Rebeca iba sumamente natural, pero esta vez iba hacer otra cosa.
-¿Dónde? -pregunta a Gabriela.
–Sigue adelante.
–Esta vez lo haré yo –sacó un lápiz especial y empezó a dibujar un símbolo en su brazo.
–No, espera… -fueron las últimas palabras de Gabriela.
Gabriela siempre quería ayudar pero en esta ocasión Rebeca quería hacerlo sola y en especial en silencio. En aquel mundo alrededor de cada casa había niebla y en las calles alumbraba farolas, había unas cuantas almas que la observaron, ella no se intimidó y empezó a correr. Ella tocó el símbolo y se convirtió en un ave, empezó a volar y con sus asombrosas alas llegó donde estaban sus amigos, con sus alas le cortó un brazo a un demonio, al otro en la barriga, en la pierna hasta que todos los demonios quedaron destrozados, Rebeca se convirtió ante ellos ser la misma.
-¡¿Eras tú?! -dijo sorprendido Ronald.
-¿Pero cómo? -dijo sin entender Julio.
–Debemos hallar a su alma –dijo al mismo tiempo guardando su daga –Hice lo que pude -dijo el nuevo sin alma, Nicolás.
–Les advertí sobre esto, ahora Ronald quiero que nos guíes.
Todos le siguieron a Ronald y está vez no falló, caminaron por un largo tiempo hasta que llegaron hacia una tienda en especial, los dos sin almas esperaron que Julio y Ronald entraran y de paso vigilar. Todos bajaron las escaleras y escucharon unas cadenas y gritos, en especial gritos de mujeres.
–Esta vez será difícil -dice Julio
–No lo creo.
Nicolás y Ronald miraron por la derecha, mientras que Rebeca y Julio miraron por la izquierda, todos aquellos prisioneros se alejaban, otros gritaban y suplicaban ayuda, hasta que llegaron a una celda donde cierta chica tarareaba una canción.
-¡Ya le hemos encontrado! –Grito y los dos se acercaron –Yo me encargo –agarró el candado y lo sacó de un solo tiro –Listo.
–Oye niña –le llamó.
–No creo que logres sacarle, no tienes sentimientos -dice Ronald refiriéndose a Rebeca
–Entonces encárgate tú –abrió la puerta de fierro –Entra
Él entró y la chica se levantó de inmediato y corrió hacia el rincón de la celda.
–Oye tranquila, solo vinimos ayudarte, mi nombre es Ronald –extendió su mano –Ven conmigo.
–No-no te creo –dijo tartamudeando.
–Señorita tranquila, hay que salir ahora o sino los verdaderos malos vendrán no solo por ti por todos, así que es mejor largarnos de este lugar -dijo Rebeca.
–Mis amigos están aquí no puedo dejarlo, es que…
–Luego vendremos por ellos, te prometo –Cuyas palabras que hicieron que entrara en confianza y para que cierta persona se abalanzara sobre ella –Okey, no tienes que abrazarme -dijo Rebeca.
–Apresúrate porque tenemos un amiguito –la chica empezó a temblar y Ronald le agarró del brazo y la chica dio un grito.
–Vayan ustedes y saben qué hacer.
–Vámonos –aunque Julio con desesperación quería largarse de ese mundo, no podía abandonar a Rebeca -¡Ahora! -gritó Ronald.
–Estaré bien -dijo mirando a Julio.
Editado: 05.01.2021