Anocheció, el frío era abrumador, las nubes se aglomeraron en los cielos para hacer de esta noche, más oscura y macabra que la anterior. Wilson estaba sentado en la sala en frente de la chimenea, su rostro mostraba gran tristeza. Samuel salió de la habitación, lo vio abatido y se acercó a él para preguntarle sobre su estado de ánimo.
―¿Qué tal Wilson?, ¿qué pasa?, lo veo raro ―inquirió Samuel.
―Nada, bueno sí. He estado buscando a Victoria desde hace rato pero nada que la encuentro, no sé dónde anda ―contestó Wilson con un talante deprimido.
―No se preocupe ―dijo Samuel tratando de levantarle el ánimo―. Ella debe estar con Catalina dando una vuelta afuera, seguro no demora en llegar.
―Catalina salió sola y en la habitación está Julián dormido ―respondió Wilson.
Samuel reaccionó al escuchar que Catalina había salido sola y quería ir a acompañarla. Intentó salir de la cabaña pero Wilson continuó hablando, obligándolo a quedarse para escucharlo.
―Tampoco está Fabián ―continuó Wilson―. Yo pienso que él y Victoria están juntos ―Wilson se vio muy angustiado, movía las manos constantemente―. Samuel, yo no quiero perder a victoria ―prosiguió Wilson―, yo sé que ella accedió a estar conmigo por presión de su papá. En serio estoy enamorado de ella desde hace muchos años y no quiero que ella se aleje de mí Samuel. Si no hago algo la voy a perder.
Samuel miró a Wilson con pesar, sabía que sus palabras eran reales y que en verdad amaba a Victoria. Sintió lastima al saber que el amor de Wilson no era correspondido. Samuel estuvo pensativo por unos segundos.
―De pronto es eso ―dijo Samuel pensativo―, la presión que ella siente con su relación no permite que ella se relaje, ni lo vea a usted como una posible pareja. Así la culpa no sea suya, para ella, usted es el malo ―dedujo Samuel―, ella accedió a estar con usted por ciertas presiones religiosas y sociales, no por su propia decisión ―prosiguió―. Usted lo que necesita hacer es que ella se sienta más relajada a su lado. Yo sé que usted no es mala persona Wilson, me ha demostrado ser una persona correcta y tal vez ese es el problema principal, usted es muy bueno y eso a ninguna mujer le gusta. No quiero decir que sea un patán, solo no sea tan complaciente, tan correcto, tan bueno, tan predecible, desinhíbase un poco.
―Sí me gustaría Samuel, me gustaría vivir todas las cosas que ustedes hacen, siempre quise tener amigos como ustedes ―contestó Wilson―. Para mí no es fácil. Yo quiero vivir, quiero tener muchísimas experiencias en la vida y tengo tantas ganas de poder besar a Victoria. Algunas veces los demonios se apoderan de mi mente y me hacen desearla, tiene un cuerpo tan bonito. Sé que son pensamientos malos, indebidos ―el rostro de Wilson se vio lleno de angustia al hablar con Samuel. Trató de encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que sentía por ella―. Ayer la vi desnuda, vi sus senos y me gustó tanto, lo que me llenó de rabia es que ella estaba haciendo el amor con Fabián y desde ahí supe que ya la había perdido.
―Ellos dos, no creo que hayan estado juntos sabiendo que pueden ser descubiertos ―contestó Samuel tratando de disimular que él también los había visto la noche anterior―. No se sienta sucio o pecador por mirar a Victoria y sentirse excitado, eso no hace que usted sea una bestia sexual ―Samuel sonrió al darse cuenta de la inocencia de Wilson―. Lo que usted experimentó fue algo muy normal, a usted le gusta Victoria y me imagino que desde hace mucho tiempo. Usted es hombre y ella es muy bonita. Es normal que usted se sienta atraído. Lo que le aconsejo es que sea más arriesgado, que le de libertad a esos impulsos primarios y que deje de culpar al diablo por sensaciones que son netamente humanas.
―Créame que quiero arriesgarme más, pero, ¿y el pecado?, ¿y si algo sale mal? ―preguntó Wilson con preocupación por su alma.
―No sea tan prevenido, ¿qué puede salir mal? ―inquirió Samuel―. Morirse no creo que sea una posibilidad. El pecado es más una cuestión social, si usted no lastima a nadie no está infringiendo ninguna regla. Arriésguese más y aléjese un poquito de Victoria, no le demuestre tanta importancia, así ella lo va a tener más en cuenta, créame. Hay que estar dispuestos a vivir nuevas experiencias y eso les gusta a las mujeres.
―¿Usted si cree? ―preguntó Wilson, sus ojos se iluminaron al escuchar los consejos de Samuel.
―Haga que ella no se sienta comprometida con usted por obligación, sea más relajado, más abierto, más arriesgado, se dará cuenta del cambio que habrá. ―concluyó Samuel―. Haga que ella no lo vea a usted como una obligación, que no están juntos por presión social o familiar y listo.
―Voy a hacerle caso Samuel, seguiré sus consejos ―respondió Wilson sonriendo y tratando de interpretar todo lo que le había dicho su, ahora, gran amigo.