Rebeca se dirigió hacia el demonio y empezó a dibujar símbolos en sus pies, luego en las muñecas y por último en su pecho. Ella se alejó y el primer símbolo empezó a brillar, poco a poco el primer símbolo desprendía una luz mientras el demonio empezaba a moverse con desesperación y se quejaba ya que el símbolo le producía dolor.
-¿Por qué nosotros no le escuchamos a tu ave? -preguntó el ángel Mabel.
-¿Quieren escucharlo?
–Sí, porque no -dijo emocionado el ángel Gael.
–De acuerdo, hasta que todos los símbolos estén cargados –ella estiró su brazo y en ellos entró como un humo de color dorado.
–Eso es todo.
–Hola ¿Me entienden? –los dos ángeles se sorprendieron y retrocedieron.
-¡Wow! Ven avecita –el ave siguió sus órdenes y se puso en su hombro –Que bonita eres –acarició su cabecita.
–No sabía que un sin alma dependía de un ave o tal vez fue tu petición -supuso el ángel Mabel
–Ninguna.
-¿Entonces?
–Pregunten a su jefe.
–No lo sabes.
-Claro que no, no sé porque tengo a una ave, no sé quién es, incluso no sé quién soy en realidad, peor mi nombre –mintió.
-¿Tiene nombre? ¿Tienes un nombre hermosa ave?
–Ni siquiera a mi alagas hermano, le dices cosas bonitas a esa ave menos a tú hermana -bromeó
–Tú también eres bonita.
–Entonces tu nombre es...
–Adivinen -dijo el ave,
–Cristina -dijo el ángel Mabel entrando al juego.
–No.
–Miriam, Vanesa, Valeria, Paola.
–Ninguna.
–Patricia, Úrsula, Juliana, Julieta.
–No.
–Una pista sin alma, por favor.
-G -dijo Rebeca.
–Ga...
-¡Ya lo sé! Gabriela -gritó emocionado el ángel Gael.
-¡Sí, sí, sí! -agitó sus alas.
-¡De verdad! –se emocionó y sonrió
–Sí.
-¿Sabes el nombre del sin alma?
–Sí ¿Acaso te gusta? -dijo maliciosa el ave.
–Que tontería -dijo el ángel Mabel
-¿Celosa? -preguntó el ave.
–Claro que no.
–Claro que sí –todos le miraron, ella siguió mirando a los símbolos que ya iban tres encendiéndose –Pero no de Gael, de otro.
-¡Eso es mentira! -gritó enojada.
–Si es mentira porque te exaltas.
–No es verdad.
-Su nombre es Diana -dijo el ángel Gael, volviendo al tema.
–No
-¿Me puedes dar una pista, por favor?
-¿Puedo? -preguntó el ave a Rebeca.
–Tu decisión.
–Empieza con R.
–Rosa, Ramona, Rosita.
–No, vamos esfuérzate.
– ¿Rebeca? -dijo con una gota de esperanza.
-¡Sí! –Empezó a volar y volvió en su hombro –Ese es su nombre, Rebeca.
–Rebeca qué bonito nombre.
–Alguien se enamoró -dijo con malicia el ave.
–No estamos autorizados a estar enamorados Gabriela, somos ángeles -dijo el ángel Mabel.
–Sí ya lo sé.
–Falta uno -dijo al ver el último símbolo recargándose.
-¡Rebeca! -gritó el ave asustado y movió sus alas.
-¿Qué? –dijo de mala gana, ella preferiría trabajar sola
–No escuchas, nuestros amigos nos necesitan.
–Sí, ya lo sé -dice con normalidad.
-¿De qué hablan? -pregunta el ángel Mabel.
–Nuestros amigos están siendo atacados –dijo el ave sin parar de mover sus alas.
–Tenemos que ayudarlos -dijo muy decidido el ángel Gael.
–Recuerden sus leyes ángeles.
–Sí Gabriela está diciendo que están en peligro -dijo el ángel Mabel.
–Están grandecitos, pueden protegerse además aquí tenemos un demonio, hay que comenzar.
–Pero...
–Hay que hacerlo y ahora, después veremos qué hacer -dijo con autoridad y ella comenzó su plan.
Editado: 05.01.2021