La noche llegó, todos descansaban en sus respectivas habitaciones, a pesar que había dejado de llover, el frío del lugar era abrumador. Samuel salió de su habitación y encontró a Wilson sentado en una silla, con una expresión de aburrimiento. Samuel se sentó a un lado de él para conversar y tratar de levantarle el ánimo.
―¿Qué tal Wilson, como la está pasando? ―preguntó Samuel.
―Muy bien muchas gracias, algo triste, no he hablado mucho con victoria. ―contestó Wilson―. Ella me dijo que estaríamos juntos en este paseo, por eso accedí a venir. Desde que llegamos no hemos estado juntos ni 5 minutos.
―Ella está en la habitación hablando con Jenny ―explicó Samuel―. No se preocupe, ahorita empezamos la fiesta y tiempo es lo que van a tener para estar juntos. Ella llevaba mucho sin verse con Jenny y hasta ahora va a conocer a Catalina, deles tiempo de que hablen cosas de mujeres. Si quiere nos tomamos unos aguardientes mientras ellas vienen y nos calentamos de este frío.
―Muchas gracias Samuel, yo no tomo, el licor le hace daño al cuerpo y en la iglesia siempre nos han enseñado a no caer en las cosas mundanas ―contestó Wilson―. Sabe que si me gustaría hacer, salir tanto como ustedes, he escuchado a Victoria hablar y me dice que suelen salir de paseo seguido a diferentes lugares. Se nota que son personas muy divertidas.
―Durante el último mes, hemos estado saliendo casi todos los fines de semana con Julián y la novia, vamos a cine, comemos algo, vamos a un bar, la idea es tener varios planes en la noche, así no nos aburrimos ―respondió Samuel―, aunque para algún eso sería mundano ―agregó con picardía―. Con Victoria y Fabián no nos veíamos hace 5 o 6 meses, así que me pareció que este paseo era una buena ocasión para juntarlos a todos.
―Que chévere tener amigos como ustedes, me gustaría mucho que Victoria y yo saliéramos así ―respondió Wilson.
―Si quiere cuando regresemos a Bogotá salimos en plan de parejas ―propuso Samuel―, tenemos pensado ir en unos 15 días a saltar en bungee, ¿qué le parece si usted va con Victoria?
―¿En serio? ―el rostro de Wilson se iluminó con una sonrisa, sus ojos se abrieron llenos de esperanza―, ese plan suena muy chévere, se ve muy divertido, no sé si sería capaz de saltar, algo puede salir mal, si quieren yo puedo acompañarlos a mirar.
―Ay Wilson, deje de pensar esas cosas que no tiene nada de emocionante quedarse mirando ―dijo Samuel―, créame que la vamos a pasar muy bien allá, hay que dejar el miedo a un lado.
―El miedo algunas veces es incontrolable, si me gustaría pero no sé ―Wilson se vio bastante emocionado con la idea de salir, pensó por unos momentos como sería aquella experiencia.
―A mí también me dio miedo la primera vez que salté, hay que tomar la decisión, es como un suicidio fallido, es la misma decisión solo que sin la consecuencia. ―Samuel sonrió tratando de tranquilizar a Wilson y de convencerlo―. Si usted no toma la decisión de ir y saltar, otro la puede tomar por usted y acompañar a Victoria, además, es preferible haber saltado y recordar la experiencia y no pasarse la vida cuestionándose que se habría sentido.
―Sí, tiene razón, hay que tomar una decisión muy grande, si me gustaría acompañarlos ―expresó Wilson emocionado―. Ya me lo estoy imaginando y aunque da mucho miedo de seguro ha de ser genial.
―Entonces vamos ―dijo Samuel―. Créame que no se va a arrepentir.
De la habitación de Samuel salieron Victoria, Catalina y Jenny, y tomaron asiento en la sala frente a la chimenea.
―Vicky, voy a ir con ustedes a saltar en bungee, Samuel me invitó ―dijo Wilson sonriente.
―Ay Samuel ―Victoria miró a Samuel algo disgustada―. Aun no es seguro pero dale que yo te aviso si vamos, ¿te parece? ―Victoria miró a Samuel y con una sonrisa hipócrita dijo―. Tan invitador sami.
De la oficina que estaba en el segundo piso salieron Julián y Fabián, Julián le mostró a su amigo las reliquias que su padre guardaba en el interior, Julián cerró la puerta con llave y bajaron por las esclareas para sentarse junto con sus amigos.
―Julián, ¿a lo bien esta cabaña es de sus papás? ―preguntó Fabián incrédulo―, está súper genial, mi papá y la esposa quieren comprar una así desde hace años.
―Mis papás tienen otra en Carmen de Apicalá, si quiere hablo con ellos ―contestó Julián―, yo les digo que se la den a buen precio.
―Vale, me suena la idea ―dijo Fabián―, así ya tengo a donde invitarlos.
Wilson quiso integrarse a sus nuevos amigos, deseaba averiguar un poco más sobre sus vidas aventureras y escuchar esas experiencias emocionantes que de seguro tenían para contar.