Los padres y la tía se sorprendieron al ver sus ojos de Rebeca, si le mirabas fijamente podías ver aquellos ojos que eran de color gris.
–Qué-que es lo que pasa en tus ojos -preguntó asustada.
–No me importa sus ojos, solo quiero que salve a mi hija -dijo el señor.
–Se acabó la función –le quitó la gorra y se puso –Está hecho, todos a trabajar.
Estando en la habitación, Rebeca junto con el demonio incluyendo a los dos ángeles y Nicolás estaba observando la habitación.
-¿Ahora qué harás sin alma? -dijo el ángel Mabel
–Entra Julio y Ronald, todo está seguro –los dos entraron.
-¿Para qué los llamas? -preguntó el ángel Mabel.
–Es su turno, quiero que busquen su alma -ordenó Rebeca.
–De acuerdo, menos charla y más acción
–Ahí –señalo al espejo –Vayan.
–Ya lo sabemos.
Los tres se acercaron al tocador y lo movieron, agarraron el espejo y lo pusieron en la pared, aquel espejo se agrando y se convirtió en una puerta, cada sin alma tiene su propia manera de trabajar y está vez era un poco peligroso, ir a un mundo donde habitan puras almas, pero de una manera los demonios pudieron acceder aquel mundo y ahora los demonios les hacían sus prisioneros. Los tres entraron y desaparecieron.
–Empecemos –ella separó un poco sus manos y de estas salió humo de color azul, aquel humo azul se dispersó por toda la habitación.
-¿Qué haces? -preguntó el ángel Gael.
–Buscando
-¿Qué buscas?
–Lo que me dijo Julio.
-¿Qué fue lo que te dijo?
–Me dijo que la chica había hallado un objeto que pertenecía al demonio, el demonio entró en aquel objeto y de una manera u otra pudo entrar en el cuerpo de la chica como podrán ver –dijo ya que la chica estaba rugiendo y babeando, desesperada y moviendo su cuerpo deseando ser desatada.
–Ya veo -dijo el ángel Mabel.
-¿Qué harás sin alma? Tus amigos no podrán encontrarla, ella es mía, mía -gritó el demonio que gobernaba el cuerpo de la nueva víctima.
-¿Quieres por las buenas o por las malas? Dime ¿Dónde está tu objeto? -preguntó Rebeca
-¿Crees que te voy a decir? Qué tal si hacemos un trato.
-¿Qué clase de trato? -preguntó Rebeca sin interés.
–Ni lo pienses sin alma –le susurro y apretó las manos.
–Diré todo sobre ti, tu vida y tu nombre, todo lo que pidas; a cambio me liberas.
-No está mal la oferta –los ángeles se sorprendieron
-¿Trato?
–Muy tarde, lo siento.
–Entonces que piensan tus amigos los ángeles, yo les diré dónde está una página -dijo mirando a los ángeles
-¿Traicionarías a tu jefe? -dijo el ángel Gael
–Trabajo solo ángel, no soy un sirviente estúpido.
–De igual manera no negociaríamos con un demonio -dijo el ángel Gael con una maravillosa sonrisa.
-¡No se dan cuenta que les estoy dando una oportunidad! –gritó y el piso empezó a temblar.
Editado: 05.01.2021