Te llevo escrito en la piel.
En la pequeña arruga que se formó
en la comisura de mi boca
a modo de coma que se formaba
ante aquel defecto tuyo
que incluso llegué a amar.
Llevo escrito a la altura de mi cintura,
el trazo de tus manos que poco
o nada cautelosas me llevaban a ti,
cuando a solas formábamos
uno que otro verso.
En la piel de mi cuello se reescribió
la palabra "tuya"
cada que me volvías la piel de gallina.
Sí, cuando susurrabas un halago,
o un tierno "Te amo".
Mis labios quedaron sellados
con tres puntos suspensivos
del último aliento de nuestro idilio.
Entre mis dedos la palabra "mío"
no se desvanece, al contrario,
se multiplica, crece,
cubre hasta mis brazos,
se hace de mis clavículas
y estremezco.
La cuna que forma mi cuello,
recuerda tu respiración,
sin rima, fragmentada.
Y mi mejilla marcada
por un punto y coma, gracias
a la tuya. Fueron estas un sobre
para los sucesos sin fin,
escritos con mayúsculas
por nuestros labios.
La superficie de mi ser se transformó en papel
para la tinta disuelta en tus iris
color café.