Soy de llegar tarde,
a todos lados, siempre.
No así a tu vida,
fuiste la excepción a la regla,
llegué a buen tiempo.
Tú, por el contrario,
eras de ir a tiempo a donde fuera.
No así a mi vida,
fui la excepción a la regla,
apareciste tarde,
a destiempo,
con los segundos agotados.
No aprecié la infinidad de días
por delante que pudimos haber compartido;
no aprecié la ocasión
marchando a mi favor.
No viste el reloj detenido,
sin oportunidad de cambiar
las baterías.
No nos importó detener el paso
o mirar a los lados,
analizar el camino
por el que andábamos,
que era uno bifurcado.
Por cada paso dado,
un centímetro nuestras manos
se separaban.
Ninguno de los dos se aferró.
Solté el último de nuestros
dedos entrelazados,
con el que se hacen promesas,
y así se rompieron todas
las que inventamos.