hasta lo más recóndito de mi alma. Tropecé, caí con fuerza y me arrastré unos cuantos metros por el suelo.

Mis rodillas y mis manos quedaron raspadas. Al no poder ver nada a la distancia, a gatas, me acerqué a una figura sobre el suelo. Era evidente que era contra aquel objeto con el que me había tropezado. Tanteando el suelo con las manos, sentí la figura y hubo algo que llamó mi atención, sentí unos dedos. Aterrado y con un nudo en la garganta me acerqué, era la figura de una mujer la que yacía en medio del callejón. Su rostro estaba cubierto por su cabello empapado. Con los ojos aguados lo retiré para darme cuenta que era Jenny, mi amada. El aire me faltó, y entre sollozos vi sus ojos desorbitados y sin brillo. Abracé con fuerza su cuerpo.

Arrodillado y en medio del aguacero, levanté mi mirada, y entre las gotas de agua, la niebla y el granizo, vi su figura macabra, sosteniendo entre sus manos un hacha colorada y un pasamontañas que velaba su cara. Un rayo a la distancia delineó salvajemente su silueta. Poseía una tranquilidad agobiante.

A un lado de aquel hombre, una figura infantil emergió y tras señalarme, aquél hombre infame arremetió en contra de mí y tras asestar un golpe con su hacha sobre mi frente, desperté, sintiendo los latidos de mi corazón en la garganta.

Espero nunca más tener un sueño igual.




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