Emily se levantó y se dirigió hacia la puerta, lo que vio no fue un sorpresa, vio a un joven y pensó que se había equivocado de casa.
-¿Qué se le ofrece joven?
-Su hijo es Ronald ¿Verdad? Soy el repartidor de pizza.
-¿Qué? -alguien le empuja -Pero qué...
-Ha gracias, toma, gracias hermano.
-Por nada -Ronald cerró la puerta y abrió la caja de pizza, lo sabores y se fue.
Emily se quedó sorprendida, entonces se dirigió a la cocina y ahí vio a Ronald que estaba cortando la pizza
-¿Nos vas a invitar? -preguntó con cierta esperanza.
-Disculpe, que dijo.
-Nos vas a invitar ¿Verdad? -dijo Julio esperanzado.
-Si quieren compren ustedes.
-Eres un niño muy irritable.
-Déjale, al menos no es el FBI o la DEA
-¿Qué? -Ronald empezó a reír.
-¿Que te causa risa? -preguntó Rebeca.
-Ha claro, no tienes alma, no lo entenderías.
-Respeta a Rebeca.
-Déjalo -dijo Rebeca.
-Pero...
-Pero nada.
-Yo ya me voy -se fue y Julio se levantó y observó a la caja de pizza.
-Es un miserable, no ha dejado nada.
-Ya lo escuchaste, si quieres...
-No estoy sordo, le oí a ese miserable.
-En buena hora que le dieron la maldición -siguiendo la cuerda a Julio.
-Se lo merece, es un miserable
-No digan esas cosas, además su maldición nos favorece
-Tienes razón -ella soltó un suspiro -Además hay que descansar, sera muy larga la noche.
-Son las dos y media, es una buena idea.
-Entonces vayan.
Los dos se retiraron y Rebeca se fue a la sala, se echó en el mueble y puso gorra en su rostro y cerró los ojos. Pasaron las horas y toda la casa estaba en silencio, pero no duró por mucho tiempo, todos bajaron y vieron a Rebeca descansando, hasta que otra vez tocaron el timbre.
-Están tocando la puerta –dijo Rebeca y todos se sorprendieron.
-No se supone que estabas durmiendo -dijo Julio
-Nadie ha pedido nada ¿verdad? -dijo Emily mirando a los dos chicos.
-Nada -dijo Lucas y Ronald
–Solo cierro los ojos, no descanso de esta manera, al parecer no me conocen del todo, que alguien vaya abrir la puerta –se sacó la gorra de su rostro y se sentó, puso su gorra en su cabeza.
-Quítate la gorra –le sacó –Pareces una delincuente -dijo con una mueca Emily.
-¿Ese no es el punto? –soltó una risita
Emily se fue a abrir la puerta, está vez si fue una sorpresa, Emily abrió los ojos hasta no poder más.
-¿Quién es? -preguntó Julio
–Vamos mujer, reacciona -dijo Ronald como siempre irritado.
– ¿Puedo pasar? –todos se miraron, excepto Rebeca ya que conoció la voz –Disculpe, buenas tardes hija.
Emily –Pase padre, lo siento.
El padre –Gracias hija, vamos síganme.
Editado: 05.01.2021