No sabía que me movía a ese lugar, simplemente caminé. Al regresar ya lo traía conmigo.
Llegué a mi casa y sin saber qué hacer con él lo puse en una repisa de la sala, se veía tan lindo allí, además ahora ya que lo tenía supuse que debía hacer algo con él.
’Paiss’
¿Qué?
’Es mi nombre’.
Se llamaba Paiss.
Al día siguiente Paiss no estaba en la repisa, lo encontré en una silla del comedor. No me pareció extraño y además me agradaba estar con él, preparé mi desayuno y me senté a comer.
Debía salir a estudiar, no quería dejarlo sólo, sabía que se pondría triste, él me lo dijo. Le dije que se arreglara y me esperara afuera en lo que me alistaba yo. Cuando salí de mi habitación la puerta a la calle estaba abierta y el fuera como le había dicho. ¡Cuánto me gustaba estar con él!
Así mantuve a Paiss en mi casa un tiempo, le gustaba estar conmigo y que lo llevara a estudiar, aunque en la casa las cosas desaparecían de un lugar y aparecían en otro, yo sabía que era él y lo comprendía, era un niño, ¿no? A los niños les gusta jugar. Lo hacía cada vez más seguido, a veces me hacía lastimar poniendo cosas en mi camino, donde me sentaba o acostaba. Me entristecía esto. Aunque cada vez pasaba más tiempo a solas conmigo, lo que me consolaba tanto. Dejé de salir con mis amigas para estar con él, me lo pedía y yo siempre le hacía caso. Hasta que me prohibió estudiar, bloqueó la puerta con un armario, ya no salía de casa para nada.
Un día la estufa estaba encendida y la llama comenzó a crecer, me asusté mucho y le dije a Paiss que parara. ¿Cómo que le parecía divertido? No lo era, por primera vez me enojé con él, cada vez reía más fuerte en mi mente y comenzó a mover las cosas, el periódico que leía comenzó a pasar sus páginas, el agua del florero se derramó, los platos se caían y cubiertos tintineaban, la tv cambiaba rápido de canal y la radio se encendió. Me fui llorando y muy molesta a mi habitación, él seguía riéndose, pero no fue nada divertido para mí.
Al salir iba a decirle todo lo que me molestaba de él. Se había detenido y estaba sentado frente al televisor, no me fijé en lo que estaba viendo, tomé el control y lo apagué. Me llegó una oleada de rabia, pero no hizo nada. Por vez primera se me ocurrió una pregunta, y se la hice: Paiss, ¿que eres tú? No esperaba para nada lo que pasó, lo vi moverse, nunca antes lo vi hacerlo; todo volvió al caos de antes y el fuego creció hasta incendiar toda la cocina; lo escuché gritar, no como antes, ahora era un grito físico; lo escuché también hablar, su voz era muy diferente a como me hablaba en mi mente siempre, ahora su voz grave y profunda manifestaba lo que era en realidad, mientras el fuego se extendía en toda la casa y me alcanzaba aún no podía comprender bien pero poco a poco se esclarecía, me parecía un ser malvado:
¡NUNCA VOLVERÁS A REPETIR ESA PREGUNTA!
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Editado: 13.08.2021