En tus labios probé el sabor a fresa,
mi fruta predilecta.
¿Es que las comes
previo a encontrarnos?
Porque me es imposible
apartarme después
de un beso.
Es sofocante no tener uno más de esos.
Tu refrescante compañía,
igual que el zumo de naranja
en un caluroso verano.
Razón semejante que me hace
querer quedarme.
Ya sea que se haga ruido o silencio,
me haces necesitarte.
El dulce del mango,
comparable a uno de tus abrazos.
De aquellos
cuando me envuelves la cintura cada domingo.
Cada que dispones un beso en mi frente;
equivale a una brisa de agua
de limón y menta.
El color de mis pensamientos cambia,
de gris a verde vibrante, a azul turquesa.
Y, tu superficie de durazno,
debilidad de mi sentido del tacto.
Tu voz, exquisita
como el agua de horchata,
me palpa, infalible, tomándome desprevenida, dejándome en intervalos de respiración frenética.
Endulza los espacios
en los que no nos vemos.
Tu presencia es exótica.
Me tiene pendiendo, pendiente,
de un hilito en un dedo.