Padres por sorpresa

5. El primer día como mamá.

Cuando amaneció, Maricruz se encontró en el comedor con Iñigo y sus hijos. En la mesa había un inmenso desayuno, hacía tanto tiempo que Maricruz no veía una mesa tan llena de comida. 

 

— ¡Buenos días, mamá! — Dijo Iñigo, levantándose de la silla y acercándose a ella. 

Maricruz observó que los mellizos la miraban y cuando sintió las manos de Iñigo en sus brazos, ella sonrió. 

 

— Buenos días, papá. — Respondió. 

En la cara de Rachel se dibujó una sonrisa, en cambio la mirada de Teo era de seriedad. 

 

— Disfrutemos del desayuno en familia. — Iñigo acercó a Maricruz a una de las sillas. 

Maricruz se sentó mirando a los mellizos que no dejaban de mirarla, lo que la hacía sentirse miserable por tener que engañar a unos pobres niños. 

 

 

Cuando acabaron de desayunar Maricruz persiguió a Iñigo, que junto con su asistente Pablo se marchaba de la mansión Espinosa. 

 

— Tenemos que hablar. — Dijo Maricruz, agarrando la manga de la chaqueta de Iñigo. — ¿Qué debo hacer con los niños? Yo no sé cuidar de ellos. 

Maricruz se dio cuenta de que estaba agarrando la chaqueta de Iñigo, así que lo soltó rápido. 

 

— Solo actúa como una madre. — Le contestó Iñigo. — Seguro que lo harás bien. 

 

— ¿Cómo sabes que lo haré bien? Si me cuesta cuidar de mí misma. — Respondió Maricruz, echando una mirada al comedor donde los niños aún estaban desayunando. 

 

— Se tú misma, ellos solamente quieren a su madre. — Le habló Iñigo, tomando su cartera que le fue traída por una de las sirvientas de la mansión. 

Maricruz no estaba segura de que pudiera hacerlo, ¿ser madre… ? Entonces pensó en algo, ¿quién era la verdadera madre de los hijos de su ex? 

 

— Que tenga un buen día, señorita Maricruz. — Le deseó el asistente Pablo. 

Maricruz le sonrió y ojeando a Iñigo quiso preguntarle quién era la madre de los mellizos. 

 

— Hablaremos luego de los detalles. — Le dijo Iñigo al encontrarse sus miradas y ella simplemente asintió. 

 

— De acuerdo, papá. — Pronunció, sintiendo un beso cálido de Iñigo en su frente. 

Maricruz se sorprendió por ese beso y su corazón se enloqueció latiendo desesperadamente. 

Iñigo se marchó con el asistente Pablo, quedando Maricruz totalmente confusa… ¿Todo ese numerito era para que los niños tuvieran una madre o para que él se aprovechara? 

Maricruz sacudió la cabeza, sus ideas estaban claras, no iba a permitir que Iñigo Espinosa cruzara la línea que ella había trazado. 

 

 

Maricruz bostezó mientras miraba por una ventana a los mellizos jugando en el jardín. No dejaba de pensar en quien sería la madre de los pequeños, con quién Iñigo había tenido una relación. 

 

«¿Realmente estaré haciendo bien?», pensó Maricruz, golpeándose la frente contra el cristal de la ventana y dándose cuenta de que Teo se le quedó mirando. 

Maricruz lo saludó mostrando una sonrisa y se apartó de la ventana. 

 

— Señora… ¿cómo debería dirigirme a usted? — Preguntó una sirvienta. 

 

— Maricruz, puedes llamarme Maricruz. — Contestó Maricruz, al mismo tiempo que se sentó en un sillón. 

 

— De acuerdo, señora Maricruz. El señor Espinosa me ha dado esto para usted. — Le habló la sirvienta, acercándose a Maricruz y dándole un sobre blanco. 

Dudosa, Maricruz extendió su brazo tomando el sobre que la sirvienta le extendía. Nada más marcharse la sirvienta, Maricruz abrió el sobre encontrando dentro una nota y una tarjeta de crédito platino. 

 

«Mañana saldremos a la isla Espinosa. La tarjeta es para que salgas a comprar lo que necesites, mamá».

Maricruz leyó lo que estaba escrito en la nota y hundió después su rostro en la hoja de papel. 

 

— ¿Mamá, te pasa algo? — Preguntó Teo, que se había parado frente a ella. 

 

— No, no me pasa nada. — Le dijo Maricruz no viendo a Rachel. — ¿Y tu hermana? 

 

— Se encuentra con la sirvienta. — Contó Teo, mirando la nota que su mamá tenía en la mano. 

Maricruz que se dio cuenta, dejó el sobre y la nota en la mesita al lado del sillón y le enseñó la tarjeta de crédito. 

 

— Papá quiere que vayamos de compras. Mañana iremos a la isla Espinosa. 

 

— ¿La isla Espinosa? — Preguntó el pequeño Teo curioso. 

Maricruz asintió, ella solamente estuvo un par de veces en ese lugar y fue cuando Iñigo la invitó a ir con los compañeros del Instituto. 

 

— Es la isla de la familia, un lugar de pescadores. Es un sitio tranquilo y con hermosas playas. — Le contó Maricruz a Teo. — Estoy segura de que a Rachel y a ti os encarará. 

 

— ¿Estaremos juntos los cuatro? Rachel se pondría triste si mamá desaparece. — Teo habló con seriedad. 

Maricruz dejó la tarjeta de crédito en la mesita y tomando la cara de Teo, le sonrió. 

 

— Mamá se quedará con ustedes, no me iré de nuevo. — Le dijo, ella echaba tanto de menos a su madre que se hacía una idea de cómo podían sentirse esos niños. — Ahora iremos los tres a gastar el dinero de papá. 

Maricruz pegó su frente con la de Teo y el pequeño se sintió feliz, ella era su mamá y a partir de ahora estarían los cuatro juntos como una familia. 

 

 

Hacía mucho tiempo que no iba de compras y disponía de una tarjeta, pero Maricruz sabía que debía ser responsable y contenerse a la hora de comprar. 

 

— Estás loca. ¿Cómo has aceptado ser la madre de esos niños? — Le preguntó Lila, no creyendo lo que su amiga estaba haciendo. 

 

— Sí, estoy loca. — Aceptó Maricruz. — Solo quiero tener las cosas fáciles por una vez y no preocuparme por si tendré dinero para comer a final de mes. 

Lila puso su mano en el brazo de su amiga, consolándola. 



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En el texto hay: familia, drama, amor

Editado: 29.11.2023

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