Palabras sueltas

Marcos

                 Luz y Pablo, con pocos años de casados, acostumbraban a viajar mucho. Por aquel entonces tenían una camioneta Ranger que la usaban como una casa rodante, con la que se lanzaban a la aventura en cada viaje, en el afán de llegar a lugares inhóspitos.

En uno de esos viajes, se perdieron mas de lo habitual y además el motor se les detuvo en un camino de tierra.

Mucho no les preocupaba, ya que estar perdidos formaba parte de la aventura y además tenían toda clase de provisiones.

Mientras reían abrazados, pensando como solucionarían el inconveniente, advirtieron que el camino de tierra se iba plagando de corderos, hasta quedar totalmente cercados por estos, situación que los alegro mas aun, por lo pintoresca

Mientras reían abrazados, pensando como solucionarían el inconveniente, advirtieron que el camino de tierra se iba plagando de corderos, hasta quedar totalmente cercados por estos, situación que los alegro mas aun, por lo pintoresca. Luego divisaron a un anciano de pelo y barba muy blanca, vestido casi con harapos, que venia junto con el rebaño y que acunaba algo en su brazo izquierdo.

Se sintieron invadidos por una fascinación irresistible y no podían apartar la vista, mientras el anciano se les acercaba.

Cuando el anciano se acerco les dijo: Bienvenidos a La Paz, los esperaba...

Ellos no entendieron que quería decir el anciano acerca de que los esperaba, pero tampoco les molesto no entender, porque se sentían embriagados por tanto perfume de azares que se sentía en el aire y tanta claridad que ponía al descubierto, todas las tonalidades de verde de la vegetación que los rodeaba...

¿ Quieren llevarse al niño? Pregunto el anciano

Luz no entendió a que venia esa pregunta, pero esas palabras la llevaron a pensar en cuanto anhelaba tener un hijo con Pablo, cosa poco probable por el cáncer de útero que la había afectado siendo muy joven.

¿Lo aceptan? Interrogo nuevamente el anciano, corriendo parte de la tela que cubría, el bulto en su brazo izquierdo.

Cuando miraron hacia el bulto, pudieron ver a un recién nacido de ojos color turquesa y piel casi dorada...

El corazón les dio un vuelco de amor y sin entender la situación, ni hacer preguntas, respondieron ¡Si! ¡ Si ¡ al unísono

Su nombre es Marcos ,tiene tres días de vida, su madre murió al parirlo y yo estoy muy viejo para criarlo; ustedes deberán guiarlo a la grandeza de su destino...

El anciano dijo esto, miro fijamente a Luz a los ojos con mirada bondadosa, mientras iniciaba el movimiento de su brazo para entregárselo a ella.

En ese instante el mundo pareció detenerse, se apagaron los sonidos, se aquieto hasta el aire y una emoción intensa movió hasta la ultima fibra del cuerpo de Luz, mientras sus ojos se llenaban de lagrimas de felicidad. Ella experimento la sensación de que estaban depositando en sus brazos el mundo ... el sol... las estrellas... el universo ...

Cuando ya pudo acunarlo entre sus brazos y vio sus ojitos y su boca rosada, se sintió completa, y solo basto un segundo de tiempo para sentir que lo amaba mas que a nada en el mundo y tener la certeza de que jamás nada ni nadie podría separarlos.

El anciano se acerco y poso su mano sobre la cabeza del niño diciendo: Marcos aquí tienes a tu madre y haciendo lo mismo con ella, dijo: Luz, aquí tienes a tu hijo... y saco de entre sus ropas una cruz y le dijo: es de Marcos, debe conservarla

 y saco de entre sus ropas una cruz y le dijo: es de Marcos, debe conservarla

 

 

 

El mundo se puso en movimiento nuevamente, cuando Pablo pregunto ¿ Pero como cubriremos los aspectos legales? En ese instante, apareció un hombre bien vestido y con un portafolios , del cual en ningún momento se habían percatado de su presencia que dijo: Mi nombre es Teodomiro Sajnak, soy juez de paz de esta localidad y certificare este convenio de adopción.

Abrió su portafolios y redacto con caligrafía impecable y en tinta azul, la escritura ( A los 22 días del mes de Diciembre de ...) e hizo firmar al anciano y a Luz y su esposo, luego procedió a firmar el , colocar su sello y pegar una estampilla.

Todo había ocurrido tan rápido e inesperadamente, que Luz no terminaba de caer en la nueva situación, su esposo mas asentado en la realidad del momento Pregunto: Señor juez ¿ debemos pagar honorarios o estampillados?

El juez y el anciano se miraron, entonces el anciano respondió: un cordero, solo tráigannos un cordero y déjenlo en este lugar, que después vendré a llevarlo.




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